Desde el punto de vista de la salud el empleo se encuentra en terapia intensiva. Es que la pandemia de Covid-19 golpeó a todos los sectores de la población y particularmente a los trabajadores. Jorge Kohen, médico especialista en medicina del trabajo, docente e investigador de la Universidad Nacional de Rosario, analizó el impacto de la primera ola y los riesgos de la segunda. Un cuadro preocupante para el mundo del trabajo.
-¿Cómo impactó la pandemia en la saluda de los trabajadores?
- Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), llegamos de 2020 a 2021 con el empleo en terapia intensiva y con un impacto muy importante en la salud de los trabajadores. En Argentina, en particular desde el mes de junio, cuando pasamos del aislamiento preventivo obligatorio al distanciamiento social, con cuidado individual y con la apertura cada vez mayor de las actividades económicas. Allí tuvimos un incremento de casos. En noviembre la curva de trabajadores infectados superó ampliamente a la general del país. Cuando comenzó la pandemia, el 67% de los trabajadores infectados eran del sector salud. Cuando el 18 de junio salió DNU de distanciamiento, esa curva se invirtió y, a partir de ese momento, los no esenciales, como comercio, manufacturero y de todo el resto de las ramas que se fueron abriendo, comenzaron a superar a los trabajadores de la salud. En febrero de este año, según el último dato publicado por la Superintendencia de Riesgos de Trabajo, el 17% de los trabajadores infectados pertenecen al sector salud y el 49% son del sector del comercio y manufacturas y distintas actividades que se fueron abriendo. En la última semana falleció en Buenos Aires un trabajador más de la educación, lo cual muestra la gravedad de la pandemia y cómo afecta a la actividad productiva y laboral.
- ¿La apertura se dio sin una aplicación correcta de los protocolos por parte de las empresas?
-Ha habido un esfuerzo muy importante por parte de los trabajadores, de las empresas por cumplir con los protocolos. Pero nosotros desde el comienzo y en particular cuando salió la resolución Nº 41 en la provincia, que pone de manifiesto los protocolos para las distintas actividades que se fueron abriendo, señalamos que todos tienen un altísimo nivel de porosidad por varios motivos. Entre ellos, el escaso nivel de participación de los trabajadores, y casi nulo, de los comités mixtos de higiene y seguridad, en su redacción y en el control su cumplimiento. Y por la distancia que hay entre el trabajo prescripto y el trabajo real. Como se naturaliza la pandemia, los riesgos y exigencias laborales, aparece esa porosidad. Y un tercer elemento es lo que se denomina la ideología defensiva del oficio, que son mecanismos de negación del riesgo y exigencias laborales que hacen los trabajadores para poder volver a trabajar todos los días y enfrentarse a los riesgos. Sin esos mecanismos defensivos, hoy no tendríamos ningún trabajador esencial trabajando, frente al temor lógico del contagio y la muerte.
_ Los comités de higiene y seguridad están establecidos por ley y tendrían que estar más activos que nunca. ¿Qué está faltando?
- Lo que está faltado es tener un programa provincial integral en materia de salud y seguridad de los trabajadores que articule los comités mixtos de higiene y seguridad con la ley, que articule el autoseguro de la provincia de Santa Fe y ponga en marcha un mecanismo efectivo un control de normas de higiene y seguridad. Quizás se ha estado más preocupado en adherir a la ley Macri del riesgos de trabajo en Santa Fe que en hacer funcionar los comités y abordar de manera efectiva el impacto que la pandemia tiene en los cambios muy negativos que ha provocado en todas las condiciones y ambientes de trabajo en todos los sectores productivos. Nos falta una estrategia integral, participativa, en materia de salud y trabajo. Todavía estamos en deuda por discutir la tercera estrategia en materia del trabajo que se tendría que haber impulsado en este sentido. Es que desde 2011 en Argentina, siguiendo indicaciones de OIT, se elaboró la primera y segunda estrategia en materia de salud y seguridad en el trabajo acordada por el Ministerio de Trabajo de la Nación y la Superintendencia, la CGT, la CTA, la Unión Industrial Argentina y Came. Dentro de eso está la resolución Nº 770 de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo que establece programas nacionales de prevención por ramas de actividad y las políticas activas de capacitación en los centros laborales y de la multiplicación del personal estatal para controlar el cumplimiento de la ley de higiene y seguridad. También estamos en rémora porque no se ha discutido lo que se aprobó con la ley de ART de Macri, que era una ley nacional de prevención y seguridad en el trabajo. Eso no salió nunca, ni siquiera en un anteproyecto, y son los déficit estructurales que venimos arrastrando en materia de salud laboral desde 1996 hasta la fecha.
