En foco: clima enrarecido en la economía

Vamos bien pero estamos mal. A la inversa de la máxima menemista, una economía que va por su quinto año de crecimiento a tasas chinas se enfrenta en los primeros meses del año a un curioso desalineamiento de los astros. La escalada inflacionaria del primer trimestre, el conflicto con el sector agropecuario, los primeros impactos de la crisis financiera internacional y una incipiente conflictividad en el sector industrial dejaron casi sin primavera al gobierno de Cristina.

La inflación es el problema más urgente. Porque de su control depende de que se mantenga el tipo de cambio alto, pilar del modelo, y porque es el determinante del ingreso de la población y, del humor social.

Más allá de las consecuencias del conflicto agropecuario, a nivel comercial y también fiscal se detectaron en los meses de marzo y abril síntomas de desaceleración. Sin la referencia del Indec, los estudios privados y las paritarias van marcando las expectativas. En la última semana, un informe de la Universidad Di Tella señaló que estas expectativas se ubicaban por encima del 30 por ciento.

Según la Fundación Mediterránea, esas expectativas tan altas se basan en fenómenos del presente y el pasado inmediato que no necesariamente volverán a repetirse pero, aquí el riesgo, las expectativas van jugando un rol protagónico en la suba de precios. Esto tiene consecuencias en distintos frentes. El más reciente es el industrial, donde ya se alzan voces para mejorar el tipo de cambio. El marco de estas discusiones incluye una mayor conflictividad, en algunos casos, con telegramas incluidos.

Lo que el año pasado se discutía como la necesidad de un "service del modelo" hoy aparece como una necesidad que incluso economistas ligados al gobierno comienzan a advertir.