"Hoy asistimos a la tercera gran ola de endeudamiento. ¿Por qué alguien presta sabiendo que no van a poder pagarle? La deuda externa funciona siempre como un chaleco de fuerzas, condiciona a cualquiera que viniese después. Si alguien después quisiese realizar un nuevo proyecto reindustrializador y tomar medidas económicas proteccionistas, las mismas que tomó Estados Unidos en su momento o las que tomó Alemania que llegaron a ser países industrializados mediante el proteccionismo económico, el subsidio estatal, las cosas que ellos hoy critican e impiden que otros hagan. Si un gobierno intentara hacerlo la deuda externa sirve como una camisa de fuerza, puedo patalear, gritar pero cuanto más pataleo peor me va porque pierdo estabilidad y me caigo. La camisa de fuerza impide la realización de un proyecto autónomo de economía. La tercera gran ola de endeudamiento no tiene que ver con razones estrictamente económicas, tiene que ver con que alguien presta sabiendo que no voy a poder pagar porque va a condicionar toda mi economía", consideró el politólogo, analista y escritor Marcelo Gullo.
El licenciado en Ciencia Política de la Universidad Nacional de Rosario, pero también doctor en Ciencia Política por la Universidad del Salvador, magíster en relaciones internacionales por el Institut Universitaire de Hautes Études Internationales de la Universidad de Ginebra y graduado en estudios internacionales por la Escuela Diplomática de Madrid analizó la actual situación del país y puso su mirada catedrática sobre la fuerte toma de deuda que realizó el gobierno de Mauricio Macri.
Sobre la falta de reacción de la sociedad, el discípulo del politólogo brasileño Helio Jaguaribe y del sociólogo y teólogo uruguayo Alberto Methol Ferré consideró: "Esa fantasía de viajar al extranjero, comprar productos importados de buena calidad baratos, hace que no nos demos cuenta que cada día nos estamos muriendo. Como si nos estuviesen envenenado pero como la dosis de veneno es muy pequeña, la vamos tomando por cuota, no nos damos cuenta hasta que la dosis es tan alta que ya no podemos reaccionar. Que fue lo que pasó en 2001, todo explota y no porque uno se da cuenta sino porque el cuerpo no da más y no aguanta más al veneno. Somos incapaces de racionalizar eso", dijo.
Gullo presentará en pocos días más en Rosario su último libro "Relaciones Internacionales. Una teoría crítica desde la periferia sudamericana", publicado por la Editorial Biblos, donde hace eje en su teoría de la insubordinación fundante, que explica como llegaron a ser países industrializados las principales potencias mundiales y donde sostiene que los países periféricos deben conjugar una insubordinación cultural e ideológica con un adecuado impulso estatal en materia económica que los libere de la dominación de los centros de poder mundial. El analista estuvo en Rosario invitado a participar de un curso de la Fundación Pueblos del Sur.
—Ud. sostiene que estamos ante la tercera gran ola de endeudamiento, ¿qué consecuencias tiene eso para la Argentina?
—La Argentina tuvo tres grandes olas de endeudamiento, la primera fue en 1824 con Bernardino Rivadavia y la toma de la provincia de Buenos Aires, que después va a heredar la deuda toda la Nación argentina. Siempre tiene la misma característica la ola de endeudamiento, viene con una apertura de la economía, con una importación gigantesca que arruina a la industria local. Esa primera ola condicionó tanto a la economía argentina que aún en el mejor momento de las exportaciones argentinas en 1880, no se logró juntar la plata suficiente para pagar la deuda. Cuando los ingleses nos prestan, el primer empréstito de la banca Baring Brothers no estaba hecha para ser pagada. Para empezar, la plata nunca llegaba, un pequeño porcentaje de dinero físico entraba al país y el resto era para comprar mercaderías británicas a tasas leoninas sabiendo que no podíamos pagarlas. La Baring Brothers no lo hizo sólo con la Argentina, si uno analiza chile o Perú, la gran Colombia de ese momento formada por Venezuela, Ecuador y Colombia, todos se van a endeudar con la banca y el contrato es el mismo, sólo cambian los montos. Nosotros terminamos de pagarlo en 1946/7, Ecuador en 1979 la parte que heredó, Venezuela en 1958 y Colombia también. No se terminó de pagar nunca y condicionó toda la economía de los países hispanoamericanos. Sin embargo, después va a venir una segunda ola de endeudamiento que en Argentina llega de la mano del gobierno militar. Que no sólo abre la economía y comete un genocidio gigantesco sino que cuando asume tiene 4 mil millones de dólares de deuda externa, pesos más pesos menos, y cuando deja hay 40 mil millones de deuda, de eso el 80% es fraudulento, nunca llegó a Argentina. Esa deuda contraída por el gobierno militar va a condicionar toda la democracia argentina. La crisis de Alfonsín fue una crisis por no poder juntar la plata suficiente para pagar la deuda. Hoy asistimos a la tercera gran ola de endeudamiento, ¿porqué alguien podría estar interesado? ¿porqué alguien presta sabiendo que no van a poder pagarle? La deuda externa funciona siempre como un chaleco de fuerza, condiciona a cualquiera que viniese después. Si alguien después quisiese realizar un nuevo proyecto reindustrializador, tomar medidas económicas proteccionistas, las mismas que tomó Estados Unidos en su momento o las que tomó Alemania o Corea, porque hay una gran falsificación de la historia a nivel universal de como los países desarrollados llegaron a serlo. Lo hicieron mediante el proteccionismo económico, el subsidio estatal, las cosas que ellos hoy critican e impiden que otros hagan. Si un gobierno intentara llevar a cabo ese proyecto, la deuda externa sirve como una camisa de fuerza, puedo patalear, gritar pero cuanto más pataleo peor me va porque pierdo estabilidad y me caigo. La camisa de fuerza impide la realización de un proyecto autónomo de economía. La tercer gran ola de endeudamiento no tiene que ver con razones estrictamente económicas, tiene que ver con que alguien presta sabiendo que no voy a poder pagar porque va a condicionar toda mi economía.