-¿Qué papel han tenido las Aseguradoras de Riesgo de Trabajo (ART) en esta pandemia?
- Hemos tenido que desarrollar una lucha muy intensa desde el campo sindical a través de la Intersindical de Salud, Seguridad y Participación de los trabajadores, el campo académico, la asociación de abogados laboralistas para que salga el DNU 367 que reconoce al Covid como enfermedad presuntamente laboral y la incluya dentro del listado. Llegamos a marzo con más de 311 mil trabajadores que hayan contraído Covid a los que se ha aceptado la denuncia, pero sólo a 15 mil se le ha reconocido como enfermedad laboral. Se han perdido alrededor de 12 millones de días de trabajo neto y a lo cual hay que sumarle la cantidad de trabajadores de contacto estrecho. Según el último informe de Superintendencia de Riesgo del Trabajo, el costo total hasta fin del año pasado fue de $ 15 mil millones de costo de asistencia en todo el país, que salió del fondo fiduciario que tiene la Superintendencia. En medio de la pandemia, las ART han ganado más de 9 mil millones de pesos, en un mercado que monopolizan 4 aseguradoras. Es decir que mientras los trabajadores ven afectado su trabajo, hemos perdido más de 300 mil puestos de trabajo, tenemos 311 mil trabajadores que se han infectado y una demora en términos de reconocimiento del Covid como enfermedad laboral que excede la cuestión provincial.
- ¿Las empresas tampoco asumen esa responsabilidad?
- La dimensión económica productiva en el marco del capitalismo actual no ha aportado al tema de la salud de los trabajadores. Han forzado el ingreso anticipado al trabajo y hay todo tipo de manifestaciones: tanto cuando estábamos en cuarentena estricta, como después, cuando se fue abriendo a las actividades. No me gustaría generalizar, a todas la empresas ponerlas en el mismo plano. Sería una injusticia. Hay empresas que han luchado para hacer las cosas bien y han intentado cumplir con los protocolos y las normas, pero son los propios procesos productivos los que atentan contra estas buenas intenciones. Es una situación muy compleja. Las empresas en su totalidad subutilizan el seguro de riesgo de trabajo que pagan a las ART, en la mayoría de los casos por desconocimiento sobre las obligaciones que tienen las aseguradoras. Lo digo con conocimiento de causa porque fui gerente de prevención de la superintendencia en 2012 y 2013. Es asombroso ver cómo las cámaras empresariales desconocían que las aseguradoras tenían que hacer los estudios periódicos para evitar litigiosidad, que tenían que aplicar un programa de políticas preventivas muy detallado por cada una de las empresas aseguradas y comprometer qué presupuesto van a asignar a las mismas. Deberían cambiar su mirada de su preocupación por el ausentismo y litigiosidad hacia la subutilización de lo que están pagando. Así tendríamos mejor salud laboral.
-¿Cómo perfila el futuro de relaciones laborales en función de la salud y pandemia? ¿Qué impacto tendrá en las relaciones laborales y la salud de los trabajadores?
La normalidad que conocimos hasta 2019 por muchos años no la vamos a volver a tener inclusive cuando tengamos a más del 70% de la población vacunada, porque va a haber que seguir tomando medidas para aplastar y terminar con la circulación comunitaria del virus y, luego continuar con la trazabilidad y el bloqueo de los casos que vayan apareciendo. Esto va a generar profundas modificaciones en todas las organizaciones del trabajo. Va a haber que agregar condiciones y medioambiente, modificaciones, elementos de protección personal, más Covid, lo que va a ser la nueva forma de trabajo. Hay que tener en cuenta que un aspecto que trajo la pandemia es el teletrabajo y trabajo domiciliario y ha venido para quedarse. Esto ya era una forma de flexibilización y la pandemia lo ha profundizado. Según último informe del Indec, en el cuarto trimestre de 2020 hay una tasa de empleo del 40% y el 26% de la población estaba en modo teletrabajo. En el cuarto trimestre de 2019, esto último no superaba el 7%. Esa es la magnitud del cambio y eso genera nuevos problemas en materia de salud laboral, como fatiga crónica, estrés, burnout. Todos los problemas de la salud mental y los riesgos psicosociales que están ocultos en Argentina, hoy tienen una magnitud muy grande, están prácticamente en el mismo nivel que la infección por coronavirus, que son los efectos no infectológicos de la pandemia.