Lo que no se hizo a tiempo, a los apurones tiene sus riesgos. En este escenario,
el coletazo de la crisis de Estados Unidos, que alcanzó la semana pasada su punto más alto con la
caída de la banca de inversión Lehman Brothers, reavivó en el plano doméstico el reclamo por la
puesta en marcha de las recetas más ortodoxas en el plano económico, aquellas que la administración
Kirchner esquivaron a lo largo de estos cinco años y que, no por amor pero sí por espanto, quizás
deban empezar a analizar para salir ilesos.
Aunque el país aún detenta superávit comercial, buenos niveles de recaudación y
un plafón de reservas capaces de dejar tranquilo a cualquiera —al menos en la
Argentina— la fuerte dependencia de los commodities que tiene la economía, la inflación
creciente y el nivel del gasto público, son quizás los puntos más vulnerables en un contexto donde
la economía de Estados Unidos comenzó a depurarse y los efectos se sentirán en el resto del mundo
capitalista.
"La caída de los commodities es una consecuencia irreversible de la
revalorización del dólar", enfatizó el ex presidente del Banco Central (BCRA), Rodolfo Rossi, quien
consideró que tanto Argentina como Brasil serán países que "perderán con este escenario por los
precios y que tratarán de recuperarse con devaluación".
El economista, junto a Jorge Castro (analista internacional), Rogelio Pontón
(economista de la Bolsa de Comercio de Rosario) y Jaime Abut (presidente de Idea Centro), compartió
un panel sobre la crisis financiera internacional en el marco del 4º Congreso de Economía
Provincial que organiza Fundación Libertad, un espacio en el cual hubo diferencias sustanciales
entre los panelistas respecto del diagnóstico y los efectos del colapso estadounidense en la
economía argentina y regional, pero coincidencias en torno al camino que debe tomar el país para
enfrentar ya sea una brisa o un viento fuerte, según la mirada. Las mismas recomendaciones que en
las últimas semanas comenzaron desplegar economistas y analistas críticos del modelo kirchnerista,
quienes apuntan a las vulnerabilidades que tiene el país en materia de índice de precios y de una
economía commoditie-dependiente y que parecen dar la razón al ex ministro de Economía, Roberto
Lavagna, quien esta semana en un programa televisivo aseguró que "los gobiernos que comienzan
siendo progresistas y terminan siendo populistas en materia económica finalmente deben recurrir a
las recetas de «la derecha» para solucionar los problemas que no enfrentaron a tiempo".
Al coro de voces que demandan un ajuste del modelo también se suman los
inversores. Por caso, esta semana durante una conferencia en Rosario que organizó el Banco Citi
sobre inversiones personales en un marco de volatilidad, los CEOs de fondos de inversión
consideraron saludable que la Argentina adopte medidas más ortodoxas tendientes a frenar la
inflación, normalizar el Indec y reducir subsidios para recomponer el superávit primario (ver
aparte).
En tono con esta tendencia, Rossi recomendó "bajar el gasto público
discrecional, mejorar el sistema de recaudación y los niveles de costos", como recetas inmediatas
para enfrentar la crisis.
En ese sentido, Pontón —quien hizo un diagnóstico claro sobre cómo
impactará la reducción de los valores de las materias primas en la región— insistió en la
necesidad de "mantener una moneda sana y terminar con la inflación, que es un tigre que va por la
cola, te obliga a correr y no podés frenarte porque te come", ejemplificó.
Para el analista de la Bolsa de Comercio local, "habrá una pérdida por precio y
por menor volumen" en el segmento de los commodites y esto "va a significar una balanza comercial
con menos superávit", situación que "va a afectar a Santa Fe, Córdoba y norte de Buenos Aires" que
son las principales productoras de agroalimentos del país.
En ese sentido recordó que la Argentina "va a tener menos saldo exportable de
trigo" —rondará los 4,5 millones de toneladas en esta campaña— y Brasil, el principal
comprador local va a incrementar su producción de 3,5 a 5 millones de toneladas. A eso se sumará el
hecho de que China "posiblemente reduzca sus compras de soja" por el cierre de algunas industrias
de procesamiento.
Con un escenario de estas características "saldremos bastante afectados y no
creo que la situación se revierta en forma inmediata", confesó.
