Como se preveía, las críticas que, la semana pasada, había hecho el titular de Fiat Argentina y
vicepresidente 5° de la Unión Industrial Argentina (UIA), Cristiano Rattazzi, hacia el gobierno y
un sector de sus pares, culminaron por levantar polvareda.
La bomba demoró una semana en explotar. Rattazzi había afirmado, en declaraciones al diario
La Capital, que la UIA sería en adelante más competitiva, más eficiente y "menos
prebendaria", puso en duda el superávit fiscal y objetó la inflación y el desempeño de algunos de
los industriales desde 2002.
"Me parece que fuimos unos burros, pero algunos están convencidos de que salvaron a la
Argentina", dijo, y agregó que muchas de las reuniones internas eran tan aburridas que él se
dedicaba a "leer el diario".
La junta de la UIA decidió el martes exigirle al presidente de Fiat Auto que se "rectifique o
ratifique" sus palabras. Si ratifica, deberá someterse a sanciones de un tribunal interno, se
consignó en un acta.
Rattazzi llegó este mes a la vicepresidencia de la Unión Industrial Argentina, entre otras
razones, por una fuerte insistencia de Héctor Méndez, titular de la UIA, con quien tiene una buena
relación. Muchos de los dirigentes más proteccionistas temían que, con la nueva conducción, la
cúpula se inclinara más hacia el libre comercio.
El martes en la reunión, Méndez se apuró para aclarar ante sus pares que las palabras del
hombre de Fiat habían sido "a título personal". Pero no alcanzó, y la propia UIA lo repitió horas
después en un comunicado: "La Junta Directiva expresa que las declaraciones de su vicepresidente
5°, Cristiano Rattazzi, sólo constituirían opiniones estrictamente personales y no reflejan el
pensamiento institucional de la Unión Industrial Argentina".
Fueron dos horas de encuentro, casi exclusivamente de críticas. Rattazzi decidió no ir a la
reunión. Un día antes había llamado por teléfono a Aldo Ferrer, el economista preferido de los
industriales y uno de los aludidos en sus controvertidas palabras.
"Vivir con lo nuestro siempre nos llevó a la pobreza", había dicho el empresario de origen
italiano. Vivir con lo nuestro es el libro más famoso de Ferrer. "Disculpe si usé su frase", se
excusó anteayer. Ferrer agradeció la llamada.
Quejas
El martes, consigna La Nación, las quejas fueron casi unánimes. Le criticaron a
Méndez el hecho de que fuera a asistir solo a la reunión con la presidenta Cristina Kirchner.
Osvaldo Rial, presidente de la Unión Industrial bonaerense, aprovechó para cuestionar los primeros
pasos de Méndez.
Se preguntó para qué se había convocado otra vez al Grupo de los 7, núcleo que reúne a
dirigentes de la banca, la construcción, el agro y el comercio y que espanta al Gobierno, que lo
juzga un remedo de los 90.
Juan Carlos Lascurain, que acaba de dejar la presidencia de la UIA y ahora es vocal, agregó
que si Rattazzi se aburría y leía el diario en las reuniones, la Asociación de Fábricas de
Automotores (Adefa) debería haber mandado a otro.
¿Qué habría pasado si un industrial hubiera dicho cosas así en Italia?, preguntó en público
Roberto Arano, uno de los vocales, y alguien contestó con un chiste: "Lo habrían mandado a la
Argentina".