Inflación y crecimiento ¿podrán convivir en la Argentina durante 2008? La respuesta quizás permita trazar un escenario de cómo terminará el primer año de mandato la presidenta Cristina de Kirchner y cómo los argentinos transitarán este año.
Inflación y crecimiento ¿podrán convivir en la Argentina durante 2008? La respuesta quizás permita trazar un escenario de cómo terminará el primer año de mandato la presidenta Cristina de Kirchner y cómo los argentinos transitarán este año.
Con un escenario que promete un abultado colchón de fondos para las arcas públicas por el alto precio de los commodities que consolidarán el saldo positivo de la balanza comercial, y una economía que sigue con el pie en el acelerador, el gobierno tiene buena parte de sus problemas resueltos. Sin embargo, ese mismo viento de cola internacional (productos agropecuarios a precios récords) le exigirá estar atento a la evolución de los precios internos, para que la fiesta no termine en desconsuelo y la inflación opaque la buena racha de la economía.
Los datos oficiales muestran que 2007 terminó con una inflación cercana al 8%, que los precios se desaceleraron en varias provincias a fin de año y que en las grandes cadenas de súper e hipermercados los valores en góndola retrocedieron cerca del 2% el mes pasado.
La realidad indica, y así lo expresan no sólo la percepción cotidiana y siempre subjetiva de la gente, sino los interlocutores válidos del sector como comerciantes y asociaciones de consumidores, que los precios de la canasta de fin de año subieron más del 30%, que el índice de precios al consumidor se disparó por encima del 15% en el año y que la deflación "del interior" fue más una construcción del organismo estadístico que un reflejo de los números provinciales.
El antagonismo, traducido en números, refleja el gran tema de debate económico de 2007.
El gobierno buscó, a través de distintos mecanismos, no sólo frenar el incremento de precios —una metodología que con mayores o menores aciertos puso en práctica en 2006 a través de los acuerdos sectoriales— sino modificar las cifras del IPC con una virtual intervención del Indec, que derivó en el descreimiento de las estadísticas públicas.
La decisión de contener la inflación o aparentar hacerlo, le exigió al gobierno una tarea de negociación permanentes que en muchos casos derivó en conflicto. En ese marco se disputó la pulseada con el sector agropecuario que arrancó con aumento de retenciones —para frenar la escalada de precios en el mercado interno— y continuó con cierre de registros de exportación de granos, carnes, nueva suba de retenciones, y un conflicto lechero que se resolvió entre gallos y medianoche cuando finalizaba el año.
También los precios fueron el detonante de la disputa salarial que este año no sólo se dio en marzo con la apertura de paritarias sino también a fin de año, cuando muchos gremios lograron cerrar los denominados plus por inflación para paliar los efectos de las subas en los bolsillos. Pero además, el año pasado permitió consolidar una dinámica en las negociaciones salariales que tenía poca gimnasia en la Argentina de la última década.
Ingresos récord
Pero al tiempo que el corsé oficial buscó evitar la disparada de precios, el incremento real se hizo evidente en los crecientes niveles de recaudación impositiva, que en buena parte fueron producto de la suba de los impuestos ligados al consumo como el IVA.
Así, la Administración Federal de Ingresos Públicos (Afip) cerró con un balance positivo de 30 mil millones de pesos por encima de lo previsto en los ingresos fiscales de 2007, que cerraron el año con 200 mil millones.
Desde las tribunas oficiales aseguran que fue el consumo el que impulsó estos niveles de ingresos y mucho hay de cierto. Aunque los precios crecieron, la confianza de los consumidores nunca se detuvo y esto quedó demostrado en números. Según los datos del Ministerio de Economía, al primer semestre del año el consumo privado acumulaba un avance del 8,8%, semejante al crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB).
Una expresión de esta tendencia fueron los incrementos mensuales que registraron las ventas en súper e hipermercados, pero también la buena performance del comercio minorista en fechas clave como Día del Padre, de la Madre, o Navidad. Quizás, el caso más emblemático se registró a fin de año cuando los shoppings asistieron a una "explosión del consumo" (como eligió definir Came) y abrieron sus puertas en plena madrugada.
La escena internacional
También 2007 fue un año en el cual el Mercosur tomó un renovado vuelo y la vinculación entre los países de América latina mayor dinamismo. Una expresión fue la constitución del Banco del Sur, que intentará suplir el rol que cumplieron el FMI o el Banco Mundial, pero con versión latinoamericana.
Y así como la economía argentina logró recuperarse a un ritmo impensado, el buen contexto externo también acompañó al resto del países de la región. Brasil logró fortalecer su moneda —la de mejor performance en 2007— y salió posicionarse en sectores clave. Puso el ojo en la estratégica industria de la carne argentina, a través de la compra de varios frigoríficos exportadores que cambiaron la geografía de negocios en ese segmento.
En ese contexto, la crisis de las hipotecas suprime en Estados Unidos que tanto estragos causó en los mercados del primer mundo no desestabilizó a la Argentina, hasta ahor con un Banco Central muy líquido.
Ni siquiera los avatares políticos como el escándalo de la salida intempestiva de Felisa Miceli del Ministerio de Economía y su reemplazo por Miguel Peirano o las elecciones presidenciales, pusieron en du da la continuidad del crecimiento económico y la marcha de una economía cuyos cuyos puntos flacos del año que terminó son los mismos que se presentan como los temas urgentes de 2008: resolver el problema energético, consolidar la mejora en los indicadores sociales (empleo, pobreza, etcétera) y consolidar un proceso de inversiones en relación al PBI más sólido y sustentable.