Con datos firmes que indican un repunte de la actividad desde los peores niveles de abril, y con los canjes de deuda prácticamente cerrados, el gobierno nacional avanza en la “sintonía fina” de un plan que hace equilibrio entre la necesidad de apuntalar la recuperación y la voluntad de recomponer gradualmente la situación fiscal. El inicio formal de las negociaciones con el FMI para reperfilar la deuda con ese organismo dentro un nuevo programa macroeconómico trazará ese delicado sendero. Mayores precisiones traerá el proyecto de presupuesto 2021.
A inicios de la semana, luego de una reunión de los gabinetes temáticos, el canciller Felipe Solá celebró que la Argentina va a terminar el año con “menos déficit fiscal” del que se esperaba y “un rebote de la economía más veloz” en las pospandemia.
En el último informe de coyuntura del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), el economista Andrés Asiaín, compartió el dato de que la argentina comienza a salir de lo peor de la coronacrisis. Pero no dejó de advertir que el rebote tiene mucho que ver con la puesta en marcha de sectores que se encontraban prácticamente parados durante los meses de más estricta cuarentena. Y que la recuperación pospandemia dependerá del programa económico de reactivación que presente el gobierno. Las “60 medidas para salir de la crisis”, estimó, “deberán hacer equilibrio entre las presiones sectoriales, los cambios que implica la nueva normalidad y las restricciones estructurales de la economía, que se condensan en un mercado de cambios bajo presión permanente”.
"La recuperación pospandemia dependerá del programa económico de reactivación que presente el gobierno"
Casi en paralelo con el inicio de un nuevo capítulo del romance de Alberto Fernández con Kristalina Georgieva, el titular del Ceso consideró que el principal escollo para la reactivación surge, precisamente, de “las restricciones a la política económica que pueden derivar de la renegociación de la deuda con el FMI”.
“El pacto implícito de austeridad fiscal con un tipo de cambio elevado entre los funcionarios de economía y la burocracia del organismo, puede paralizar los principales motores de la demanda, el consumo público y privado, manteniendo la economía en el letargo de la recesión”, advirtió.
Según el último informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), la moderación fiscal ya estaría asomando. Las cuentas públicas mostraron en julio un déficit primario de $ 155.524 millones, con ingresos creciendo al 16,1% interanual y el gasto primario al 59,2%. “Si bien se mantiene la brecha, mostró la menor caída real de ingresos y el menor crecimiento interanual del gasto, en comparación con el inicio la cuarentena”, señaló.
El centro de estudios que conduce Nadin Argañaraz aprecia un principio de mejoría de la dinámica fiscal. Aunque aclara que “está aún lejos” de presentar “un escenario de sostenibilidad para 2020”. Las proyecciones de déficit primario anual se mantienen entre el 8,1% y el 6% del PBI. Con un agregado preocupante: “Existe hasta el momento una relación prácticamente uno a uno entre ese rojo y las transferencias del BCRA al Tesoro”.
Para el Instituto de Estudios de la Realidad Argentina (Ieral), estos números fogonean las expectativas de inflación y devaluación. Y presionan sobre el principal desafío que tiene hoy el Banco Central: la presión cambiaria y la brecha de las cotizaciones paralelas del dólar con la oficial, pese al acuerdo con los bonistas. Su receta para reducirla es desactivar “los riesgos que tienen que ver con el déficit fiscal y su financiamiento, junto con el amenazante crecimiento de la deuda del Banco Central (Leliq)”. En el mientras tanto, “podrían usarse instrumentos transitorios como el desdoblamiento cambiario”.
El presidente del BCRA, Miguel Angel Pesce, aseguró en la semana que el tipo de cambio actual es competitivo, y desafió: “Podemos administrar el mercado cambiario con este nivel de reservas, lo hicimos con éxito hasta ahora y lo podremos hacer en el futuro”.
Asiaín, del Ceso, no lo ve tan así. Opinó que el Central tiene “una clara política de minidevaluaciones diarias” pero no “un objetivo de tipo de cambio en el dólar MEP-Contado con Liqui”. Sugirió actuar sobre la brecha operando sobre el mercado de bonos. Para eso recomendó un aumento del impuesto País y la eliminación del “parking” de cinco días en los títulos para la venta de dólares. También criticó la descoordinación entre las políticas de devaluación y de tasas. “Ni las tasas de plazo fijo ni aquellas que acompañan al UVA/CER igualan el rendimiento de la devaluación que apunta de ser un 40% anual”. Este desfase no contribuye a aumentar la oferta de agrodólares ya que “el mercado de exportaciones agropecuarias está fuertemente financiarizado y apalancado”. De ese modo, el único incentivo a las ventas está dado “por la necesidad de cubrir un pago”, señaló.
Al respecto, el analista del mercado de granos Pablo Adreani consideró que el gobierno podría reimplantar el diferencial arancelario y reducir los derechos de exportación a las ventas al exterior de productos elaborados de soja. Estimó que sería una forma de acelerar la liquidación de u$s 10 millones correspondientes a las 18,5 millones de toneladas de soja en poder de los productores y las 8,2 millones de toneladas entregadas a fijar.