La decisión del campo —un sector que en los últimos años dinamizó el consumo en la ciudad— de sacar el pie del acelerador, ya sea por precaución o por malestar, se inscribe en un escenario que ya mostraba algunas turbulencias.
La decisión del campo —un sector que en los últimos años dinamizó el consumo en la ciudad— de sacar el pie del acelerador, ya sea por precaución o por malestar, se inscribe en un escenario que ya mostraba algunas turbulencias.
Los últimos relevamientos de consumo a nivel nacional comenzaron a dar cuenta del impacto de la inflación en la voluntad de compra de los argentinos y aunque el campo podía darse el lujo de mostrarse como la excepción por la alta rentabilidad que concentraba, su actitud expectante sumó puntos al parate.
Grandinetti (Cadeiros) señaló que los emprendimientos nuevos, como los fideicomisos para la construcción, "sufrieron el impacto del incremento de costos y los precios de venta están al límite de la elasticidad de la demanda".
De ese modo, la inflación pega de lleno en este segmento provocando una disminución de la rentabilidad prevista.
Por otra parte, consideró que inciden en el sector "la dificultad creciente de acceso al crédito, por el aumento de las tasas y la reducción de los plazos", que provocó la caída de muchas operaciones en las últimas semanas.
A plazo
En ese sentido, García (de Ginza) explicó que la dinámica inflacionaria modificó los patrones de compra.
"Durante los últimos tiempos disminuyeron mucho las operaciones a crédito, pero ahora estimamos que con menos presencia del campo y por la inflación que afecta a los asalariados, volverá con más fuerza esta modalidad", dijo.
Para Ulanovsky (Aevi), el fenómeno inflacionario "castiga duramente los costos que aumentan semana a semana y las empresas tarde o temprano lo trasladan a los precios", dijo el empresario, quien señaló que "los márgenes de rentabilidad están bastante ajustados".