La presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció ayer que se cancelará, con las reservas del Banco Central, la deuda de 6.706 millones de dólares con el Club de París, que congrega a los principales estados acreedores.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció ayer que se cancelará, con las reservas del Banco Central, la deuda de 6.706 millones de dólares con el Club de París, que congrega a los principales estados acreedores.
La medida fue interpretada como un nuevo gesto destinado a disipar en los mercados las dudas sobre la marcha de la economía argentina. Si bien es un porcentaje muy pequeño respecto de la deuda total, habilita la negociación de créditos para inversión, tanto en el sector público como en el privado.
Fernández de Kirchner sostuvo que esta medida "reafirma la voluntad de pago de la Argentina" y significa "un paso más en la política de Estado de desendeudamiento", luego de la reestructuración de bonos en default y pago al FMI.
La jefa de Estado sorprendió con el anuncio durante la ceremonia que encabezó este mediodía en el Salón Blanco de la Casa Rosada en ocasión de celebrarse el Día de la Industria, con la presencia de los integrantes de su gabinete, gobernadores provinciales (estuvo el santafesino Hermes Binner), sindicalistas y empresarios.
El discurso fue transmitido por la cadena nacional y fue aplaudido largamente, de pie, por los presentes.
La misma metodología fue empleada por su esposo y antecesor, Néstor Kirchner, para cancelar la deuda de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional (FMI), a comienzos de 2006. En ese momento, se pagaron 9.500 millones de dólares.
Esta vez, en cambio, no hubo críticas a los acreedores ni al sistema financiero internacional. La urgencia del gobierno era mostrar que el Estado puede cancelar sin problemas los vencimientos de capital e intereses de deuda por 20 mil millones de dólares que se deben afrontar el año próximo. Esta posibilidad fue puesta en tela de juicio recientemente por diversas calificadoras de deuda, que junto a las altísimas tasas de interés que venía cobrando el gobierno de Venezuela por la compra de bonos del Estado, provocaron una corrida sobre los títulos públicos.
Estas especulaciones, que también forman parte de posicionamientos políticos, se alimentaron de pronósticos preocupantes sobre el deterioro del superávit comercial para el año próximo, la derrota que sufrió el gobierno en el intento de aumentar las retenciones al sector agropecuario en 2.300 millones de dólares y que estaban destinadas a consolidar la capacidad de pago de la deuda, la dinámica creciente de los subsidios a empresas y consumos de clase media, una lenta pero paulatina fuga de capitales y las sospechas sobre las dificultades para garantizar un superávit fiscal primario por encima del 3% del PBI.
Con la impronta del presidente del Banco Central, Martín Redrado, Cristina apeló a la receta más ortodoxa y, apostó a cerrar con el sector financiero enviando señales al mercado. Y recibió el aplauso de un amplio sector de corporaciones económicas y sociales, que en algunos de sus componentes habían cerrado hace pocos meses filas en la batalla "por la redistribución ".
El trámite de pagar con reservas de libre disponibilidad al Club de París tiene sus efectos prácticos. Permite al gobierno ilusionarse con un tratamiento más benigno del mercado de crédito internacional, utilizar dólares que si fueran al mercado interno presionarían sobre el tipo de cambio, y reducir pasivos.
Los mercados ayer no se mostraron muy agradecidos. El riesgo país subió a 700 puntos. A nivel local, una de las incógnitas que dejó flotando el anuncio es la suerte que correrá el proyecto del tren bala, que siempre se vinculó a las condicionalidades para iniciar una negociación con el Club de París. l