—¿Por qué alguien toma deuda sabiendo que no va a poder pagarla?
—Hay dos motivos. Primero por una cuestión ideológica. Hay muchos que creen que los países como Estados Unidos, Alemania, Japón o Corea del Sur se desarrollaron por el liberalismo económico, porque eso es lo que se enseña en nuestras universidades. Se enseña ideología, no se enseña historia económica. En nuestras universidades se enseña lo que Estados Unidos o Inglaterra o Alemania dicen que hicieron, pero no es lo que hicieron. Hay una gran cantidad de hombres de buena intención que están subordinados ideológicamente. No saben lo que hacen. Y hay otra gran cantidad que sabe lo que hace, pero no tiene buena intención. Juegan a obtener una gigantesca ganancia a aquellos que traen para prestarle a la Argentina. Mientras que en Estados Unidos se da un 1% por año, acá ponen la plata y se llevan un 15/20%. Es el negocio más extraordinario que existe, lo que se llamó siempre la bicicleta financiera.
—¿Cómo salir de la bicicleta financiera y del chaleco de fuerza que impone el endeudamiento externo?
—Sólo podrá el pueblo argentino cuando decida un cambio de rumbo. Pero no lo decide porque entre otras cosas queda siempre obnubilado por la fantasía del viaje al extranjero, porque es barato ir a Europa cuando el peso está sobrevaluado. A mi también me gusta ir a Londres, París, Viena y uno gasta poco, gasta menos que acá y el hotel sale menos que en Buenos Aires o comer sale menos en Munich que en la Recoleta. Esa fantasía de viajar al extranjero, comprar productos importados de buena calidad baratos, hace que no nos demos cuenta que cada día nos estamos muriendo. Como si nos estuviesen envenenando pero como la dosis de veneno es muy pequeña, la vamos tomando por cuota, no nos damos cuenta hasta que la dosis es tan alta que ya no podemos reaccionar. Que fue lo que pasó en 2001, todo explota y no porque uno se da cuenta sino porque el cuerpo no da más y no aguanta más al veneno. Somos incapaces de racionalizar eso. Si yo gastó mucho más con la tarjeta de lo que gano en la facultad puedo vivir bien, pero hasta que un día la tarjeta me diga no le financio más y me diga "ahora le tengo que cobrar sino deme la casa". La casa son los recursos naturales, que son los que se puso en garantía. Cuando el otro decida no darme más crédito se la voy a tener que dar porque imprudentemente gasté de más. Me daba una gran vida, la pasé lindo, pero a condición de haber hipotecado el destino de mis hijos.
—Teniendo en cuenta su teoría de la insubordinación fundante, ¿cómo puede lograrlo Argentina?
—Es un proceso largo, no se consigue de la noche a la mañana. Tendríamos que empezar a tener un cúmulo de materia gris que comprendiera eso y estuviese dispuesto a llevarlo a cabo. El gran problema de la Argentina es que el grueso de los universitarios, que son quienes más conciencia debieran tener de esto, no lo tienen. Están profundamente subordinados ideológicamente, es un círculo vicioso. Aquellos con mayor responsabilidad intelectual, para que haya un impasse son los que menos esclarecido están. El principal impedimento de la Argentina es su subordinación ideológica a una ideología que no fue la que llevó al éxito a otros países.
—¿Dónde hay que enfocarse?
—Nosotros nunca más podremos llegar a tener una industrialización clásica, nunca más seremos competitivos fabricando calefones, heladeras. Pero hay que mantenerla y mientras tanto crear una industria distinta, basada en la tecnología de punta y no es solamente fabricar satélites, aunque también tenemos que fabricarlos porque tienen una ventaja, no requieren producción en masa sino en escala. O fabricar reactores nucleares, donde hemos demostrado que somos competitivos y ganamos licitaciones internacionales. Ese es el destino futuro de nuestra industria. Mientras eso pasa, hay que mantener la otra, mientras esta industria nueva no termina de crecer mantenemos la antigua para dar trabajo. A medida que la industria nueva crezca vamos despidiéndonos de la antigua. Pero la nueva no quiere decir producir productos tecnológicos ligados a la ingeniería o la matemática, sino que la nueva industria también es la audiovisual porque tanto vale como trabajo o creación de divisas exportar una película o serie como exportar satélites. Para eso no solamente hacen falta ingenieros o matemáticos o químicos sino también el fomento a las ciencias sociales, personas que conozcan de historia, de arte, cultura, de cine. Ahí podemos tener una gran ventaja porque tenemos una gran creatividad. Yo le preguntaría al presidente cuántas toneladas de limones hay que exportar para que sea equivalente a exportar una satélite o una serie de televisión. Sería inconmensurable. Más vale exportar satélites o películas que limones, y esto no quiere decir que no haya que exportar limones, aparte de los limones exportar satélites, películas. Argentina era el único país de Latinoamérica que hacía dibujos animados, fue vanguardia, y tenemos que volver a ese tipo de cosas.