Sin embargo, para el gobierno nacional, tomar la variable salarial como termómetro de la competitividad es un camino erróneo o al menos a contramano del modelo económico del kirchnerismo. En ese punto, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, afirmó que la competitividad de los sectores industriales se logra “con más trabajo de calidad, con innovación tecnológica y capacitación permanente, y no con bajos salarios”.
En el mismo foro, del que participaron representantes de 40 sectores productivos, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, opinó que “la búsqueda de competitividad está del lado de la innovación tecnológica”.
El relevamiento de Ieral, aunque reconoce que la productividad es el factor de largo plazo más relevante para el crecimiento y la competitividad de una economía, considera que en el corto plazo “también juegan los costos de producción”. Por esa razón, centra su análisis en el costo único laboral (CLU) en dólares de la industria manufacturera, el índice que mide el costo laboral por cada unidad de producto. En esa evolución “intervienen los cambios en salarios, las variaciones en el tipo de cambio y las mejoras de productividad”, aclara el informe dirigidopor Augusto Terracini.
Así, expresa que el CLU en dólares de la industria “mantiene la tendencia de los últimos tres años y sube 17% en 2012”. En el tercer trimestre del año alcanzó un nivel de 216, para una base 100 del año 2007.
De este modo, el análisis expresa que “con respecto a otros países, la pérdida de competitividad de la Argentina se ha acentuado en 2012, abriéndose una brecha del orden del 40% con respecto a Brasil” y asegura además que “las expectativas no parecen indicar un cambio en el cuarto trimestre, ni por productividad ni por la relación entre el tipo de cambio oficial y los salarios nominales”.
Según datos propios de Ieral en base a los aportados por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) el Banco Central (BCRA) y el informe del estudio Orlando Ferreres, el relevamiento señala que el CLU en dólares viene creciendo anualmente en el país a un 20% desde que empezó la recuperación del impacto de la crisis internacional. “Esto quiere decir que en promedio, en los últimos tres años, producir una unidad de producto en la industria en términos de mano de obra salió cada año 20% más caro que el anterior”.
De este modo, considera que se trata de una “tendencia fuerte” teniendo en cuenta que en Estados Unidos el mismo indicador prácticamente no ha crecido desde 1997, y que la brecha que separaba a la Argentina de Brasil en el segundo trimestre de este año alcanzaba un 40% (el CLU es 40% más elevado que el vecino).
Desde el punto de vista oficial, lo que desde algún think tank se ve como costo laboral, es la base de un mercado interno más fuerte. Al respecto, la Ministra de Industria, Débora Giorgi, definió al “poder de compra” local como “la génesis del capitalismo nacional” y anticipó que “lo vamos a defender con uñas y dientes de la competencia desleal y el dumping”.
En el medio, los empresarios navegan entre la intención de seguir ajustando costos de producción apelando a la variable salarial como la más rápida y eficaz salida y un Estado que les promete respaldo al proceso de industrialización nacional bajo la condición de que éstos aceleren el proceso de sustitución de importaciones a través de una ola inversora más intensa.
“No estamos dispuestos a rifar lo que tanto nos costó conseguir”, afirmó el presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) José Ignacio De Mendiguren, quien también expresó su deseo de evitar el regreso a “políticas pendulares”.
El titular de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra), Juan Carlos Lascurain, consideró que su sector “apuesta al desarrollo del país” y está trabajando en “la capacitación con algunos centros propios en el interior”.
Justamente, la intención oficial es centrar la discusión sobre la competitividad al terreno de una “industria de calidad mundial”, según precisó Giorgi, basada en la innovación tecnológica. “La distribución del conocimiento es tan importante como la distribución del ingreso”, señaló Tomada y destacó la capacitación de 1,6 millones de trabajadores desde 2003 a la actualidad junto a la apertura de 500 centros de formación continua que encara el Ministerio de Trabajo de la Nación junto a los gremios como UOM o Smata, entre otros.
