Cada fin de mes se presentan datos que hacen a la evolución de las principales variables por medio de las cuales la economía da cuentas de su situación: cifras de producción, desempleo, inversión, gasto público, recaudación, pobreza, canasta básica y total alimentaria, etc.).
Es el momento en que desfilan los funcionarios por todos los medios, para esgrimir los más creativos argumentos que intentan dar soporte a sus gestiones. Claro que los meses, años, décadas y gobiernos pasan, los números endurecen una cara visible que ya nadie puede esquivar. Las ideas son libres, pero los datos sagrados.
Vamos a los datos, a ver que piedra encontramos. Para no caer en la charla de bar sin argumentos, reviso datos y hago cuentas de los últimos 40 años de nuestra economía (1980-2020). Tomando tan solo un par de variables que representan la foto que vemos cada día en la calle cuando: parimos en los supermercados, renegamos para pagar las cuentas y si lo logramos, tan solo para mantener lo que el Estado nos permite retener.
El PBI per cápita, mide el total de la producción de un país (bienes y servicios) durante un año ponderado por la población. Eso nos permite la evaluación individual y medida en dólares, compararnos con otras economías. En los últimos 40 años, crecimos 1%.
Moraleja 1: dejamos pasar 40 años de vida económica y no crecer. Tan solo logramos estancar nuestro nivel de producción y dejamos (hasta ahora) pasar las oportunidades que brindan la tecnología, las innovadoras prácticas productivas, las relaciones laborales de avanzada y fundamentalmente no evolucionar con nuestro capital humano. Claro que producir implica invertir en capital, ahorrar previamente y esto es la consecuencia, entre otros factores de reglas de economía estables, una línea de gestión, un modelo de país y confianza.
Pobreza, en 1980 el 20% de la población tenía problemas para costear una canasta de bienes y servicios básicos. Hoy, este mismo concepto supera holgadamente el 50%.
Moraleja 2: en 40 años se logró multiplicar x 3 la cantidad de pobres, indigentes y desesperanzados. La pobreza no tiene que ver con una cifra del Indec. La pobreza entendida como tal, es la falta de presente, la marginación como negocio, la falta de expectativas y de futuro. Sobre todo, con la ausencia de la educación, es libertad que equipara oportunidades.
Desempleo, más del 300% de crecimiento de este flagelo social.
Moraleja 3: más allá de la discusión teórico práctica de la imposibilidad del cálculo económico en los modelos socialistas-populistas, el mensaje es confuso. La intervención del Estado en la economía para ayudar a los que menos tienen y emplear a quienes no están en actividad, vienen dando resultados diametralmente opuestos. O los objetivos están mal planteados, o las políticas han demostrado su ineficiencia.
Estado/PBI, los economistas buscamos relaciones para medir y comparar. En el periodo analizado de 40 años el Estado fue ganando participación +464% en la vida económica, relegando y hasta prescindiendo de las iniciativas privadas. Los datos, son sagrados.
Moraleja 4: se esfumaron 40 años de pujas ideológicas, de discusiones berretas, de funcionarios que no dan muestras de estar a la altura de los encumbrados desafíos, que se fanatizan con el poder, que pululan en ministerios sin ideas, planes y ni la convicción que nos trajo hasta aquí. El Estado se multiplico x 6 veces en su tamaño.
Es momento de dar vuelta la página pero de verdad, antes que sea tarde: 40 años parecen no habernos enseñado nada. Cuando el mundo supero las discusiones vanas que nos aquejan, cuando se ha resuelto la inflación, cuando la producción y el trabajo desvelan a los funcionarios, cuando el criterio del capitalismo (bien entendido) permite que hasta las vacunas se regalen, que las crisis económicas solo sean temporales y se capitalicen las oportunidades inherentes a cada etapa, aquí seguimos buscando culpables.
Hay salida claro y es la buena noticia, pero…hay que estar dispuestos a asumir que nos hemos equivocado desde lo conceptual y en la gestión.