Luego de los picos de tensión cambiaria de diciembre y enero, las cotizaciones paralelas del dólar se desinflaron sustancialmente. El acuerdo con el FMI y el ingreso de la cosecha aportan para que el Banco Central de la República Argentina (BCRA) vuelva a navegar en aguas más tranquilas. “Hubo un momento de mucha zozobra pero las tensiones financieras y cambiarias se fueron encauzando y el desafío es sostenerlo hacia adelante”, señaló Sergio Woyecheszen, vicepresidente del BCRA, en un aparte de las jornadas de trabajo organizadas por "La Corriente Nacional de la Militancia" el sábado pasado en el Mercado del Patio. Para el funcionario, quien destacó la posibilidad de que la economía crezca por tres años seguidos después de mucho tiempo, el “éxito” en la lucha contra la inflación llegará en la medida que se logre encauzar ese proceso a través de la readecuación cambiaria, fiscal, tarifaria y de la puja distributiva. “En los países en los que se logró bajar la inflación, los procesos se dieron en 6,7 u 8 años”, señaló.
_ La brecha cambiaria se redujo a niveles difíciles de imaginar en el momento más agitado de diciembre y enero. ¿Qué pasó en el medio?
_Así es la Argentina. A la crisis de deuda y macro fenomenal con la que se heredó el gobierno, se sumó la pandemia, durante la cual el Banco Central tuvo que actuar sólo con sus propios instrumentos para hacerle frente. Ahora se suma el impacto de la guerra en los commodities. El acuerdo con el FMI despejó hacia adelante varias de las tensiones que se venían dando. Y que, entre otras cosas, mantenían la brecha cambiaria elevada. El desafío hacia adelante es mantener esa situación de menor tensión en el marco del propio cumplimiento del acuerdo. Lo interesante de esto es que no es un acuerdo en el que tengamos que demostrarle algo al Fondo sino que es para nosotros mismos, porque las pautas que fueron fijadas en el acuerdo tienen que ver bastante más con nuestro proyecto político que con el del organismo. Hubo un momento de mucha zozobra pero las tensiones financieras y cambiarias se fueron encauzando y el desafío es sostenerlo hacia adelante.
_¿El acuerdo con el FMI y el ingreso de la cosecha consolidarán este escenario de mayor calma?
_ El acuerdo sobre todo nos da tiempo. Hay una perspectiva hacia adelante y tenemos que ser capaces de sostener esta situación. Seguramente vamos a tener buenas noticias por el lado del precio de los commodities agropecuarios pero al mismo tiempo hay que importar energía. En esta marco de Argentina agridulce hay que ir resolviendo cosas. Creo que el acuerdo calmó la situación financiera y, si se puede sostener, el aumento de la producción y la exportación permitirá obtener los dólares genuinos para sostener nuestra política de desarrollo.
_¿Se va a profundizar la devaluación del dólar oficial?
_No es que hay una devaluación mayor. La estrategia del BCRA y de nuestro proyecto político es de administración del tipo de cambio. Para que todo el mundo que mire lo que está haciendo el Banco Central crea que va a ser sostenido. A mí me gusta hablar de esta estrategia de administración cambiaria como una suerte de ancla livianita que permita ir bajando la tensión y, al mismo tiempo, lograr que la gente vea que lo que estamos haciendo es sostenible en el tiempo. En la medida en que seamos exitosos en esto, este ancla va a tener seguramente cada vez menos presión.
_Una de las estrategias del Banco Central para este año incluye el aumento de la tasa de interés. ¿No neutralizará la disponibilidad de crédito para las empresas, que es uno de los factores que explica el crecimiento?
_No. Son políticas complementarias. Porque el Banco Central, por un lado, tiene como objetivo que los ahorristas de plazo fijo le ganen a la inflación. Eso es clave para reconstruir la moneda nacional porque, sin moneda nacional, no hay posibilidad de ningún tipo de transformación. Y, al mismo tiempo, regulamos el acceso al crédito para que la pequeña y mediana empresa accedan al financiamiento para capital de trabajo e inversión. El compromiso es volcar crédito para consolidar el crecimiento.
_¿Qué proyecciones pude hacer en materia de inflación para 2022?
_Nosotros hablamos de regímenes inflacionarios porque en Argentina la inflación es un fenómeno de costos, de tipo de cambio, de tarifas, de puja distributiva y, ahora, se sumó el fenómeno de la inflación importada. Esta semana salió el dato de la FAO sobre el aumento de 13% de aumento de los alimentos en dólares. El mundo está sufriendo por la inflación y nosotros la tenemos que sumar a nuestra propia historia inflacionaria. Es necesario poner el tema en perspectiva. Por eso hablaba de un ancla livianita por el lado del tipo de cambio. Y hay que hablar también de una readecuación tarifaria que respete las variaciones salariales, hablar con los sectores del capital, el trabajo, la economía popular, para que la inercia del proceso inflacionario se vaya encauzando. Cuando vos tenés que fijar los precios, mirás la inflación pasada y lo que puede pasar con el tipo de cambio. Eso es fundamentalmente el proceso inflacionario en Argentina. Por eso, si somos exitosos en quitar tensión a este proceso seguramente seremos exitosos en ir bajando la inercia inflacionaria. No hay magia. En los países en los que se logró bajar la inflación, esos procesos se dieron en 6,7 u 8 años.
_¿Argentina puede crecer más del 3% ó 4% que es lo que plantean organismos internacionales?
_Hoy el mundo tiene bastantes incógnitas y asteriscos. El crecimiento de la Argentina va a depender de cuestiones propias, con cuánto se gasta en términos reales, y cuán exitosos seamos en mejorar el salario y generar empleo. Y después, juega el mundo. Pero en cualquier caso, que Argentina vuelva a crecer después de la fuerte recuperación de 2021, que estaba fuera de los planes de mucha gente, y que se pueda pensar en un 2023 creciendo, es muy importante. Solo dos veces en la historia, la última entre 2003 y 2008, la Argentina logró sostener el proceso de crecimiento. Habremos dado el gran paso si podemos ponerlo en esos términos.