Desaceleración, amesetamiento, incertidumbre. En estos términos definieron los
referentes del sector automotriz, inmobiliario y de la construcción al comportamiento que
experimentan las ventas tras el conflicto del campo, uno de los principales motores de la demanda
doméstica en la región y promotor de buena parte de la reactivación de la economía poscrisis,
especialmente en el interior del país.
La panacea del "déme dos" (camionetas o departamentos) que se pagaba con soja,
la moneda de cambio del sector, tomó hace un año una dinámica diferente. En función de una mejor
ecuación económica los productores volvieron al crédito bancario para financiar insumos y bienes de
capital, pero el nivel de inversión se mantuvo.
Sin embargo, lo que no pudo la inflación lo logró el aumento de la presión
fiscal. El nuevo esquema de retenciones que desató el conflicto con el gobierno y el lock out de 21
días, operó como un dique de contención tanto en las decisiones de inversión como de consumo por
parte del hombre de campo. Aunque también terciaron el malhumor del sector frente a la política
oficial.
Esa actitud, cuyos efectos quizás se diluyen en los grandes centros urbanos como
Capital Federal, donde existen flujos de divisas de distintas fuentes, impactó en las economías del
interior del país que se movieron y crecieron en estos años al ritmo del sector agropecuario.
A solo dos meses de Expoagro, la muestra por excelencia del campo en la cual se
batió récord de ventas de equipos, los productores desaceleraron y echaron mano del dicho campero:
desensillar hasta que aclare . Por eso, en los polos agroindustriales y de maquinaria agrícola
donde hasta hace poco reinó el pleno empleo y las industrias trabajaban al límite de su capacidad,
comenzaron a producirse reducciones de turnos de producción por efecto de cancelación de
ventas.
Los industriales aseguraron que el productor no sólo dejó de invertir sino que
incluso canceló las órdenes de compra que había realizado.
Y así como el sector decidió ponerle freno a sus desembolsos para capital de
trabajo, también lo replicó en los bienes de consumo y en los nichos de inversión.
"Detectamos una disminución de las ventas sobre todo en camionetas que están
relacionadas con la demanda del sector agropecuario, en un 20 por ciento", indicó el presidente de
la compañía Ginza, José Alberto García.
El ejecutivo señaló que el comprador del campo "tiene una actitud expectante" y
prefiere "ver qué pasa con la situación a futuro". De todos modos, consideró que no se trata de un
problema de liquidez, ya que la rentabilidad en la zona núcleo sigue estando asegurada y lo
corroboró con un ejemplo: " En la empresa trabajamos con lista de espera y comprobamos que pese a
todo, al momento de retirar las camionetas, no se rompió ningún boleto". Por esta razón, García
entiende que se trata de "una situación coyuntural".
Pero sumada a la duda sobre el escenario futuro, también se conjugaron factores
más subjetivos. El vicepresidente de Giorgi Automotores, Daniel Marinozzi, señaló que el tema
trasciende la capacidad económica. "Todo el mundo está enojado con la política oficial, esto genera
malestar y se demora la decisión de inversión", puntualizó.
La compañía, que tiene una aceitada red de concesionarios en el corazón de la
zona núcleo productiva, notó el impacto del conflicto agrario. "No estamos ajenos y esto se puede
medir de dos maneras: uno es en el ritmo de ventas y otro, en un detenimiento de la cadena de
pagos, especialmente en el rubro de las pick ups", dijo Marinozzi.
Aunque en la empresa aseguran que no sufrieron cancelación de operaciones
pactadas, sí surgieron pedidos por parte de los clientes para estirar los plazos de pago, ante la
necesidad de hacerse del dinero para la operación.
Menos shopping
Los bienes de consumo masivo también sintieron el impacto de este cambio de
actitud. Según el último relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came),
en marzo pasado las ventas minoristas retrocedieron 4,3 por ciento comparadas con el mismo mes de
2007 y el mayor impacto del retroceso se produjo en los rubros textil-indumentaria (-10 por
ciento), materiales eléctricos (-10 por ciento), farmacias (-10 por ciento) y materiales para la
construcción (-7 por ciento).
El estudio indica que la medida de fuerza del sector agropecuario y la situación
de incertidumbre que reina en el campo contribuyeron a esta reducción que también se notó en la
venta de electrodomésticos —un rubro que los productores adquieren preferentemente en las
ciudades— cuyas ventas cayeron 4 por ciento.
Para el vicepresidente de Came y titular de la Asociación Empresaria de Rosario,
Elías Soso, la avalancha de consumidores del interior del país que se abastecían de bienes de
consumo en Rosario, se frenó. "No se trata de un amesetamiento, sino de una caída", dijo Soso.
El comercio minorista no es el único afectado por esta retracción. Los bienes
cuyo destino es la inversión también sienten la amenaza.
El titular de la Asociación de Empresarios de la Vivienda de Rosario (Aevi),
Mario Ulanovsky, precisó que el conflicto del sector agropecuario "va a afectar la actividad
inmobiliaria" y manifestó que en el sector "hay una preocupación generalizada por el impacto de
este ajuste fiscal sobre el nivel de actividad".
Ulanovsky explicó que "todavía se está trabajando a un ritmo aceptable, pero hay
una postergación de la demanda". En ese sentido, dijo que no sólo influye la mayor reticencia del
campo a gastar —que impacta en el sector comercial que es el que demanda las unidades que
comercializan los integrantes de Aevi— sino además "el endurecimiento del crédito y la
inflación".
Precaución, no parate
Desde el sector inmobiliario ya advierten sobre una actitud de "desaceleración".
Así lo definió el titular de la Cámara de Empresas Inmobiliarias de Rosario (Cadeiros), Javier
Grandinetti, quien consideró de todos modos que "en el corto plazo el impacto no va a ser tan
importante en función de que el gobierno analiza la alternativa de retenciones diferenciales para
los pequeños y medianos productores".
Según el empresario, este segmento es el que compone la demanda agropecuaria en
Rosario. "La teoría del derrame del campo tiene como actores a los pequeños y medianos productores
en Rosario", dijo.
De todos modos, aseguró que hay una actitud de "precaución" en la toma de
decisiones. "El interés sigue pero la decisión toma más tiempo", ejemplificó.
Sumadas a otras cuestiones que impactan en el rubro inmobiliario como la
modificación del Código Urbano, que según Grandinetti "meten mucho ruido sobre el sector", la
expectativa en el mediano plazo es "buena".