Para Fernando Lago, director del Area de Pensamiento Estratégico de la Cámara Argentina de la Construcción, el escenario de crisis internacional complica las fuentes de financiamiento para desarrollar obras de infraestructura. Pero al mismo tiempo subrayó que la inversión en construcción es el estímulo más eficiente para sostener la actividad económica en estos momentos de turbulencias. Bajo este análisis, el directivo expuso en Rosario un anticipo de la actualización del plan estratégico elaborado por la entidad que agrupa a los productores, en el que se detallan las obras y los ejes de un plan de inversión para contribuir a sostener un crecimiento del 5% del PBI.
“La cámara de la construcción formó desde hace unos años un área de pensamiento estratégico, que busca hacer análisis y propuestas a largo plazo; en 2006 hicimos una propuesta de las obras que había que hacer para que el país crezca al 5% anual acumulativo, lo actualizamos en 2011 y también este año“, explicó. El nuevo trabajo, que se publicará en 15 ó 20 días, fue anticipado en el seminario de infraestructura y construcción que se desarrolló en la sede de gobierno de la Universidad Nacional de Rosario. El encuentro forma parte de las actividades del Programa de Infraestructura para la Integración Regional, que organiza el IDR y la UNR.
—¿Cuáles son los ejes de la nueva propuesta de la CAC?
—Los objetivos son mejorar la calidad de vida, la integración física del país y la competitividad. Y para eso hay que tener una infraestructura eficaz. Identificamos con especialistas de cada rubro qué obras habría que hacer. En números gruesos decimos que la inversión total del país, en equipos e infraestructura publica, debe llegar al 25% del PBI. De ese total, la construcción pública y privada deberia ser del 15% y, dentro de ese conjunto, la inversión en infraestructura debería llegar a 8,5%. Alrededor del 1,5% de ese monto debería ser destinado a vivienda, 1% será vialidad y más de 1% a las obras de agua y saneamiento. Identificamos como una meta importante el crecimiento en infraestructura social, como vivienda, agua y saneamiento, escuelas y hospitales, manejo de los residuos. También son relevantes las áreas transporte y energía y las obras que necesitan los sectores productivos.
—¿De qué situación se parte?
—En realidad, estamos mucho mejor que en 2002. La inversión en infraestructura en ese año fue de 0,8% del PBI. Vamos a terminar 2015 por encima del 4%. Estamos proponiendo elevarla al 6%. Creemos que además debe haber participación privada, a través de la figura de la articulación publica privada. Es un esfuerzo que vale la pena hacer porque hay ejemplos concretos del impacto que tienen las mejoras de infraestructura en la caída de los costos logísticos y el aumento de la competitividad.
—¿Cuáles son las áreas que se presentan como más urgentes?
—En cada una de la especialidades identificamos aquellos proyectos que creemos deben realizarse primero, porque se justifican económica y socialmente. Damos cierta prioridad en nuestro plan al tema de agua y saneamiento, porque creemos que tiene un efecto multiplicador sobre la calidad de vida y competitividad del país.
—¿Qué fuentes de financiación identifican?
—El esfuerzo es tan grande que se necesitarán todas las fuentes de financiamiento. Los tres niveles del Estado deben mantener por lo menos lo hecho. Y el sector privado debe hacer un aporte de al menos el 30% del total. Hay que recurrir a los bancos multilaterales de crédito, que en los últimos años no hicieron desembolsos netos. Hay que recurrir al financiamiento de todo tipo, y en todos los niveles de administración. En los temas de asociación público y privada, que en muchos paises son fuentes de financiamiento más importantes que los bancos de desarrollo, es más fácil comenzar a nivel local.
—¿El esquema contemplado en los acuerdos con China sirve?
—Hay proyectos que son adaptables a cada uno de los tipos de financiamiento. Hay algunos en los que el pago del usuario es importante, y son más fácilmente financiables por el sector privado, otros requieren financiamiento de bancos multilaterales, y hay algún tipo de obra que por motivos geopolíticos encuentra financiamiento país a país.
—¿Qué monto de inversión es necesario para cumplir estas metas?
—Estamos hablando de 40 mil millones de dólares cada año.
—El escenario internacional, ¿alienta o desalienta inversión en obra publica?
—La situación en el mundo se complica. Las dificultades en Brasil, ciertos problemas en China, pueden hacer reducir nuestras ventas. Y complicar nuestro frente externo, que debería ser una de las fuentes de financiamiento de esta actividad. Esto hace que el panorama para nosotros y para todos sea peor. Pero también es cierto que en estas circunstancias de recesión, la construcción es la mejor herramienta para recuperar la actividad. Cuando existe un recurso aplicable a un estimulo a la economía, la construcción tiene mucho más impacto que cualquier otra política activa. El efecto macroeconómico es varias veces superior a mecanisos alternativos.
—De hecho, este año la construcción está jugando un papel importante en el sostenimiento de la actividad.
—Efectivamente, el sector creció en los últimos meses. Un poco porque es una política activa hacia la obra pública pero un poco también porque el sector privado colabora.