El resultado de la gran confrontación política de 2015 comienza a decidirse hoy en la provincia de Santa Fe. Como esas batallas claves que pueden cambiar el destino de una guerra, el resultado de las elecciones tendrá consecuencias que exceden en mucho el ámbito parroquial para adquirir una dimensión nacional explícita.
Si los representantes del jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri, ganan los comicios de hoy, el líder del PRO habrá dado un paso decisivo en el camino de su extensión territorial. Saltar el cerco del distrito federal y establecer una cabecera de playa en uno de los principales distritos del país lo pone en inmejorables condiciones para poner en jaque a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y a sus candidatos en las elecciones nacionales de octubre. Una suerte de efecto dominó.
Pocas cosas de las que se juegan en la elección, en la que la agenda local tamiza muchas preocupaciones de competencia nacional, compiten en importancia con el significado que tiene el comicio en el contexto del país. No parece claro que el gobierno nacional haya tomado nota a tiempo de esta lectura. La disputa entre el kirchnerismo y el socialismo en santa Fe pudo más, al menos en la mente de los estrategas, que la convergencia en una línea de contención al crecimiento de un espacio político que aspira, con posibilidades serias, a llevarse puesta esas dos expresiones en la provincia y en el país. La respuesta a este desafío ya no está en manos de los candidatos sino de los electores.
Queda claro que los comicios de Santa Fe tendrán un impacto nacional evidente. La provincia es pieza clave de un tablero en el que, en definitiva, pugnan dos grandes ideas fuerza sobre el país: la que se expresó en las políticas e instituciones desplegadas luego de la crisis de 2001 y la que propone desarmarla para volver a poner en valor la agenda que supo llevar adelante Carlos Menem en los 90.
La naturaleza de esta confrontación se pone en evidencia en la reaparición de los economistas de aquellas viejas épocas. Como Miguel Angel Broda, que rompió del silencio al que lo condenaron sus pronósticos fallidos, para saborear en reiteradas apariciones públicas el ajuste que entiende hará el nuevo gobierno nacional para convertir a la Argentina en "un país normal". Así lo expresó durante el encuentro del Iaef en la última semana.
La economía es un territorio primordial de esta disputa. Luego de la feroz batalla pro el ajuste de 2014, el equipo económico que conduce Axel Kicillof logró estabilizar las variables financieras y asfaltar un camino de moderada tranquilidad y recuperación para 2015. El mismo Banco Mundial publicó el jueves una nueva estimación de la evolución de la economía argentina. Pasó de pronosticar una baja de 0,3 por ciento a proyectar un crecimiento de 1,1 por ciento en 2015. Con este activo, este economista que cada vez adquiere más el peso que tuvo Roberto Lavagna en la salida de la crisis de 2002, encara la tercera ronda paritaria del año. Los poderosos gremios de servicios, como los vinculados al transporte de cargas y pasajeros, serán los protagonistas en este turno, luego de haber cerrado, no sin tensión, los acuerdos del sector público y de la mayoría de las ramas industriales.
No es una parada fácil. Los sindicatos que quedan por cerrar paritarias son los que impulsaron el paro del martes pasado, el sexto contra el gobierno nacional. Una medida contundente en las ramas que pararon pero indiferente para un sector social más amplio, que no logra comprender del todo cuáles son los objetivos últimos de esas movidas. Como sea, el cierre de las paritarias permitirá volcar unos pesos a la calle, que consolidarán la recuperación del consumo, siempre y cuando el gobierno muestre alguna efectividad en poner límite a la maniobra empresaria de manual de resarcirse de los aumentos salariales por vía del incremento de los precios.
Del dinamismo del mercado interno depende que las proyecciones de una estabilización económica en 2015 se cumplan, frente a un contexto internacional muy desfavorable, debido a la caída de actividad en los países de la región que han comenzado a transitar el ajuste tan recomendado por los economistas locales, y a la baja de los precios internacionales de los commmodities.
El efecto de la depresión de los precios de la soja aterriza con fuerza en el sector de los agronegocios. Stockeado en un grano que pierde valor día a día, el empresariado agropecuario asiste a un escenario de caída de los márgenes, que debería traducirse en un ajuste de preciso vinculados a los costos de producción, sea de equipos e insumos, como del alquiler. Esa tensión se vio en la muestra agropecuaria más importante del país, Agroactiva, en la que las fábricas de maquinarias, equipos y vehículos, desplegaron una oferta agresiva para seducir a los productores.
El sector profundiza su ingreso a un nuevo ciclo de negocios, con amenazas y oportunidades según la escala y el rubro. Un proceso que requiere y habilita la instrumentación de políticas públicas interesantes que permitirían reconstruir la alianza entre el Estado y, al menos, el segmento más vulnerable de los productores. El equipo económico empezó el año con pasos positivos en ese sentido pero se demoró en temas claves como el trigo, cuya siembra caerá este año a precios peligrosos. Sobre el cierre de esta edición, Kicillof anunció la ampliación del cupo exportarod. Habrá que ver si la señal llegó a tiempo.