Mientras en otros países la crisis está provocando deflación de precios, en la
Argentina el impacto de la desaceleración global no tuvo el mismo efecto, al menos en forma
generalizada. Una de las explicaciones es que la caída del consumo todavía no llegó a los productos
que integran la canasta hogareña. Con varios meses de incertidumbre sobre el hombro, los argentinos
decidieron dejar para más adelante sus proyectos de compra vinculados a bienes durables pero aún no
se resignaron a cambiar sus hábitos a la hora de llenar el changuito.
Paralelamente, el Indice de Precios al Consumidor (IPC) en Santa Fe registró un
incremento del 0,8 por ciento durante enero pasado, según los últimos datos difundidos por el
Instituto Provincial de Estadística y Censos (Ipec). La cifra está por debajo del nivel
inflacionario habitual para ese mes en los últimos años. El indicador provincial reflejó subas de
precios del 0,9 por ciento en enero de 2004; del 1,6 por ciento en el mismo mes de 2005; del 2,3
por ciento en 2006; del 1,3 por ciento en 2007 y del 1,3 por ciento en 2008. Esta evolución podría
indicar que la desaceleración de la economía se sentiría en los precios. Pero esa tendencia no está
clara.
El consumo de productos masivos resiste y se atrinchera en nuevos hábitos. Es
más, desde el sector comercial se animaron a argumentar que en algunos productos se incrementó la
venta, aunque como consecuencia de una baja en otro sector. Un ejemplo: "En los últimos tiempos
aumentaron las ventas de detergentes dado que una mayor cantidad de la población decidió quedarse a
comer en casa antes que ir a cenar a un restaurante", señaló Alberto Guida, presidente de la Cámara
Argentina de Distribuidores y Autoservicios Mayoristas (Cadam).
Oleada importadora
Sin embargo, no toda la cadena alimenticia presenta un escenario tan optimista.
Las fábricas de alimentos y productos de limpieza comenzaron a competir fuertemente con las
importaciones. Por efecto de la baja del consumo en sus países de origen, muchas compañías salieron
agresivamente a colocar sus productos en otros mercados a menores precios.
Si bien el gobierno aplicó restricciones a la importación de bienes
industriales, como heladeras y textiles, no trabó el ingreso de alimentos. Los empresarios señalan
que, de a poco, aumenta la cantidad de productos importados en ese rubro. En este sentido, la
Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (Copal) salió en los últimos días a
moderar la "sensación de rentabilidad" que se ha instalado y recordó las dificultades que sufre la
industria en su conjunto.
"Es cierto que algunas compañías pueden estar bien y mantener los volúmenes de
ventas del pasado año, pero no es lo que ocurre con la mayoría de ellas", dijo en un
comunicado.
En relación al mercado interno, la Copal explicó que "también se han verificado
caídas en la demanda, tanto de alimentos como de bebidas, en algunos casos muy significativas".
La entidad también admitió que hay un desplazamiento de la demanda a segundas
marcas y a productos de menor precio, aunque señaló que "aún es prematuro proyectar el escenario de
los próximos meses".
José Rocuzzo, presidente de la Cámara de Supermercados y Autoservicios de
Rosario y la Región (Casar), destacó que con el desembarco de la crisis comenzaron a "jugar las
segundas marcas, que antes estaban relegadas, y además las primeras líneas salieron a alentar el
consumo con importantes promociones".
"No hay una venta superlativa, pero es una venta positiva y no es para estar
intranquilos. Hasta ahora el consumo está amesetado. Quizá nuestro sector sea el último en sentir
la crisis", subrayó el representante de los súper locales.
Rocuzzo señaló que si bien los precios continúan ajustándose hacía arriba
"cuando la mercadería aumenta demasiado el consumidor es prudente y aplica la compra castigo, es
decir que cambia de marca hasta que vuelve a su sendero habitual".
