Corren nuevos tiempos en la relación entre el campo y el Ministerio de
Agricultura. Así lo perciben, al menos desde la Bolsa de Comercio de Rosario, donde reivindican la
disposición al diálogo que mostró el titular de la cartera agropecuaria, Julián Domínguez, para
sacar de la parálisis a la comercialización de trigo. Si bien defiende la libertad de mercado como
herramienta para formar precios con transparencia y dar señales que alienten un aumento de la
producción, el presidente de la entidad, Cristian Amuchástegui, enfatizó que "en la coyuntura" las
medidas dispuestas por Agricultura llevaron alivio a los pequeños productores. En ese sentido,
destacó la apertura del funcionario a las propuestas que se le acercan desde el sector.
—¿Cómo están las negociaciones por el trigo? ¿Se estableció una nueva relación entre
el gobierno y el campo?
—El nuevo ministro de Agricultura prioriza el diálogo. La campaña de trigo
vino muy mal, con volúmenes bajísimos, producto de una sequía que fue muy fuerte en el verano y se
extendió al invierno. Es así que en algunas de la zonas se pudo sembrar y en otras los rendimientos
fueron pobres, con trigo de mala calidad. Hacemos una proyección de 7.400.000 toneladas, que es la
mitad de un ciclo más o menos normal. Eso hace que prácticamente no haya mercado.
—Es extraño. Precisamente por la falta de mercadería, ¿no deberían estar peleándose
por el poco trigo que hay?
—Dado que el gobierno puso un límite a los certificados de exportación, el
exportador salió de competencia. Entonces quedaron los molinos que, por falta de espacio, compran,
muelen y vuelven a comprar. Y así hacen la cadena. Es importante decir que desde el Ministerio de
Agricultura se consiguieron algunas cosas, que fueron soluciones a la coyuntura pero son
importantes. Por ejemplo, a través de un crédito del Banco Nación, los molinos tuvieron crédito
para la compra de un millón más de toneladas, o sea que en vez de un millón compran dos millones de
toneladas. Y se consiguieron un millón más de Roes (Registros de operaciones de exportación) para
la exportación. De todas maneras, el mercado sigue sin aparecer. Los molinos recibieron un listado
de productores con menos de 800 toneladas de producción. Al repartirse este cupo de venta en forma
predeterminada, hay precio fijo, compradores determinados y vendedores nominados. No hay precio de
referencia que surja del mercado.
—¿Los productores de Santa Fe entran en este sistema?
—Dentro del 1.500.000 de toneladas que comprarían los molinos en febrero,
Santa Fe va a tener un 10 por ciento. Es lo que corresponde de acuerdo a la producción a nivel
nacional. Por otra parte, el Ministerio de Agricultura le dio crédito a tasa subsididada a los
productores para retener el trigo. Están saliendo estas nominaciones de la Oncca y la Secretaría de
Comercio Interior para que los molinos compren al pequeño productor de hasta 800 toneladas de
trigo. Los que superan esto quedan afuera de esta línea de compra. De todas maneras, los molinos
van a seguir comprando a lo largo del año y esa mercadería va a ir saliendo.
—¿Cuál sería una medida de fondo para el trigo?
—Para la próxima campaña, el ministro Domínguez está pensando en llamar a
la mesa nacional de trigo. Nosotros seguimos pensando en la ventaja del libre mercado. Siempre que
funcionan los precios de referencia son buenos para todos los sectores. Para el que va a arrendar,
el que va a hacer la compra de insumos. Les permite tener un norte. Creemos que es el camino
adecuado. También hay otras medidas menores, que hemos sugerido, como la liberación de las cartas
de porte que están concentrada en la Oncca y la agilización del código de trazabilidad de granos,
que se gestiona por internet o. Pedimos que no se exija en el tramo corto del acopio al puerto. Hay
un cuello de botella aquí.
—¿Puede pasar con el maíz lo mismo que con el trigo?
—El maíz tiene una producción mayor y la presidenta habló de un cupo
exportación de 9 millones de toneladas. En la medida que el cupo sea importante, no habrá
problemas. Pensamos que liberando los compromisos de exportación, los propios sectores internos
pueden responder. Eso ocurrió con el trigo. Lo normal en el trigo es que la exportación compra en
diciembre enero, febrero, y algo en abril. Después quedan sólo los molinos. La incidencia del trigo
en el precio pan es ínfima. Precisamente, una de las medidas de fondo es darle una señal clara al
productor, liberando la exportación.
—Se vislumbra un año complicado en materia de inflación. Es difícil esperar que el
gobierno no vaya a intervenir para que no se disparen los precios.
—Comparto el temor de que no se disparen los precios. Pero creo que
aumentar la producción es la mejor manera de contenerlos. Hasta ahora, lo que se logró es menor
siembra y menor tecnología. El productor está desanimado y los rindes son pobres. Con señales
fuertes, la producción de trigo y maíz aumentaría. La soja no tiene controles de precios. Pero el
trigo y sobre todo el maíz son cultivos caros. Y si no hay precios, el productor no usa
tecnología.
—¿Cómo ve la campaña sojera?
—Vemos una buena campaña. Desde la dirección de estudios económicos y del
servicio GEA (Guía Estratégica para el Agro) se habla de una estimación de 51 millones de toneladas
para el nuevo ciclo.
—¿El hecho de que haya buena cosecha, limitará los roces en el mercado por el aumento
de las compras directas por parte de la exportación?
—Sí, creo que sí. Está trabajando un grupo intersectorial. Hay buenas
experiencias. Va progresando. Esta cosecha, que va a ser importante va a llevar una tranquilidad
financiera a los productores que tuvieron una sequía terrible. Esto va a significar renovación de
maquinaria y aplicación de paquetes tecnológicos más ajustados.
—¿Puede haber problemas logísticos en esta campaña?
—Sí, claro. Depende como venga el tiempo. Si en marzo hay veinte días de
sol y máquinas trabajando, puede haber un colapso de puertos, ferrocarril camiones. Mucha gente
está previendo que no van a alcanzar las máquinas. Estos dos últimos años no hubo renovación de
máquinas de camiones. Y estas cosas van a afectar la logística.