La inflación no cede, las corridas cambiarias son recurrentes y las amenazas de crisis explosivas nutren los debates públicos. La política se agacha frente a un discurso que la impugna con promesas de un 2001 o terremotos peores. Sin embargo, en las provincias que arrancaron el calendario de elecciones, los oficialismos o sus variantes internas ganaron sin sobresaltos en procesos estables y con magros resultados para las franquicias mesiánicas.
Este pequeño fenómeno sorprendió a algunos analistas. No es extrapolable a nivel nacional ni marca una tendencia para el resto de los distritos. Cada territorio es un mundo y es probable que el comportamiento varíe en aglomerados más poblados, con mayores niveles de conflicto (violencia urbana, por caso), y en las regiones más influenciadas por el ambacentrismo político. El tiempo también juega y, en 2023, cada día que pasa complejiza la situación económica.
Pero precisamente la economía puede ser parte de los muchos factores explicativos de los últimos resultados electorales en las provincias. Al menos, la recuperación de la actividad que se vivió entre los finales de 2020 y 2022, ninguneada en la agenda pública por distintas circunstancias. Entre ellas, la propia grieta de la coalición oficialista, y la hegemonía de los analistas arraigados en territorios que no tienen a la producción de bienes como base material.
El camino de salida de la pandemia forjó dos años de reactivación que se extendió a nivel territorial y sectorial. La industria lideró el proceso y hoy la producción fabril, pese a las dificultades, sigue mostrando cifras positivas. La inversión está en el pico de 14 años. Hay ramas enteras cuyas fábricas están mayoritariamente localizadas en el interior. La maquinaria agrícola es uno de ellos. Hoy no está en el mejor momento, producto de la sequía. Pero viene de batir récords productivos y de venta. En los últimos tres años, incorporaron 40% más de personal.
El empleo formal en la industria suma 33 meses de crecimiento consecutivo y el empleo privado registrado total suma 31. La recuperación fue extendida geográficamente. Catamarca es la provincia que experimentó mayor crecimiento relativo de asalariados privados formales (28,7%) desde julio de 2020. Le siguieron Tierra del Fuego, Formosa y La Rioja. Con excepción de Tucumán, todas aumentaron. Las que menos lo hicieron fueron Mendoza, Caba y Jujuy.
No fue un simple rebote ni un fenómeno natural. Este cambio de tendencia en el sector productivo fue estimulado por políticas públicas, decididas incluso durante la pandemia. Créditos a tasas subsidiadas, administración del comercio exterior, refinanciamiento, asistencia directa, inversiones públicas y acuerdos y regímenes sectoriales específicos. El mismo paquete de rescate que se instrumentó para aliviar las consecuencias de la crisis Covid fue la plataforma del despegue posterior. El Banco Nación acumuló financiamiento por $ 500 mil millones para inversiones en el sector productivo desde 2020. Un caso: los préstamos subsidiados para la compra de maquinaria agrícola pasaron de 0 a $ 95 mil millones en tres años. La línea de inversión productiva pasó de $ 3 mil millones a $ 84 mil millones.
La inversión pública en infraestructura se duplicó en términos de PBI entre 2019 y 2021 y el mayor porcentaje se ejecutó a través transferencias de capital a las provincias, que financiaron con esos recursos sus obras. También creció la inversión real directa. Incluso en el tormentoso primer trimestre de 2023, y en medio del ajuste pactado con el FMI, estas asignaciones se mantuvieron apenas por debajo de la inflación. Otro capítulo es la reposición parcial de los subsidios a servicios públicos al interior, que habían sido casi eliminados en la etapa anterior, la cancelación de deudas históricas y el financiamiento nacional a Estados provinciales, que aprovecharon la pandemia para ajustar sus cuentas públicas.
En la mayoría de los casos, los Estados provinciales actuaron como subsidiarios del nacional en este proceso. Sin embargo, la dinámica política disoció este hecho de la percepción de sus destinatarios. En un conjunto de distritos, líderes locales, firmes a la hora de pedir y rápidos al momento de desmarcarse, capturaron ese valor. No a todos les saldrá bien. El caso es que el gobierno nacional, que puso la plata y la decisión, la vio pasar, en buena medida por su propia crisis. No será fácil que eso cambie ahora, cuando la inflación y la inestabilidad macroeconómica escalan, el ajuste va en serio y la sequía le pega un golpe histórico a la actividad.