La comparación más recurrente de estos días es la que identifica la crisis
actual con el crac de 1929. Pero en la coctelera se mezclan las experiencias de una sucesión de
crisis contemporáneas, desde la crisis el petróleo en los 70, las de mutuales estadounidenses en
los 80, el estallido de la burbuja inmobiliaria en Japón en los 90 o la caída de las puntocom en
2001. Sin embargo, el caos que hoy reina en las plazas financieras del mundo tiene sus
singularidades.
Para algunos analistas, las medidas diseñadas para responder a las caídas de las
Bolsas internacionales marcan una diferencia con el crac de los años 29 y 30 en Estados Unidos.
Opinan, al mismo tiempo, que permitirían que las consecuencias en la economía real resulten menores
que las que supo padecer el mundo en siglo pasado.
Que habrá consecuencias sobre la economía global no hay dudas —de hecho ya
se están evidenciando—, pero aún no está claro si cuando los mercados se calmen se abrirá el
camino para un nuevo orden mundial, para nuevas reglas de juego entre los países desarrollados y
los emergentes.
El espectro
El destacado economista marxista francés François Chesnais, describió en la
Revista Herramienta que "esta crisis tiene como otra de sus dimensiones la de marcar el fin de la
etapa en que Estados Unidos pudo actuar como potencia mundial sin parangón". Para el pensador, ese
país "será sometido a prueba: en un plazo muy corto todas sus relaciones mundiales se han
modificado y deberá, en el mejor de los casos, renegociar y reordenar todas sus relaciones en base
al hecho de que deberá compartir el poder". ¿Será con Europa? ¿Será con Asia?
Los economistas locales dan su mirada sobre el tema y si bien se animan a
adelantar que el mundo económico será muy diferente después de esta crisis, algunos circunscriben
las consecuencias al sistema financiero y a la estructura de los organismos internacionales.
Consideran que todavía no se dan las condiciones necesarias como para que una nueva potencia
—China o Rusia— se transforme en el motor del mundo. Sostienen que Estados Unidos
conservará su hegemonía aunque deberá compartir la toma de decisiones sobre muchos temas sobre los
cuales antes decidía casi unilateralmente. Otros cambios que pronostican los economistas es el
traspaso de tradicionales compañías estadounidenses a inversores globales, principalmente
asiáticos. El sector automotriz podría ser el ejemplo más inmediato.
Dante Sica, director de la consultora Abeceb.com, consideró que "hay que ver
cómo decantan los daños" para ver si el mundo cambia. En ese sentido, apuntó que seguramente se
acelerarán algunas transformaciones que se demandan a nivel global, como el rediseño de los
organismos internacionales.
Asimismo, advierte que como resultado de esta crisis habrá cambios en el sistema
financiero. En suma, la libertad que permitió al sector desarrollar herramientas flexibles como las
hipotecas subprime quedará en el olvido y el control se hará presente con fuerza.
Chau crédito
“El armado de un nuevo sistema financiero no será
rápido, llevará tiempo implementar los cambios pero en Estados Unidos habrá nuevas regulaciones y
más control y eso producirá menos financiamiento y crédito que años anteriores. La confianza se
rompe rápidamente pero tarda en recuperarse y en los países en donde la crisis golpeó fuerte habrá
una nueva arquitectura del sistema financiero”, subrayó el analista, al tiempo que destacó
que “un mundo con menos flujo de capitales para la inversión y tasa más alta se verá afectado
desde el punto de vista real”.
Sica ve “grandes diferencias” con la crisis del
30. En primer lugar, por la cobertura institucional desplegada, que antes no existió. En segundo
lugar, por el grado de intervención de los gobiernos.
Subrayó que habrá dos trimestres de caída y baja de crecimiento en la
mayor economía del mundo, en Estados Unidos, pero no entrará en recesión.
El director de la consultora Abeceb.com considera como una
ventaja las respuestas de los gobiernos a esta crisis —el plan de salvataje diseñado por
Estados Unidos, las constantes inyecciones al sistema, la baja coordinada de la tasa de
interés— aunque sostiene que los gobiernos podrían haber actuado con más velocidad.
