La ganadería argentina está en pie de guerra y el gobierno es su contrincante.
Por efecto negativo de las políticas públicas hacia el sector, los actores de esta cadena señalan
que la actividad corre serios riesgos a futuro y anticipan que de no modificarse el statu quo
actual, tan sólo en cuatro años el país deberá importar carne para abastecer el consumo
interno.
Sin embargo, la solución a los problemas no tienen un único recorrido, en
función de la heterogeneidad de subsectores que conforman la cadena cárnica, que a lo largo de los
últimos años fueron mutando de la mano del desplazamiento de la producción ganadera a costa de la
soja y el crecimiento de los feed lots como proceso productivo.
La ganadería fue el primer sector en sentir el impacto de la intervención del
Estado en la actividad —con el objetivo de frenar la inflación— que arrancó en el año
2005 cuando el gobierno de Néstor Kirchner cerró las exportaciones. Desde entonces, los productores
vienen denunciando una política de desaliento a la producción, un reclamo que se reavivó con el
conflicto del campo y volvió a reeditarse en las últimas semanas en una multitudinaria asamblea de
ganaderos en la localidad de Olavarría.
Según un informe de la Asociación Argentina de Consorcios de Experimentación
Agrícola (Aacrea), el rodeo argentino entró en una etapa de liquidación en 2007 y ese proceso se
mantiene hasta hoy. Durante los últimos 12 meses, los productores liquidaron 1,2 millón de cabezas
y la tendencia continúa en 2008.
Además, el porcentaje de hembras en la faena ya supera el 50 por ciento en este
año, lo que representa "otro síntoma de desánimo empresario", señala el informe.
"El peso de faena disminuyó en lo que va de 2008 en 10 kilos de res con hueso
por el desaliento de los productores, por el aumento de los costos y por la creciente oferta bovina
de los feed lots", expresa Aacrea y señala además que "el stock bovino por persona en la Argentina
disminuyó notablemente durante los últimos 50 años, pasando de 2,5 cabezas por habitante a menos de
1,5 cabezas por habitante".
Por otra parte, el relevamiento indicó que "más recientemente las exportaciones
de carne argentina perdieron posiciones en el mercado mundial" ya que en 2005 el país era el tercer
exportador mundial de carne y hoy es el sexto, mientras que Brasil se mantiene desde 2004 en el
primer lugar.
Los números expresan un escenario complicado para el sector, donde prevalece un
déficit productivo acompañado de un profundo proceso de transformación, vinculado al desplazamiento
de hectáreas en mano de la agricultura, el traslado de la producción a zonas marginales y la
profudización del modelo de ganadería de encierro (feed lot) por sobre el pastoril.
El consultor Ignacio Iriarte considera que "el proceso de destrucción de la
ganadería que está llevando adelante el gobierno es una represalia por tratarse de un sector más
débil que el de los granos", ya que desde su punto de vista, la actividad está en una pendiente
hacia abajo a pesar de que se trata de un negocio que factura 40 millones de dólares anuales.
Los representantes de los distintos eslabones de la cadena coinciden en que la
situación del sector es "preocupante", pero los argumentos son disímiles a la hora de explicar las
razones e identificar a las áreas más vulnerables.
Para el Daniel Rearte, coordinador del Programa Nacional de Carne del Instituto
Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta) "hay una crisis" y lo más importante es que con el
avance de la soja se achicó la superficie ganadera en unas 12 millones de hectáreas. "Se concentró
la ganadería en el norte de Santa Fe y otras regiones, pero sin reducción de stock", dijo y a su
juicio "esto no tiene que ver con la falta de estimulo", sino con "el avance de la soja en la
región pampeana, donde estaban las vacas y se llevaban los terneros que se producían en el
NEA".
