Por Alvaro Torriglia
La economía argentina arrastra una depresión de dos años, está en default parcial desde fines de 2019 y convive con una inflación del orden del 50 por ciento. El coronavirus y el impacto de las medidas sanitarias aceleran esta caída previa, hasta niveles difíciles de pronosticar. En un contexto de desastre económico mundial, obliga a tomar medidas drásticas de política económica para amortiguar el choque.
Los informes sobre los derrumbes del PBI durante los primeros tres meses del año en los principales países del mundo, que serán peores cuando se difundan los resultados del segundo trimestre, dan cuenta de una crisis que no perdonó a ninguno, cualquiera sea la estrategia sanitaria o no sanitaria que se haya tomado. ¿Cómo será esta nueva crisis?
El economista Emanuel Alvarez Agis, ex viceministro de Economía de la Nación y titular de la consultora PxQ, entiende que el mundo enfrenta "la peor recesión de la historia en términos de profundidad". Las dudas vienen por el lado de la duración. El consenso de los economistas es que tendrá una L, más que de V. Esto implica que la recuperación será rápida. También cree que será peor en los países centrales. "La nota optimista, si es que hay alguna, es que tomando como punto de referencia 1929, EEUU, primera economía mundial, cada vez sale más rápido de las grandes crisis", dijo en una videoconferencia organizada por Portfolio Personal Inversiones (PPI).
La razón es que "el mundo reacciona cada vez más rápido con estrategias de política fiscal y monetaria". Recordó que en el New Deal, el contrato social con el que salió de la crisis de 1929, EEUU puso en marcha una política de expansión fiscal que equivalió al 6,4 por ciento del PBI. Durante la salida de la crisis de las subprime, ese paquete fue del 1,9 por ciento . Para enfrentar el Covid 19, anunció en un mes la movilización de recursos por el 9,5 por ciento del producto.
Alvarez Agis citó la magnitud de paquetes fiscales en el mundo: 24 por ciento China, 16 por ciento Dinamarca, 10 por ciento Italia, y 4 por ciento en Argentina, hasta ahora. Citó una diferencia importante con la última crisis: "En las subprime, la política monetaria se aplicó rápido pero la política fiscal tardó un año en aparecer, ahora, se aplicaron en paralelo".
Aun así, la economía global no podrá escapar en 2020 a una caída de 5,8 por ciento, con un aumento del déficit primario que llegará al 14 por ciento del PBI en países como EEUU y de entre el 5 por ciento y el 7 por ciento en Argentina, dependiendo de "si es una cuarentena corta o larga".
El titular de la consultora PxQ se detuvo en un punto importante del análisis sobre los efectos de la cuarentena en Argentina hasta fines de abril. Cruzó datos de consumo energético y de los gastos de los hogares y auscultó el resultado del aislamiento en la oferta y la demanda. En el primer caso, la caída fue del 50 por ciento, en el segundo caso, del 60 por ciento.
Es decir que, la cuarentena "tiene más efecto sobre la demanda que sobre la oferta", subrayó. No es un dato menor a la hora de analizar las políticas públicas de contención. En Argentina, donde ya 18 millones de personas son asistidas por el sistema, 10 millones pidieron el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). "Se lo dieron a casi 8 millones, un número que coincide con el mapa laboral de 5 millones de empleados informales y 2 millones de desocupados".
Entre las políticas que dispuso el gobierno para enfrentar la pandemia, la de resultados más cuestionables fue la monetaria. "Anunció una oferta de liquidez de $ 350 mil millones para apalancar créditos al 24 por ciento, desarmó las Leliq por $ 480 mil millones y pulverizó la tasa Badlar", explicó. La vocación rentista de la burguesía local lo volvió a la realidad. Con una tasa en baja, la liquidez fue al dólar paralelo y amplió la brecha cambiaria al 65 por ciento ó 70 por ciento. Y así, el gobierno "se dio cuenta de que no tiene sentido inundar de liquidez a la economía porque no va a crédito sino a la brecha". Ergo, comenzó a reabsorber dinero.
Entre la crisis de solvencia y la reticencia de los bancos a prestar, la política monetaria dejó paso a la política fiscal, con dos ejes: a las personas y las empresas,.
Como fue harto debatido, este mayor gasto deberá financiarse con emisión. Esto inquieta a muchos economistas, por la inflación. Para Alvarez Agis, hay razones para achicar el pánico. Una es que, "así como Cristina le dejó a Macri el desendeudamiento, Alberto heredó de Macri una economía fuertemente desmonetizada". Otra es que tanto el ingreso familiar como el subsidio a empresas son "estabilizadores automáticos que se pueden apagar" en un desborde o si pasa la crisis.
Las estimaciones preliminares de la inflación de abril, como el IPC On line de Bahía Blanca (0,64 por ciento) y el IPC de Orlando Ferreres (0,8 por ciento) parecerían darle un crédito a ese razonamiento. La desindexación o reducción de la nominalidad que promovía el propio Fernández antes de la pandemia, se produjo con creces. Incluso,se dio vuelta la curva en el caso de las paritarias, hasta llegar a "este escenario muy extraño de salarios nominales a la baja", dijo. Alvarez Agis.
El ex viceministro de Economía también estima que la carrera entre erogaciones y los precios licuará el gasto público nacional. En las provincias, probablemente induzca una baja nominal, agregó. El frente cambiario tampoco debería ser, a su criterio, un gran factor de mucha presión inflacionaria. Estimó que, en un escenario sin default, el superávit de cuenta corriente sería de u$s 14.410 millones en 2020. Con una menor salida de capitales por turismo y servicios, el BCRA tendría así u$s 13 mil millones para operar en el mercado único y libre de cambios, que es el que importa a la hora de los precios. En un escenario de cesación de pagos, esa relación se pone algo más áspera porque "la brecha con los paralelos va a aumentar y, como consecuencia, se adelantarán importaciones y se atrasarán liquidaciones de exportación". Igual, aseguró, "esto no significa que Argentina se va a quedar sin dólares en dos meses, porque el gobierno no dejaría libre el paralelo como lo hizo ahora".
Aun así, la cotización del el mercado único y libre de cambios sigue siendo la referencia principal para los precios. "La prueba ácida fue en 2016, cuando Prat Gay decía que la devaluación no se iba a trasladar a precios porque ya estaban ajustados al blue, y la inflación terminó en 40 por ciento promedio y 60 por ciento en las puntas", recordó.
El economista planteó dos escenarios de caída de actividad para 2020. El "bueno", con una cuarentena corta, acuerdo con los acreedores y estabilidad cambiaria, contempla una baja de 3,8 por ciento del PBI. El "malo", basado en una extensión del aislamiento social, preventivo y obligatorio, default y una mayor devaluación, lleva esa variable al 7,2 por ciento.