El complejo industrial agroexportador de Dreyfus en General Lagos cumplió 30 años y lo celebró con un acto del que participó el CEO global de la compañía, Michael Gelcher. Fue también un repaso de la historia de la industria aceitera, de la que la planta ubicada la sur de Rosario es pionera y protagonista. Desde aquella carrera por la expansión acelerada de la capacidad de crushing, iniciada allá en los 90, hasta el presente de inversiones más orientadas al almacenamiento, la velocidad de embarque, la logística y la sustentabilidad.
En el medio corrió mucha agua. Cambió la producción, los procesos industriales, los mercados y también las políticas públicas. La planta fue proyectada en 1988 e inaugurada en 1992. Primero el puerto y luego el crushing, con diferencia de meses. Fue concebida como una planta modelo por su impulsor Jorge Carletti (a quien se homenajeó ayer con su nombre en una plaza interna del complejo) y, de hecho, hoy exporta técnicos y ejecutivos a todas las unidades del grupo en el mundo.
Por sucesivas ampliaciones, fue durante mucho tiempo la de mayor capacidad de molienda del mundo, con 8 mil toneladas diarias. Hoy ya no ocupa ese lugar, pero es la mayor productora global de biodiesel (600 mil toneladas) y lecitina. Y también la de mayor capacidad de almacenamiento (1,1 millón de toneladas). Por caso, cuenta con la celda de almacenaje de granos más grande del planeta, de 300 mil toneladas.
Diego Casanova, quien trabajó desde el inicio en la planta, comentó que el modelo se armó hace 30 años para una cosecha de 150 millones de toneladas, a la que todavía no se llegó. Durante casi todo el período, la molienda de soja significó el 70% de la operación y el movimiento de granos (poroto de soja, maíz, trigo) el otro 30%. Ahora la ecuación se invirtió a un 40% / 60%, respectivamente. Y con la nueva cinta de embarque que se inaugurará a mediados del año que viene, y que duplicará la velocidad, ese mix será 30%/70%.
Varios factores contribuyen a esta suerte de primarización. Aunque este año promete tener revancha, la soja viene perdiendo superficie frente al maíz. “Argentina va camino a ser un país maicero”, dijo recientemente el titular de Ciara, Gustavo Idígoras. El déficit de proteína que caracteriza al grano argentino hace lo suyo, así como la pérdida del diferencial arancelario. Pero los mayores impactos vienen del frente internacional, como la tendencia a nacionalizar la molienda de países compradores, como China, y la creciente amenaza al liderazgo exportador que tiene Argentina en harina de soja que plantean las procesadoras de Estados Unidos y Brasil.
En este punto, las inversiones se reorientan. Juan José Blanchard, CEO latinoamericano de Dreyfus, repasó los hitos inversores de la compañía en Argentina, con los complejos de General Lagos, Timbúes y Bahía Blanca. Pero los más recientes refieren, a la logística (centro de acopio de Campo Largo, en Chaco), la eficiencia (línea de embarque) y la sostenibilidad ambiental (se invirtieron u$s 10 millones para capturar el polvo de suspensión). También acordaron con Pampa Energía la provisión de energía eólica para la planta de Timbúes.
En este punto, Diego Pereyra, head global de industrias de cereales y oleaginosas de LDC apuntó a la especialización de la compañía en la provisión de soja sustentable para atender una exigencia creciente en los mercados, sobre todo europeos. A través de un intenso trabajo con toda la cadena, se logró que el 77% de la soja procesada en la fábrica de General Lagos sea certificada como libre de deforestación. En febrero esperan llegar al 85%.
“Nuestra compañía apunta a producir más y agregar más valor”, señaló Gelcher, el CEO global de la multinacional de origen francés. Y en ese camino, el desarrollo del biodiesel es una de las principales estrategias. “Cumplimos al máximo con la cuota de la Unión Europea pero aún así sobra capacidad de producción, hay que llevar el corte con gasoil en el mercado interno al 20%”, señaló Blanchard, en uno de los pocos reclamos que se escuchó en la jornada.
El otro pedido tuvo que ver con las obras de acceso a los puertos del sur del cordón agroexportador santafesino, a través de un circunvalar que ya está proyectado. El gobernador Omar Perotti, presente en la ceremonia, tomó nota y confirmó el proyecto para convertir a la ruta provincial 21, por la que se accede Dreyfus y Cargill, en autovía. Un plan aplaudido por el presidente comunal de General Lagos, Esteban Ferri, quien recordó que la construcción de la planta que cumplió 30 años subió a la localidad al “cordón agroexportador más grande del mundo”.
Del acto participaron autoridades políticas y empresariales. Los referentes más importantes del comercio de granos estuvieron presentes. Y los directivos de la compañía entregaron distinciones a los trabajadores que cumplieron 30 años en la planta. Entre ellos estuvo, precisamente, el secretario general de los trabajadores aceiteros a nivel nacional, Daniel Yofra.