El juez en lo Civil y Comercial de Rosario Marcelo Bergia decretó ayer la quiebra de la industria metalúrgica Alloco de Villa Gobernador Gálvez, y abrió un capítulo más en el largo conflicto que los trabajadores de esa fábrica que produce maquinarias y plantas integrales para la industria aceitera mantienen con sus dueños desde hace más de un año.
Tras conocerse esa decisión judicial los trabajadores de la firma informaron que hoy a primera hora se reunirán con el juez Bergia, con quien conversarán sobre las eventuales salidas al conflicto tras la quiebra, entre las que figuran la llegada de un nuevo inversor o la conformación de una cooperativa conformada por los ex empleados (ver aparte).
"Nosotros estamos citados con el juez hoy a las 8:15 de la mañana para ver cómo vamos a seguir, no sabemos con precisión de qué vamos a hablar pero suponemos que hay un inversor interesado, pero tenemos que escuchar primero antes de decidir algo", dijo Leo Vallejos, uno de los representantes de los trabajadores.
Vallejos resaltó que, en todos los casos, los trabajadores (alrededor de un centenar) "no quieren ceder ninguno de los derechos laborales" que tenían antes del conflicto, y que en primer lugar incluye los sueldos con los aumentos pactados durante el año pasado.
"No queremos resignar nuestro sueldo, lo que ganábamos, en este tiempo nos dimos cuenta que podemos gerenciar la empresa y por eso pedimos que si viene un inversor, que sea al 100 por ciento bajo las condiciones anteriores, y si no seremos una cooperativa", algo para lo cual precisarán contar con "la voluntad y la decisión del juez".
En este contexto, el trabajador subrayó que las condiciones financieras de la empresa para la llegada de un eventual inversor no son tan malas como antes, ya que la devaluación del 20 por ciento alivianó el costo en dólares de la deuda en pesos (que es de 109 millones).
"Si viene algún inversor tiene todas las herramientas dadas para tomar la fábrica y los trabajadores al 100 por ciento, en un año de conflicto nunca nos bajamos el sueldo y eso es nuestro orgullo", reafirmó.
La situación de los empleados de Allocco empezó a complicarse en octubre del año 2012, cuando el dueño de la empresa, Fernando Jorge Markous, decidió presentar a la firma en concurso de acreedores. En ese momento la metalúrgica contaba con alrededor de 200 trabajadores. Con el correr de los meses la planta se comenzó a achicar y hace un año los empleados comenzaron a tener dificultades para el cobro de sus sueldos, lo que originó largos meses de conflicto con cortes de calle, marchas y decenas de reuniones con funcionarios de la cartera laboral provincial y de la Nación.
Allocco se dedica a la fabricación y montaje de maquinarias y plantas integrales para la industria aceitera, y tuvo clientes como AGD, Bunge y Molinos. En su origen fue un emprendimiento familiar, pero en el año 2007 se fusionó con su principal competidora en el mundo: Desmet Ballestra. En los hechos, la firma europea "compró" a su rival para luego llevar adelante un proceso de vaciado que terminó en la quiebra decretada ayer.
Ninguna de las instancias laborales oficiales supo o pudo entender la importancia de una industria líder a nivel mundial que proveía además maquinaria al sector aceitero nacional, uno de los motores de la economía argentina.
Con poca o nula ayuda gremial, Alloco terminó transitando el camino de la quiebra y ahora intenta reinventarse un futuro competitivo con un nuevo inversor, o a través de una cooperativa compuesta por sus trabajadores.