¿La tercera es la vencida? El último intento del gobierno nacional de estabilizar el mercado cambiario, convulsionado luego de la corrida que se disparó en abril del año pasado, parece haber alcanzado un modesto éxito. Desde el último rebote del dólar, a fines del primer trimestre de 2019, la divisa encontró una calma relativa, apoyada por los recursos del FMI, la liquidación de agroexportaciones y un panorama más distendido a nivel nacional. Aún entre variables propias de terapia intensiva, este amesetamiento tuvo su efecto, por ejemplo, en cierta desaceleración inflacionaria. El equipo económico celebra como si realmente las cosas estuvieran bien. Los economistas, pro su parte, debaten sobre la sustentabilidad de este veranito.
“La economía argentina está transitando un período de artificial paz cambiaria, que es la que permitió un descenso de la inflación, de 4,7% en marzo a 3% en mayo”, señala la consultora Economía & Regiones en su último informe. Pero no apuesta mucho por su duración. Considera que este amesetamiento es “circunstancial” y “bastante similar a lo que ya aconteció entre octubre y enero pasado”, cuando se estabilizó unos meses el mercado, e incluso el Banco Central inició un camino de descenso de la tasade interés de referencia.
En ese sentido, opinó que el gobierno “se va a esforzar por mantener la estabilidad hasta las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso)”, de modo que la inflación “podrá seguir en torno a 3% y 2,8% mensual por algunos meses”. Pero, a su juicio, este programa es “pan para hoy y hambre para mañana” ya que el salto del dólar de $ 38 a $ 45 entre marzo y abril muestra que el “piso” para el tipo de cambio pasaría a estar más elevado que en agosto de 2018. Paralelamente, advierten, el riesgo de default continúa latente.
“El sostenimiento del tipo de cambio de aquí a las Paso se lograría a expensas de gastar más dólares y perder más reservas”, alerta Economía & Regiones en el informe. El problema, advierte, es que los dólars en poder del Central “no son muchos” y “todo hace pensar que no alcanzan para sostener el tipo de cambio sin movimientos hasta las elecciones de octubre, balotaje o entrega de poder”.
Así, en algún momento después de las elecciones primarias, el tipo de cambio “volverá a saltar, y posteriormente, la inflación volverá a acelerarse”.
Cambio global
Gustavo Reyes, economista del Instituto de Estudios de la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), es más optimista. En un reciente trabajo difundido por el instituto puso énfasis en el cambio registrado en el escenario externo, por la caída de tasas de largo plazo y los problemas climáticos en los Estados Unidos. “Ayudaron a una baja moderada en el riesgo país y a una suba en los precios de los productos agroindustriales”, dijo.
Desde su punto de vista, la economía está encontrando su piso. La actividad, señaló, muestra en la variación de cada trimestre con respecto al anterior números negativos “cada vez más acotados hasta los primeros tres meses de 2019”. Para el segundo trimestre, “pasan directamente a terreno negativo”.
En materia financiera, remarcó que “se redujo la tasa de interés de política monetaria (Leliq) sin experimentar sobresaltos en el mercado cambiario” y observó “una recuperación en el stock de depósitos del sistema bancario”.
Sombras
Aún así, el economista del instituto que pertenece a la Fundación Mediterránea consideró que subsiste la incertidumbre de cara al segundo semestre.
Esto se debe a que “hay una serie de problemas irresueltos” como ser: la prima de riesgo país es el doble que el promedio de países emergentes, las expectativas de devaluación continúan en niveles superiores al 50% anual, las tasas de Letras de Liquidez (Leliq) siguen siendo altas, la inflación continúa en niveles elevados, no está asegurada la condición de solvencia fiscal que depeje por completo las dudas del default en el mediano plazo, y se requiere para 2020 de un roll over de bonos y letras que no está asegurado.
Sin descartar “un posible aumento en el atesoramiento de divisas en momentos previos a las elecciones”, Reyes desposita gran parte de la responsabilidad en las propuestas que expresen los candidatos a la presidencia.
