En momentos de definiciones económicas, presentamos algunas claves que contribuyen a comprender que está pasando en la economía y qué puede pasar en los próximos meses.
En momentos de definiciones económicas, presentamos algunas claves que contribuyen a comprender que está pasando en la economía y qué puede pasar en los próximos meses.
• La falta de información y la transición.
Si bien la cotización del dólar oficial y el BCRA interviniendo en la punta compradora parecen dar algún respiro a la incertidumbre, los vaivenes del mercado accionario y del precio de los bonos soberanos siguen mostrando la sensibilidad del mercado a cualquier nueva información o especulación. Dado lo sensible de la situación económica, sería prudente que se intentaran dar algunos pasos concretos en cuestiones que son urgentes, como la renegociación de la deuda privada o los lineamientos de un nuevo programa con el FMI. Sin embargo, el presidente electo Alberto Fernández, lejos de esa prudencia parece esforzarse por dar señales contradictorias de lo que sería su gestión de gobierno. Ante la falta de información el interés periodístico se ha centrado en intentar conocer los nombres de los potenciales integrantes del gabinete. Sin embargo, podría resultar un ejercicio más productivo analizar lo que dice y lo que hace (a quién recibe o con quién se reúne) Fernández y su posicionamiento en política exterior. El silencio sobre lo que sucede en Venezuela, el apoyo a Evo Morales, la crítica al modelo chileno, las disputas con el presidente de Brasil, y su exaltación y sentido de pertenencia al grupo de Puebla, son todas señales que apuntan en la misma dirección y que confirman la convicción del presidente electo sobre que la prioridad de las políticas públicas debe ser la equidad. Y que las libertades individuales, el derecho de propiedad, la seguridad jurídica, las instituciones y hasta la mismísima Constitución pueden ser afectadas o pueden verse relegadas toda vez que alcanzar ese objetivo irrenunciable que es una mejor distribución del ingreso lo demande.
• La inevitabilidad de la macro y la sobreestimación de la política La macro de corto plazo es inevitable: si el Tesoro quiere solventar sus gastos corrientes (en exceso de sus ingresos corrientes) y pretende honrar sus compromisos de deuda en tiempo y forma, el único candidato disponible para financiarlo es el BCRA. Ello significa emitir pesos sin respaldo por algo aproximado al 20% de la base monetaria y usar dólares de las reservas por unos u$s 4.000 millones durante este último trimestre del año. Para que esta situación no amenace con volverse explosiva e inmanejable si se repite a lo largo de todo 2020 (las necesidades de pesos alcanzarían al 100% de la base monetaria y las de dólares serían de unos u$s 11.000 millones), hay que conseguir que el FMI renueve los desembolsos y que los mercados voluntarios de deuda se reabran rápidamente. Claro que esas necesidades de fondos caerían abruptamente si el próximo gobierno decidiera no honrar sus compromisos de deuda o renegociar la deuda evitando pagos a lo largo del próximo año, ya que el déficit fiscal según nuestras estimaciones (conservadoras por cierto) representaría un cuarto de las necesidades de pesos. La decisión de un default transitorio (mientras se renegocia la deuda) podría ser la opción preferida, si se lo perciba como un mecanismo para poder incrementar el déficit fiscal con vistas a impulsar el consumo y mejorar la distribución del ingreso sin que se genere una situación explosiva en materia monetaria. Pero no sería más que una ilusión. Argentina no tiene chances de crecer si vuelve a caer en default o si continúa flirteando con la emisión y la inflación. La macro no está para bollos y es demasiado importante como para dejarla sólo en manos de políticos. Sabemos que Alberto Fernández no tiene un equipo económico que venga trabajando de manera sostenida en el tiempo, y eso probablemente no sea otra cosa que el resultado de que lo importante para el presidente electo es la política. El error de Mauricio Macri, desde esta visión político-céntrica, es que hizo poca política y que fue dogmático e inflexible. Pero atención, porque no se debería caer en el error de considerar que la política es sustituto de un buen diagnóstico, de un buen plan.
• Lo que sucede en la región, la equidad y el desafío de cumplir las promesas electorales.
Una pregunta que da vueltas por la cabeza de los inversores y quienes siguen de cerca lo que sucede en la región, es si estamos en presencia de un fenómeno de quiebre económico-social y político, o si se trata de fenómenos idiosincrásicos e inconexos. Los episodios de Ecuador, Chile, Bolivia y ahora Colombia, ¿tienen algún patrón en común? Se trata de un interrogante qué va más allá de algunas hipótesis conspirativas sobre si no hay alguna fuerza oculta que coordine las acciones callejeras “desestabilizadoras”. Los reclamos de amplios sectores de la población se han venido repitiendo en otras regiones del planeta (Hong-Kong, Pakistán, Irán, Francia). Cada una de estas “insurrecciones callejeras” ha tenido como gatillo circunstancias y eventos muy disímiles, pero comparten en su gran mayoría una crisis de representación de los partidos políticos que no son capaces de representar los intereses o necesidades de esas mayorías. Adicionalmente, otro eje en común es el reclamo de una mayor equidad o mejor distribución del ingreso. El problema principal radica en la falta de consideración y la escasa atención que reciben los sectores más pobres o menos beneficiados de la sociedad. Se verifica una mezcla de reclamos que hacen a la defensa de las libertades individuales o a insurrecciones donde se mezcla lo económico (la equidad) con lo político y lo social. Con este marco regional, y dadas las restricciones que impone la macro (la ausencia de recursos fiscales genuinos), surge el dilema de cómo hará el gobierno de Alberto Fernández para hacer el delivery de las promesas electorales. ¿Cómo podrá impulsar el consumo poniendo dinero en el bolsillo de la gente, cuando ese dinero está en manos de otros o simplemente no existe?
• Algunos focos de incertidumbre que no habría que subestimar
En este marco de incertidumbre hay dos cuestiones que creemos relevantes. En primer lugar, la depreciación del real brasileño se aceleró en los últimos días. Si bien venía mostrando una tendencia declinante desde julio pasado, en lo que va del mes acumula un 5% de caída (casi un 12% desde julio). Aunque las monedas de los países más afectados de nuestra región sufrieron caídas más fuertes que la brasileña, la depreciación del real no puede explicarse por un fenómeno global de fortalecimiento del dólar ya que el índice global del dólar muestra más oscilaciones que una clara tendencia a apreciarse. Estamos más bien frente a otro fenómeno de la dinámica económica y política brasileña. El segundo tema es el clima y la marcha de la cosecha de trigo y la siembra de maíz y soja de primera. La falta de agua se ha transformado en un obstáculo importante tanto en materia de rindes y calidad del grano de la cosecha fina como para el cumplimento de los cronogramas de siembra y, por ende, de las expectativas de las campañas de soja y maíz (fijadas en 53 y 50 millones de toneladas respectivamente). Estos dos factores no son buenas noticias para el próximo gobierno. La situación de rentabilidad (de competitividad) de la industria y el agro no dan mucho margen para el optimismo y ponen límites a la eventual utilización del dólar como ancla nominal (atraso cambiario como mecanismo para contener presiones inflacionarias) y a la eventual decisión de poner mayores impuestos sobre las exportaciones para solventar políticas de redistribución del ingreso.