Capacitar en tiempos del empowerment

En los actuales tiempos de la globalización y la hipercompetencia, la capacitación de los recursos humanos constituye una de las ventajas diferenciales claves de las empresas. A esta altura, sentarse frente a un profesor que habla él solo todo el tiempo resulta por completo inaceptable. En todo programa de capacitación empresarial ºno se puede prescindir de los estudios de casos, los juegos de roles, las dinámicas grupales y los dispositivos de simulación, herramientas todas que permiten acercar la situación de aprendizaje a lo real de la práctica laboral.

Sin embargo, sabemos que cuando nos hemos volcado excesivamente hacia un extremo, a la hora de implementar los cambios pertinentes, solemos con gran equivocación recaer en excesos del signo opuesto. Resultado: reuniones de capacitación con mucha acción, muy divertidas, y aplausos finales pero que una vez concluidas no aportan demasiado. En rigor, a los asistentes nos invade una amarga sensación de que no nos dejaron nada en concreto.

Conclusión: tampoco pueden faltar los conceptos, las categorías, los desarrollos teóricos indispensables que dotan de consistencia y seriedad al proceso formativo. Ya que, ¿cómo hablar del empowerment, o de la cultura corporativa, por ejemplo, sin definirlos previamente con la debida profundidad?, ¿cómo referirnos a un quiebre ontológico, o a la idea de liderazgo compartido, sin efectuar, con anterioridad, conceptualización alguna?

Capítulo aparte lo constituye el origen de los responsables a cargo de la capacitación.

"El curso es bastante caro, pero realmente se paga solo: ¡Son todos profesores de Buenos Aires!". Tales las expresiones de alguien con quien conversaba hace poco. Así es el modo de pensar de no pocos conciudadanos. El lugar de origen de un capacitador, por sí solo, no puede erigirse en garantía de calidad.

La realidad empresarial dista mucho de ser simple y los problemas complejos. Por tanto, para intentar resolverlos no basta un puñado de recetas estandarizadas, ni un breviario de fórmulas mágicas que supuestamente conduce a un éxito fácil. Si en serio queremos construir la marca-ciudad conviene recordar que el talento rosarino que ha sido gestado a orillas del Paraná no es patrimonio exclusivo de artistas y hombres del deporte.