Hiperliquidez
Las previsiones de Jorge Castro, quien fue secretario de Planeamiento
Estratégico durante la presidencia de Carlos Menem, fueron más optimistas respecto del impacto de
la crisis en el país. "Las condiciones de la Argentina no sólo no están en juego por la crisis de
Estados Unidos, sino que hay razones propias y estructurales que permiten afirmar que sus
perspectivas de mediano y largo plazo son cada vez mejores", dijo y sustentó su análisis en el
hecho de que "los commodities pese a la baja de estas semanas, están en valores históricos, incluso
con la crisis en EEUU y Japón".
Para Castro, "el crecimiento de la demanda asiática tiende a aumentar" y esa es
una buena noticia para una economía para la Argentina muy dependiente de esos mercados.
El concepto de Castro se sustenta en un diagnóstico basado en que "la
contracción financiera de Estados Unidos es producto de que en los últimos diez años ese país
recibió una ola de liquidez del resto del mundo, del orden de 600 mil millones de dólares anuales,
es decir el 75% del total de los capitales líquidos del mundo", pero provenientes de "los países
emergentes que tienen superávit de cuenta corriente, como por ejemplo China".
Sin embargo, "esta contracción de los flujos de liquidez" en el país del Norte
que es "de extrema gravedad y se agudizó a partir de agosto de 2007, no implicó una recesión en la
economía mundial", consideró el analista para quien esto obedece a que "el 80% del crecimiento de
la economía mundial es obra de los países emergentes".
Emergentes
"China representa el 17% del crecimiento de la economía mundial y un 25% lo
concentran India, Rusia y Brasil, con lo cual cuatro países son responsables de más del 40%",
señaló para desacoplar los efectos de la crisis en el mercado doméstico.
Por otra parte, apuntó que en medio de la recesión, "la tasa de productividad
creció en el orden del 3,3%", contra sólo un 0,9% de la economía.
En cambio, Rossi consideró que "sería trivial ignorar que los precios de los
commodities van a seguir bajando". En el panel del congreso de economía provincial, el ex titular
del BCRA dijo que "el contexto para la Argentina fue muy favorable desde 2002 hasta el 2008
inclusive, porque todavía tenemos precios buenos para el 57% de las exportaciones argentinas".
De todos modos, "los commodities van a seguir bajando porque realmente hay una
crisis internacional que se revela a través de la revalorización del dólar, y los países emergentes
y no tanto, van a tener que ir desvalorizando su moneda", dijo. Así, "en cierta forma se va a
financiar a Estados Unidos".
Es más, se arriesgó a pronosticar que esta especie de aspiradora de fondos
seguirá activa."La tasa de interés de la Reserva Federal que el martes no descendió y es del 2%
anual, indudablemente va a bajar medio punto en octubre y aún así la atracción de capitales hacia
EEUU va a continuar", dijo Rossi. Por eso, consideró que "la Argentina tiene que estar bien
preparada políticamente para enfrentar una crisis de envergadura".
Los commodities
"La crisis va a influir en los commodities que van a registrar baja", apuntó
Pontón, quien precisó que el año próximo habrá una reducción de ingresos de lo que aporta el sector
agropecuario (entre 30.000 a 32.000 millones de dólares), del orden de los 5.000 a 7.000 millones
de dólares.
Con lo cual, "necesariamente va a haber pérdida por precio y por menor volumen",
dijo el analista, quien pronosticó una reducción de la producción granaria en el país.
"Todavía no está sembrado el maíz y la soja que son los dos principales cultivos
y a esta situación se unieron dos situaciones: por un lado la sequía y por otro, la política
argentina que ha sido realmente mala para los cultivos", acotó.
Pontón señaló que "el año pasado el país exportó unas 95 millones de toneladas y
este año, difícilmente llegue a los 90 millones".
¿Cómo se compensa esa caja más debilitada?. Para Rossi, "el gobierno deberá tener que mejorar la
administración fiscal o lisa y llanamente aumentar la presión tributaria, para pasar del 26,7%
actual al 28%", una estrategia que podría pasar por la creación de algún impuesto a las
importaciones arancelarias y una reducción del gasto público.