“esto demuestra la ausencia de liderazgo internacional”, opinó el economista.
Por otra parte, Sica aseguró que para analizar cómo quedan
posicionados los países después de este temblor habrá que esperar el resultado de las elecciones en
Estados Unidos.
“Es probable con un nuevo presidente se venga otro paquete de
ayuda”, señaló.
La economía real
El economista Jorge Vasconcelos, investigador Jefe del
Instituto sobre Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral) de la Fundación Mediterránea, indicó
que esta fase aguda de la crisis no producirá un cambio en el orden mundial, aunque asegura que
“ocurrirá más adelante”. Su afirmación se basa en que todavía existen elementos de
estabilidad dentro de la enorme turbulencia que viven los mercados, que tienen que ver la emisión
de dólares y los títulos del Tesoro. “En la medida que Estados Unidos pueda contar con
demanda de dólares y bonos va a tener instrumentos para paliar la crisis. Cuando la gente huya del
dólar podremos estar hablando de un cambio de poder”, indicó.
El investigador destacó que la gran diferencia entre esta
crisis y la del 30 es la inyección de liquidez. “Los mercados financiero todavía no tocaron
su piso, cuando eso pase podremos ver cuánto dura la inercia negativa”, dijo aunque estimó
que “las acciones no van a valer cero para el 95% de las empresas, tal vez sí para un
5%”, precisó.
Nuevo perfil bancario
Además de los mayores controles y fiscalizaciones que
tendrá el sistema financiero luego de la crisis, Vasconcelos remarcó que se volverá a los negocios
tradicionales que tienen que ver con prestarle a las familias y a las empresas y consideró que los
novedosos instrumentos como la securitización quedarán en el olvido. “El sistema bancario va
a volver a las características de décadas anteriores. Trabajar sobre los márgenes y apalancados es
algo que no va volver a ocurrir por algún tiempo, se volverá al negocio más tradicional sobre la
base de instrumentos financieros menos sofisticados porque además habrá más control”,
indicó.
Por su parte, el economista Eduardo Curia advirtió que por
ahora el mundo se las tiene que ingeniar para capear los efectos de la crisis y mientras tanto no
existe espacio para una reconfiguración del orden mundial. Dentro de ese escenario, se mostró un
tanto escéptico y dijo que “habrá que ver si la crisis genera una banca más
conservadora”.
“Uno puede presumir que habrá algún tipo de
revalorización de políticas, de criterios, en cuanto a la intervención de los poderes públicos,
pero por ahora la idea es capear la crisis, que no será corta. Lo que el mundo va a hacer es ver
cómo se las ingenia para sortear los efectos y mientras tanto no se verán aspectos de
reconfiguración del orden mundial”, detalló el analista.
El regreso del Estado
Con una visión más arriesgada, Enrique Iglesias, ex
presidente del Banco Interamericano de Desarrollo y actual secretario general iberoamericano, prevé
una nueva relación del Estado con el mercado.
“Habrá más presencia estatal y se tendrá que convivir
con más intervenciones”, destacó en una entrevista realizada por La Capital y
pronosticó “un nuevo sistema financiero, distinto del que fue, y una nueva arquitectura
financiera internacional, en cuyo marco habrá que repensar la labor del Fondo Monetario”.
Asimismo, opinó que se dará un cambio en el poder económico
mundial y Oriente se va a fortalecer, aunque consideró que Estados Unidos seguirá siendo la gran
economía del mundo.
La integración
Con respecto a América latina propició que esta crisis no
derrumbe las cosas que se han hecho bien, como la famosa integración entre los países de la región.
No obstante, manifestó que la actual crisis financiera mundial va a
provocar una caída en las tasas de crecimiento, y una pérdida en el nivel de las inversiones en los
países de Sudamérica.
Si bien Iglesias consideró que “el problema va a ser
controlado”, señaló que el eje de la discusión también pasa por las políticas a desarrollar
el día después de que se controle la hemorragia, porque “la recuperación va a llevar
años”.
“Se va a tener que alumbrar una nueva forma: vamos a un mundo
súper regulado”, dijo desde Madrid.