Según los datos de Ieral, en base a registros del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), para el tercer trimestre de 2012 el CLU en dólares aumentó un 116% con respecto al promedio de 2007. “Este crecimiento se debió principalmente al fuerte aumento de los salarios nominales y al atraso del tipo de cambio, sin que esto haya sido compensado por aumentos de productividad”, precisa. En este punto, por el contrario, los datos del tercer trimestre del 2012 muestran una caída de la productividad de 3% interanual, como consecuencia de que “más obreros producen menos unidades”.
El relevamiento indica que el salario en dólares es el componente que más empuja hacia arriba al CLU. “En los últimos doce meses, frente a una suba de 24% de los salarios nominales, el peso perdió 10% de valor con respecto al dólar, lo que generó una suba neta de los salarios en dólares de 14% con respecto al año anterior”, indica. Por otra parte, “la combinación de todos los factores llevó al referido aumento de 17% interanual en el costo laboral unitario en dólares”.
El estudio de Ieral indica que si se hace el ejercicio de tomar en cuenta para el análisis el dólar “blue” en lugar del oficial, el resultado sería opuesto. “Con un paralelo de 6,30 pesos, los salarios habrían caído un 17%, por lo que el CLU habría bajado un 14%”, indican.
Otros países. La comparación con otros países aporta una idea de cómo vienen evolucionando los CLU desde 1997. Según precisa el informe, “el de Estados Unidos se mantuvo prácticamente constante y México, que había registrado una suba importante, en los últimos años retrocedió, hasta ubicarse ahora un 16% por arriba de su valor en 1997”.
Por otra parte, el caso de Brasil es el que más llama la atención. “Hasta el segundo trimestre del 2011 la Argentina venía recorriendo con Brasil un camino similar, pero después se abrió una brecha que hoy llega al 40%”, señala el informe en base a datos del país vecino del segundo trimestre. La comparación con Brasil es de particular relevancia para la Argentina. La fuerte relación comercial bilateral lleva a considerar sus costos unitarios como un factor clave a la hora de tomar decisiones con respecto a los bienes complementarios (es más caro comprarlos) y con respecto a los sustitutos (tienen ventajas a la hora de venderlos).
Así, el relevamiento indica que el segundo trimestre del 2012 Brasil consiguió bajar su CLU en dólares un 9,3%, mediante una combinación de salarios en dólares más bajos, por efecto de una fuerte devaluación nominal (25%) y una mayor productividad. Fue así que se abrió la brecha. Tomando como base el año 1997, la evolución del CLU en Argentina “es más empinada que la de países en desarrollo como Brasil y México, y de países desarrollados como Estados Unidos, algo que complica la competitividad”, agrega Ieral.
Las expectativas. Las expectativas de las variables que determinan el CLU en dólares provienen del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) publicado por el Banco Central. Según las expectativas para fin de año, “los salarios van a crecer a un ritmo de 24% y el tipo de cambio se ubicará alrededor de 4,8 (crecerá un 4% con respecto al dato del último trimestre), lo que indica que los salarios en dólares seguirán aumentando y la productividad, por su parte deberá seguir enfrentándose a las complicaciones asociadas con las trabas comerciales”.
“Dadas las condiciones en las que se encuentra la economía argentina, y sumando las expectativas, no es de esperarse que el CLU en dólares vaya a disminuir próximamente. Si lo hace, el riesgo es que esto ocurra mediante una menor cantidad de obreros trabajando en la industria. En este sentido, el empleo es la variable a seguir de cerca durante los próximos trimestres”, agrega el informe de Ieral.
Sin embargo, Kicillof consideró que ganar competitividad por la vía del salario no es el camino. “Esas recetas son muy sencillas y fáciles de aplicar pero implican una derrota de nuestro proyecto”, sentenció al plantear que “la competitividad genuina se logra con más trabajo de calidad, que se consigue con innovación tecnológica y capacitación permanente en sus lugares de trabajo y el concurso de los trabajadores y los empresarios”, dijo.