“Los salarios tienen que dejar de perder contra la inflación y ganarle, pero con una nominalidad muchísimo más baja”, advirtió el economista de la Universidad Nacional de Rosario, Fermín Oyarzábal, quien consideró que el país está “ante un nuevo régimen inflacionario” que tiene su origen en la devaluación de 2018, seguida de un “megaendeudamiento en moneda extranjera”, durante el gobierno de Mauricio Macri.
Ese nuevo umbral inflacionario es el que, a su juicio, termina licuando el proceso de crecimiento que tuvo la economía argentina durante la primera mitad del año. “Creo que el gobierno debería encarar un plan integral para bajar la nominalidad de la economía argentina”, aseguró, y que el mismo que “tenga los menores costos posibles” para que los ingresos puedan seguir creciendo por arriba de la escalada de precios.
_ ¿Cómo evaluás la situación económica del país, especialmente en relación al dólar e inflación?
_ No tengo un diagnóstico certero sobre la situación económica argentina. Me parece que lo voy repensando y discutiendo conmigo mismo porque es una situación bastante anómala o por lo menos algo a lo que no estamos acostumbrados. Es decir, tuvimos un tipo de cambio relativamente quieto a principio del año, tanto el oficial como los diversos dólares paralelos, las cotizaciones de Bolsa no tuvieron un salto brusco que ameritara los índices inflacionarios que estamos teniendo, de entre 6 y 5 puntos por mes. Este es un año diferente. Hay un grupo de economistas dentro de los cuales yo me podría llegar a incluir, que piensan que estamos ante un nuevo régimen inflacionario en Argentina, que en algún momento hubo un click. Si me hubieran preguntado entre 2007 y 2011, e incluso hasta 2015 si la cuestión inflacionaria era el problema central de la economía argentina, yo seguramente hubiera contestado que no, y hubiera planteado que los salarios venían corriendo por arriba de la inflación. No obstante, esta situación no se asemeja a ese momento en que los salarios corrían por arriba de la inflación. En ese momento si además me preguntaban si los cañones de la política económica tienen que ir hacia una baja de la inflación, también seguramente hubiera contestado que no, porque hay un conjunto de economistas en la Argentina que viven prácticamente de eso diciendo que hay que implementar un plan de estabilización en la economía y ponerle un freno y con eso bajar los precios. Es lo que se dice siempre. De esa manera terminás matando la economía para frenar un síntoma inflacionario. Con ese mismo diagnóstico, si los salarios crecen por arriba de la inflación, el problema no es tan grave, no tenemos que matar la economía para bajar la inflación, porque tendríamos mayores costos que beneficios. Eso, entre 2007 y 2015 lo pensaba de esa manera.
_¿Qué cambió?
_Para mí la situación hoy cambió bastante porque ahora bajar la inflación creo que sí tiene mayores beneficios que costos, ya que estamos viendo que corre muy por arriba incluso de lo que estamos acostumbrados a ver en los últimos dos años de cerca de 50%.
_ Ves un nuevo escenario, un nuevo ciclo. ¿A qué le atribuís esta disparada tan importante que amerita que hoy digas que resolver el tema de la inflación porque licua cualquier otra cosa?
_ Fundamentalmente creo que la negociación salarial es un síntoma (no la causa). Que se entienda que no estoy echándole la culpa de la inflación a los salarios, aunque sí la puja distributiva tiene un elemento central en la inflación y cuando uno se va al Ministerio de Trabajo ve que las negociaciones que se hicieron tienen escalas salariales _entre 2013 y 2016-17_ de entre el 15% y el 20%, con acuerdos que tenían una duración de 6 meses. Hoy estamos hablando que ese mismo guarismo está alrededor del 45% al 50%. O sea, prácticamente la mitad de los acuerdos salariales cerrados en el primer semestre de 2021 tenían una duración de 6 meses. Entonces estamos hablando de que la capacidad de responder de los actores de la economía a un nuevo escenario inflacionario, como por ejemplo puede ser un shock de precios externos es poca. Estados Unidos tiene la mayor inflación en 40 años, lo mismo Alemania y gran parte del mundo está viviendo el shock. Eso acá te tira la economía a niveles inflacionarios muy pero muy altos. Yo creo que el gobierno debería encarar un plan integral para bajar la nominalidad de la economía argentina. Y que el gran quiebre _ ahí la vicepresidenta tiene mucha razón_ fue en 2018, cuando vos sometes a todos los actores de la economía argentina a devaluaciones constantes del peso. Ahí es cuando se acorta la negociación salarial, cuando las empresas empiezan a decir “mi lista de precios no dura seis meses o nueve meses”. El gran levantamiento del ancla en materia inflacionaria en Argentina fue la devaluación de 2018, después de un proceso de megaendeudamiento en moneda extranjera como nos sometió el gobierno de Mauricio Macri. Ahí la vicepresidenta está muy fina en el análisis. No comparto con ella una gran cantidad de cuestiones, pero sí la de la cuestión inflacionaria heredada. Uno podría decir que el gobierno hace tres años que asumió y el problema lo tiene que resolver. No puede desentenderse, sino todo lo contrario. La situación lo amerita y hay que idear un plan de estabilización concreto para tratar que tenga los menores costos posibles y que los salarios puedan seguir creciendo por arriba de la inflación. Porque hoy vemos que los indicadores de la actividad industrial van muy bien, del 8% interanual, lo mismo la actividad de la construcción. Es decir, toda la economía argentina tuvo un proceso de crecimiento durante la primera mitad del año, pero esto está en jaque justamente por la inestabilidad financiera y la cuestión inflacionaria, que para mí tienen raícen en 2018 y son costos que venimos pagando.