Por su parte, Juan Milito, presidente del Centro Unión Almaceneros, coincidió
con que el cliente muestra una cierta prudencia a la hora de realizar las compras. "Hay cosas en
las que se restringe el consumo, por ejemplo en quesos, gaseosas, cervezas. Notamos una caída de
las ventas que por ahora no es la que la crisis internacional marca pero desde que comenzó el año
fue de un 10% en unidades físicas", señaló.
Como la crisis internacional no llegó a la Argentina en la misma magnitud que en
muchos otros países aún no se generó un fenómeno de deflación. Los precios siguen aumentando. "El
tema preocupa. Creíamos que iba haber una detención de los aumentos. Si bien no es al mismo ritmo,
no hay bajas. Ahora hubo una suba entre un 6 y 9% de los productos de una marca muy importante del
mercado que impacta tanto en alimentos como en productos de limpieza", indicó Milito.
El referente de los almaceneros de la ciudad advierte que todavía resta por ver
cuál será la profundización de la crisis internacional. "Vemos que vendrán épocas difíciles donde
habrá que hacer mayores ofertas y acciones puntuales para alentar el consumo. Por ahora estamos con
luces amarillas viendo como se desarrolla la situación", destacó.
El presidente de la Cámara Argentina de Distribuidores y Autoservicios
Mayoristas agregó que si bien la situación de incertidumbre es amplia y cuesta predecir un
escenario futuro "habrá que seguir la actitud de compra del consumidor y la crisis financiera
internacional y la local con el campo".
"No somos pesimistas, sabemos que mientras no se desencadene una situación
económicamente grave la gente no deja de consumir alimentos", destacó Guida con un tono
esperanzador y casi convencido de que el sector puede escaparle a los vaivenes de la economía
global.
"El consumo masivo es lo último que se puede deteriorar en una crisis. Se ve la
baja no tanto en alimentos sino en durables, que son vendidos en hipermercados, como los artículos
para el hogar, electrodomésticos, camping y deportes, entre otros rubros", apuntó.
Una señal política
En tanto, Guillermo Oliveto, presidente de la consultora de consumo masivo CCR, consideró que el adelantamiento
del cronograma electoral para fines de junio dispuesto por el gobierno nacional es "bueno", porque
"descomprime el factor incertidumbre" que reina por estos tiempos.
En ese sentido, opinó que "ordenado el segundo semestre del año desde el punto
de vista político, luego se verá cómo evoluciona económicamente", reflexionó.
Oliveto calificó al 2009 como un año D y D (difícil y distinto), donde el canal
de distribución mayorista, que en el 2008 facturó 19 mil millones de pesos, se sostendrá en el
rubro alimentos con un crecimiento de las categorías que significan "volver a cocinar en casa" como
el arroz, fideos, salsas de tomate y tapas para empanadas; y productos de limpieza del hogar como
detergentes y lavandinas.
"Si el 2008 fue el año de la demanda, el 2009 será el año de la oferta. El
consumidor experimentado tendrá una actitud selectiva y verá lo que le conviene comprar",
anticipó.
La hora del almacén
Carlos Ortego, director de la consultora local Competencia, coincide con esta
teoría y agrega que "el actual nivel de consumo masivo está condicionado a que no haya
desempleo".
"El cambio que se está dando pasa porque se tiende a volver al negocio
tradicional, al almacén, a la compra de menor monto y mayor frecuencia. También hay un auge de las
segundas marcas, en detrimento de las primeras y se empezaron a resignar algunos lujos para
sostener educación y salud", explicó el analista quien añadió que el consumidor espera las
promociones de las diferentes bocas de expendio y de los medios de pago para realizar su
compra.
En suma, el consumidor se volvió selectivo, busca ofertas y planifica. Y aunque pueda ahorrar en
ciertos productos como en indumentaria, cenas fuera de casa o mantenimiento del hogar, aún se
resiste a cambiar radicalmente sus hábitos cotidianos.