Si la principal innovación del gobierno en materia de crédito fue el lanzamiento de los préstamos UVA para que familias de clase media accedan a la vivienda propia, se trató en palabras del sociólogo Ariel Wilkis de una "primavera corta".
Si la principal innovación del gobierno en materia de crédito fue el lanzamiento de los préstamos UVA para que familias de clase media accedan a la vivienda propia, se trató en palabras del sociólogo Ariel Wilkis de una "primavera corta".
Efectivamente, después del récord de 13 mil millones de pesos en créditos entregados en abril en junio cayó a 5 mil millones, valor donde se mantiene relativamente estable desde entonces.
En ese tiempo pasaron cosas: la inflación se aceleró, los pesos que entregan los bancos por la equivalencia en UVAs representan por la devaluación cada vez menos dólares -moneda de referencia en el sector inmobiliario- y se elevó el piso de ingresos requerido para calificar.
Ese endurecimiento de las condiciones crediticias pegó de lleno en el mercado. Según las estadísticas del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires las escrituras de compraventa de inmuebles cayeron un 24,5 por ciento interanual. En Rosario, estiman desde el sector inmobiliario, el escenario también es declinante: un 15 por ciento.
Para Ariel D'Orazio, coordinador del Consejo Asesor para la Defensa de la Vivienda Única, Inquilinos y Pymes, que funciona dentro de la Oficina Municipal de Defensa del Consumidor, "el crédito hipotecario se ha descalzado, es inviable".
"Con la cuota que puede pagar el trabajador y los valores del inmueble es imposible tener un producto financiero que pueda hacer frente a un departamento de 2 dormitorios -argumenta-, tenemos que hablar de 100 mil dólares, son 4 millones de pesos".
De acuerdo a sus cálculos, la brecha entre el ingreso promedio de una persona que trabaja y una unidad de 2 dormitorios "es la más grande de la historia, entre 150 y 200 salarios".
En este escenario, D'Orazio destaca una situación particularmente compleja que atraviesa el mercado: personas que señaron un inmueble antes de la corrida cambiaria y no tenían -o no tienen- todavía otorgado el crédito. Las alternativas son tres: salir a tomar otro crédito, compartir la diferencia con el vendedor o perder la seña, que en algunos casos puede llegar hasta los 100 mil pesos.