_ Ese plan de estabillización ¿qué elementos primordiales tendría que tener? Y en ese contexto, el programa con el FMI ¿funciona como ancla?
_ Si bien tengo un diagnóstico relativamente trazado del cual dudo todos los días, la verdad es que si hay algo que no tengo es la respuesta de cómo debería ser ese plan de estabilización. Creo que el grueso de la política económica debería estar coordinado en ese sentido. Me parece que el gobierno ha trazado un lindo plan de desarrollo que venía haciendo en su momento (Matías) Kulfas, ahora lo continuará Daniel Scioli. Argentina tiene muchísimo potencial para conseguir los dólares necesarios. De ahí parte mi análisis: faltan dólares en la economía argentina y no podemos prescindir de ellos en el sentido de que hay que buscar qué sectores exportadores van a ser los que traigan esos dólares a la Argentina. Tenemos potencialidad en un conjunto enorme de sectores como biotecnología, cuestión alimenticia, salud. Eso, con el Estado coordinando el conjunto de precios, me parece que tiene que ir por ahí, controlando tarifas, abusos y reforzando su estructura administrativa para evitarlos. Eso en el corto plazo. Ahora si tenemos el FMI monitoreando la economía a tres meses, justamente trae inestabilidad financiera. En ese sentido es muy difícil que un programa del Fondo te colabore porque justamente viene a condicionar. La situación externa no ayuda para nada en los mercados emergentes, encima nos tocó navegar la pandemia y ahora la guerra entre Rusia y Ucrania. Es un combo y el que tenga la solución, que tire la primera piedra.
_¿Podría pensarse en planes de estabilización como los que encaró el gobierno de Raúl Alfonsín?
_No tengo respuesta para eso. Habría que pensar si el acortamiento de la negociación salarial y de lo que veníamos mencionando con respecto a la gimnasia que han adquirido todos los actores económicos, empresas y trabajadores, para reajustar o intentar reajustar sus precios. De acá para adelante, para que los salarios empiecen a levantar, es inevitable atacar la cuestión de la inestabilidad de la economía. Cuán resistentes pueden ser los actores a un plan de esas características depende de los costos que se le imponen. Si son elevados, no hay margen, porque los salarios no pueden seguir perdiendo contra la inflación. Lo que dudo es que si uno acelera la economía hoy, esos salarios le puedan ganar a la inflación. Mi ideología no es la de un monetarista que constantemente adapta su teoría para ver cómo los salarios pueden perder un poquito más contra la inflación y cómo pueden bajar los salarios y el poder de compra de los argentinos si no todo lo contrario. Soy alguien que cree que la economía tiene que empezar a traccionar, incrementando el poder de compra de los trabajadores y cómo hacemos eso. Ahí tenemos un límite muy concreto que creo que la Argentina nunca había encontrado anteriormente: tenía problemas, había que ajustar y hacer sintonía fina sobre la cuestión externa, hubo una caída de reservas muy importante hasta 2015 pero ahí todo era muchísimo más fácil de solucionar que con la mochila que se le cargó entre 2015 y 2019. No me queda ninguna duda de eso. La resistencia de los actores sociales en la Argentina creo que puede llegar a ser importante, lo que hay que hacer es idear en conjunto. Tiene que ser parte también del plan y pensar en conjunto, para ver cómo los salarios tienen que dejar de perder contra la inflación y le ganen, pero en una nominalidad muchísimo más baja. No tengo respuesta a eso. Lo que habría que pensar ahí también es en los planes de estabilización que funcionaron anteriormente en el mundo y uno encuentra ahí que sin una geopolítica muy afinada y básicamente, sin un actor de peso atrás que ponga los dólares necesarios o que ayude con las divisas necesarias, también es bastante complejo. O sea, ahí hay política internacional, con una puja distributiva dentro, es un cúmulo tan grande de cuestiones a pensar y acomodar que eso hace a la complejidad del asunto.