Según Rearte, lo primero que desapareció fue la invernada y los terneros no
volvieron más a la región pampeana. Actualmente se crían en el NEA y el NOA. Un ejemplo de esto es
la provincia de Corrientes que antes era una zona de cría y ahora sólo de recría y engorde."El
sector que está en problema es el de criadores, los que antes compraban al invernador", puntualizó
e hizo hincapié en que el stock corre riesgos porque la superficie se achicó y no por la pérdida de
rentabilidad.
"Era invitable esta crisis. La Argentina ganadera se achicó dando paso a la
Argentina agrícola"; sintetizó.
El mapa productivo
Desde el punto de vista de la producción, Angel Girardi, presidente de la
Asociación Argentina de Productores de Carne Bovina (Aprocaboa) al proceso que atraviesa hoy la
ganadería hay que analizarlo mirando el ciclo productivo en su conjunto. En ese sentido recordó que
el bife que llega al mostrador es el resultado de tres años de trabajo.
A su juicio, la política que llevó adelante el gobierno —intervención de
mercados, cambios en el peso mínimo de faena, la creación de registros de exportación y los cupos a
la misma o las compensaciones— hicieron que hoy se asista a un proceso de liquidación de
hembras mayor a lo esperado y falta de gente en la actividad ganadera. "La agricultura se llevó 12
millones de hectáreas. Las vacas se han desplazando a zonas marginales y también se acentuó el
déficit productivo, con un menor porcenaje de preñez", señaló.
Para Girardi, en dos años se va a importar carne si sigue en este parámetro ya
que "no podemos subsidiar algo si el 85% queda adentro y se exporta el 20%".
Otro cambio que experimentó la ganadería en estos últimos tiempos, fue el avance
de los establecimientos de feed lot, sobre el sistema pastoril, sector que recibió un mayor
porcentaje de compensaciones. En ese marco, Juan Carlos Eiras, presidente de la Cámara Argentina de
Engordadores de Hacienda Vacuna, consideró que la situación de la ganadería de engorde es parecida
a la pastoril ya que las compensaciones alivian un poco las cosas pero el Estado provoca "la
inestabilidad del negocio".
"El engorde a corral se va a seguir haciendo. Se observa el crecimiento porque
el mercado de la carne sigue con alta demanda", dijo Eiras, aunque aclaró que "la coyuntura
necesita medidas para que el criador pueda ser sustentable".
"El negocio ganadero presenta un desbalance entre los que producimos y el resto
de la cadena. Cuando se observa que el productor recibe 3,5 pesos por kilo en pie y la carne le
cuesta al consumidor por encima de los 20 pesos, se notan las diferencias", agregó y adelantó que
si no se logra un meta de consumo interno consensuada entre privados y gobierno, "nos vamos a
quedar sin carne".
Por otra parte, explicó que "con precios tan bajos de la carne en el mostrador y
el crecimiento demográfico estimado en 400 mil personas por año, la Argentina se va comer el saldo
exportable". También dijo que hay que buscar un modelo sustentable, dentro de lo que es la
ganadería de cría, pero no caer en supuestos equívocos como el que esa actividad va a competir con
la agricultura.
Para Raúl Milano, consultor agropecuario, se dio un cambio de paradigma en el
sector, ya que se cría la hacienda en campos marginales y hubo un proceso de sustitución por el
sistema de engorde, pasando de 3 a 6 millones de cabezas. "El desarrollo de los feed lot fue
impulsado por el ingreso de frigoríficos y matarifes a este negocio, actualmente compensado por el
Estado", dijo.
Milano explicó que cuando el gobierno privilegió el consumo a la exportación,
generó un problema en el sector. "Las distintas medidas lograron hacer caer los niveles de stock y
los precios para el productor siguieron iguales, mientras que para el consumidor subieron". En
tanto, "no hubo interés en sondear dónde queda la diferencia".
Para Milano, "los más afectados en este proceso son el productor y el consumidor", mientras que
"los más beneficiados son los frigoríficos, sobre todo los ligados al consumo".