Durante muchos años, desde aquel Big Bang de principios de los 90, el complejo oleaginoso creció para arriba. Lógicamente, construía puertos e instalaciones de almacenaje, pero su línea de expansión era el aumento de su capacidad de molienda. Hoy la realidad es distinta, por distintas circunstancias. La logística, el acopio, el biodiesel y la adaptación a las nuevas reglas ambientales del comercio agrícola orientan los desembolsos.
En este contexto, cumplió 30 años el complejo industrial agroexportador de Dreyfus en General Lagos. Una planta cuya historia corrió en paralelo a la de la industria aceitera asentada en el cordón del Gran Rosario, y que llegó a ser referencia mundial en la molienda de soja. Y, por las características de su infraestructura, exporta conocimiento y gestión a otras sedes del grupo. Hoy mantiene el liderazgo en almacenaje en seco, con 1,1 millón de toneladas y cuenta con la planta de biodiesel más grande del mundo.
“Nuestra compañía apunta a producir más y agregar más valor”, señaló Michael Gelcher, el CEO global de la multinacional de origen francés que estuvo en General Lagos para la celebración. En ese camino, el desarrollo del biodiesel es una de las principales estrategias.
“Cumplimos al máximo con la cuota de la Unión Europea pero aún así sobra capacidad de producción, hay que llevar el corte con gasoil en el mercado interno al 20%”, señaló Juan José Blanchard, CEO latinoamericano de Dreyfus como una demanda en la que dijo cuentan con el respaldo del gobierno de Santa Fe.
Desde aquella carrera por la expansión acelerada de la capacidad de crushing, la empresa orienta en el presente su proceso de inversiones al almacenamiento, la velocidad de embarque, la logística y la sustentabilidad.
Esa transformación se da en función de los tiempos. Blanchard repasó los últimos desembolsos del grupo en el país con los complejos de General Lagos, Timbúes y Bahía Blanca. Destacó la apuesta a la logística realizada en 2021 en el centro de acopio Campo Largo (en Chaco) que fue ampliado y en el que se incluyó un desvío ferroviario para que el ferrocarril Belgrano Cargas ingrese a la terminal para acercar la producción del norte del país hacia los complejos portuarios.
También las inversiones tuvieron como destino mejorar la eficiencia. Para eso la compañía montó una nueva cinta embarque para duplicar la capacidad actual que estará operativa a comienzos de 2023 y en cuanto a sostenibilidad ambiental invirtieron u$s 10 millones para capturar el polvo de suspensión. Por otra parte, firmaron un convenio con Pampa Energía que comenzará a proveer el año próximo el 50% del consumo eléctrico de la planta de Timbúes con energías renovables.
“En 2006 inició sus operaciones el complejo industrial de Timbúes y hoy es una de las plantas de procesamiento más modernas del país y en 2012 inauguramos en Bahía Blanca el complejo portuario, que ampliamos en 2016 y hoy representa una de las obras de infraestructura privada más relevantes de la Argentina, que incluye un puerto de aguas profundas y una capacidad de almacenaje de 12 mil toneladas métricas”, apuntó Blanchard.
En el medio de 30 años de historia en la región corrió mucha agua. Cambió la producción, los procesos industriales, los mercados y también las políticas públicas. La planta de General Lagos fue proyectada en 1988 e inaugurada en 1992. Primero el puerto y luego el crushing, con diferencia de meses. Fue concebida como un establecimiento modelo por su impulsor Jorge Carletti (a quien se homenajeó durante el acto con su nombre en una plaza interna del complejo). Por sucesivas ampliaciones, fue durante mucho tiempo la de mayor capacidad de molienda del mundo, con 8 mil toneladas diarias. Hoy ya no ocupa ese lugar, pero es la mayor productora global de biodiesel (600 mil toneladas) y lecitina. Y también la de mayor capacidad de almacenamiento (1,1 millón de toneladas). Por caso, cuenta con la celda de almacenaje de granos más grande del planeta, de 300 mil toneladas.
“Su capacidad de carga es de una velocidad tal que en sus primeros años los primeros tripulantes no estaban acostumbrados”, dijo Blanchard y recordó que esto permitió que hasta ahora 5.280 buques se hayan cargado en este puerto.
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También destacó como un hecho histórico en los 90 la creación de la Cooperativa de Trabajos General Lagos Limitada para llevar adelante todos los trabajos de estibaje a bordo de los buques, que actualmente sigue operativa.
Diego Casanova, quien trabajó desde el inicio en la planta, comentó que el modelo se armó hace 30 años para una cosecha de 150 millones de toneladas, a la que todavía no se llegó. Durante casi todo el período, la molienda de soja significó el 70% de la operación y el movimiento de granos (poroto de soja, maíz, trigo) el otro 30%. Ahora la ecuación se invirtió a un 40% / 60%, respectivamente. Y con la nueva cinta de embarque que se inaugurará a mediados del año que viene, y que duplicará la velocidad, ese mix será 30%/70%.
Varios factores contribuyen a esta suerte de primarización. Aunque este año promete tener revancha, la soja viene perdiendo superficie frente al maíz. “Argentina va camino a ser un país maicero”, dijo recientemente el titular de Ciara, Gustavo Idígoras. El déficit de proteína que caracteriza al grano argentino hace lo suyo, así como la pérdida del diferencial arancelario. Pero los mayores impactos vienen del frente internacional, como la tendencia a nacionalizar la molienda de países compradores, como China, y la creciente amenaza al liderazgo exportador que tiene Argentina en harina de soja que plantean las procesadoras de Estados Unidos y Brasil.
“Creo que eso sucede porque hoy industrializar la soja paga mas impuestos que si se exporta en estado natural”, dijo Luis Zubizarreta, presidente de la Asociación de la Cadena de la Soja (Acsoja), y por eso consideró clave volver a la política de diferencial arancelario para la industria y el poroto.
“Si la alícuota es la misma entre el que exporta poroto y el que agrega valor, esto le quita competitividad a la industria”, dijo. Por eso desde lo institucional “vamos por un esquema que equipare la cancha”, dijo para que “sea más conveniente moler más aquí en Argentina y agrandar la torta, porque eso repercute en más impuestos para el fisco y más trabajo”.
“Es importante que vuelva a crecer la superficie de soja manteniendo la sustentabilidad y aprovechando la gran demanda del mundo”, indicó Zubizarreta.
En este punto, Diego Pereyra, head global de industrias de cereales y oleaginosas de LDC apuntó a la especialización de la compañía en la provisión de soja sustentable para atender una exigencia creciente en los mercados, sobre todo europeos. A través de un intenso trabajo con toda la cadena, se logró que el 77% de la soja procesada en la fábrica de General Lagos sea certificada como libre de deforestación. En febrero esperan llegar al 85%.