La inestabilidad del dólar durante marzo pasado hizo que, al cierre del primer trimestre de 2019, la deuda pública como porcentaje del producto bruto interno (PBI) volviese a aumentar hasta 88,5 por ciento, según reflejó un informe difundido ayer por la consultora Ecolatina.
El estudio reveló que, "desde hace una década, la Argentina cuenta con un creciente déficit fiscal que durante el gobierno kirchnerista se financiaba principalmente con emisión monetaria y deuda con otros organismos del sector público".
"Cambiemos reemplazó esas fuentes de financiamiento por deuda con acreedores privados, denominada mayormente en moneda extranjera", indicó.
Explicó, de ese modo, que la composición de los pasivos públicos cambió, haciendo que la deuda relevante (las obligaciones netas de compromisos intra-sector público) saltara del 43 por ciento del stock a fines de 2015 hasta el 65 por ciento del total en el primer trimestre de 2019.
Esto aumentó la dependencia de las renovaciones en el mercado de capitales. Al mismo tiempo, la proporción de la deuda del Tesoro pagadera en dólares pasó del 69 por ciento del total al 78 por ciento.
Por esos cambios, a pesar de que el stock de deuda creció sólo 3,5 por ciento en dólares en 2018, el salto de más de 100 por ciento del tipo de cambio nominal disparó 40 puntos el ratio de deuda sobre el PBI, rozando el 95 por ciento en el tercer trimestre del año.
Luego, la apreciación real (por el traspaso de la suba del dólar a los precios internos junto a un tipo de cambio más calmo) redujo ese cociente casi 10 puntos en el último cuarto de 2018, según indicó la consultora.
Advirtió que si se incluyera el desembolso del Fondo Monetario Internacional (FMI) correspondiente al primer trimestre (que se recibió en los primeros días de abril y, por eso, quedó fuera de la contabilidad oficial), la deuda total habría alcanzado 91,4 por ciento.
El reporte analizó sí bastaría con controlar el tipo de cambio para solucionar el problema de la deuda. Al respecto, recordó que "la imposibilidad de conseguir divisas nos llevó a recurrir a un prestamista de última instancia para no incumplir los vencimientos de la deuda pública, denominada mayormente en moneda extranjera".
Asimismo, recordó que el préstamo "más grande de la historia del FMI (por 57.000 millones de dólares a desembolsarse en tres años) disolvió el peligro de un default inminente de los títulos soberanos".
Sin embargo, alertó que "no resolvió el problema estructural: al seguir habiendo dudas sobre la capacidad de repago de los pasivos, la percepción de un default de la deuda sigue siendo elevada". Por eso, el problema sólo se desplazó hacia más adelante, advirtió Ecolatina.
La entidad sostuvo que "hasta que no se recupere el acceso al financiamiento externo, para pagar las deudas del Estado harán falta dos condiciones: que el sector público genere ahorros fiscales en pesos y que el país en su conjunto alcance superávit externo en dólares".
Sin los primeros, no habrá recursos para efectuar los pagos y, sin los segundos, las compras públicas de divisas competirán con los importadores y ahorristas, incrementando las presiones cambiarias.
Un tipo de cambio real apreciado ayudaría a que el Tesoro generase un menor déficit financiero en el corto plazo (por un aumento del nivel de actividad y por una menor carga de intereses).
Por el contrario, una nueva ronda de depreciación empeoraría su capacidad de compra de divisas por la profundización de la crisis que implicaría y porque se necesitarían más pesos para adquirir la misma cantidad de dólares.
Además, las subas del tipo de cambio agravarían el peso del servicio de la deuda (capital e intereses) sobre el PBI, ahuyentando a los inversores, consignó la consultora.
No obstante, Ecolatina indicó que, "mirando al ahorro externo, se observa lo contrario: un tipo de cambio apreciado abarataría y fomentaría las importaciones, reduciendo los ingresos netos de divisas genuinas".
En tanto, un dólar más elevado daría incentivos para expandir las exportaciones, permitiendo una mejora del resultado externo.
"Las urgencias del corto plazo (apreciar para reducir el déficit financiero, disminuir el ratio de deuda y ganar elecciones) se contraponen con las necesidades de largo alcance (no intervenir para guardar divisas, dejando depreciar el tipo de cambio para generar un mayor superávit externo en dólares)", continuó la entidad.
Para Ecolatina, "esta restricción podría alejarse si la Argentina volviera a acceder al financiamiento externo, algo que con un riesgo país por encima de los 850 puntos básicos pareciera muy lejano".
Alertó, paralelamente, que "ya se recurrió al FMI y no fue suficiente para restablecer la confianza de los inversores".
"Sin margen de maniobra por el lado del resultado primario ni por el costado financiero, se deberán buscar políticas que permitan que la economía real se recupere y crezca", concluyó la consultora.