Depreflación
Para el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (Ceso), la suerte fue echada ya antes del proceso electoral. De hecho, en su último informe recordó que “a un año del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía argentina se encuentra sumergida en una profunda depreflación, con una tasa de incremento de los precios supera el 57% anual y un derrumbe del 5,8% interanual en el Producto Bruto Interno (PBI) durante el primer trimestre de 2019”.
Es más, de acuerdo al centro de estudios que conduce el economista Andrés Asiaín, las tensiones cambiarias “no menguaron”, prueba de lo cual es que en mayo se registró uno de los valores máximos de fuga de capitales, que ubicó en u$s 2.568 millones.
“Hacia adelante, el perfil del endeudamiento se muestra insustentable, dejando a la próxima administración la pesada herencia de u$s 143.570 millones de compromisos de capital e intereses en divisa a pagar hasta 2023”, subrayó.
Y concluyó que “la desastrosa trayectoria de la economía argentina en el marco del acuerdo con el FMI tiene como una de sus explicaciones los desatinos en el manejo de la política cambiaria”. Recordó que, en un año, el Fondo pasó de sostener “desestabilizadoras políticas de libre flotación con su elevado costo de devaluación e inflación”, a permitir el uso de sus recursos “para financiar la fuga de capitales en el marco del año electoral”.
Para E&R, el acuerdo con el FMI y su renegociación“ es “parte fundamental de esta dinámica viciosa que se da en el período 2018/2020”. El programa y los dólares del organismo, subrayaron, “tan sólo sirvieron para postergar el riesgo de default e hiperinflación, pateándolo para más adelante”.
El objetivo, subrayó, es político y no económico: pasa por “mantener las chances electorales de Macri”. Por eso, el 90% de los desembolsos coinciden con su gestión. “El programa con el FMI persigue como único objetivo surfear los 15 meses hasta octubre de 2019”, consideró Economía & Regiones.
Ese centro de estudios aclaró que ese acuerdo “no alcanzó ni para reabrir los mercados financieros ni bajar el riesgo país”. De modo que el próximo gobierno asumirá con los mercados financieros cerrados y casi sin financiamiento del Fondo. Por el contrario, deberá abonar amortizaciones de capital al organismo durante su mandato. Por eso, va de suyo que “uno de los primeros puntos de la agenda será sentarse a negociar” con el Fondo. “Como mínimo, esa renegociación debería pasar por postergar vencimientos y conseguir financiamiento adicional”, dijo.
Según la consultora, asumiendo que se renueva toda la deuda de corto plazo en un 100%, si el próximo gobierno tuviera que pagar amortizaciones e intereses al FMI, la próxima administración debería conseguir financiamiento por aproximadamente u$s 103 mil millones de dólares entre 2020 y 2023.
Si lograra que el organismo internacional le cobrara solamente los intereses del préstamo y el capital se devolviera a partir de 2024, debería procurar financiamiento por u$s 58.500 millones entre 2020 y 2023. En el caso de no pagar amortizaciones ni intereses hasta 2024, necesitaría financiamiento neto por u$s 49 mil millones.
El Ceso, por su parte, advirtió que el próximo gobierno tendrá una situación complicada en términos de necesidad de divisas. “ Considerando la información oficial sobre vencimientos de deuda en dólares, el próximo gobierno deberá enfrentar necesidades financieras por u$s 33.419 millones en su primer año de gestión”, indicó.
La fuga
En su último informe de coyuntura, el Mirador de la Actualidad del Trabajo y la Economía (Mate) difundió números preocupantes.
De hecho, subrayó que la formación de activos externos durante el mes de mayo fue la más alta del año. “Desde el último acuerdo con el Fondo Monetario se fugaron u$s 24.160 millones y durante la administración de Mauricio Macri ese monto llegó a u$s 70.885 millones”, explicaron los economistas de Mate.
Recordaron que el organismo es el garante de esa fuga. El último desembolso aprobado en el marco del crédito stand by elevó las reservas internacionales a u$s 77.500 millones. A fines de junio se ubicaban en u$s 64.290 millones
Los economistas de Mate ofrecieron su mirada: “Por la caída del salario real, los trabajadores argentinos perdieron $ 2,6 billones durante el gobierno de Cambiemos, y ese ingreso se transfirió a un puñado de sectores ganadores que lo derivan a la especulación y la fuga”.