En Las nuevas caras de la derecha (Siglo XXI), el historiador y ensayista italiano Enzo Traverso radiografía la política contemporánea. Y para los lectores argentinos, hay sorpresa
En Las nuevas caras de la derecha (Siglo XXI), el historiador y ensayista italiano Enzo Traverso radiografía la política contemporánea. Y para los lectores argentinos, hay sorpresa
En poco tiempo, el mundo parece haber cambiado demasiado. Al menos, si nos referimos al tiempo en los tradicionales términos históricos. En Las nuevas caras de la derecha, su último libro, publicado en el país por Siglo XXI y que aún tiene la tinta fresca en las páginas, el destacado historiador italiano Enzo Traverso reflexiona, en diálogo con Régis Meyran, sobre el panorama político global, signado por el avasallador avance de una nueva derecha.
Europa, Estados Unidos, América Latina (incluyendo, por supuesto, a la Argentina) son el escenario donde los paradigmas tradicionales de la política se han visto súbitamente convulsionados. En el Viejo Continente (y también en nuestro país), esta derecha aggiornada ha sabido jugar con astucia la carta de la institucionalidad democrática, los valores republicanos y la ética administrativa para seducir al candoroso electorado. Detrás de la máscara contruida por los medios y las redes sociales, el maquillaje no consigue ocultar, sin embargo, la verdadera naturaleza de los gobiernos triunfantes: neoliberalismo económico, autoritarismo político, estigmatización del pobre y del inmigrante.
Traverso no es ingenuo ni sentimental: sabe perfectamente que un mundo ha terminado para siempre. Nos referimos a ese universo que tenía como horizonte a la revolución socialista, con los múltiples matices que a esta pueden conferírsele. De acuerdo con su perspectiva, la derrota cultural de ese modelo es irreversible. El año en que se produce el cataclismo es, por supuesto, 1989, con la caída del muro de Berlín, hecho emblemático que señala el ocaso del bloque soviético. De ese golpe la izquierda no se ha recuperado, piensa Traverso. Y la revolución, entonces, queda por ahora archivada en los cajones de la historia.
El gran ensayista italiano, autor entre otras valiosas obras del reciente y brillante ¿Qué fue de los intelectuales? (Siglo XXI, 2015), de lectura recomendada, no se estanca pese a todo en el escepticismo. Tras una minuciosa y lúcida descripción de los males agazapados detrás de las sonrisas de Emmanuel Macron y Donald Trump (acaso podría agregarse la de Mauricio Macri), abre un camino que a muchos progresistas de viejo cuño puede resultarles sorpresivo. Traverso, en quien pueden percibirse las influencias de la Escuela de Frankfurt —Benjamin, Adorno, Horkheimer— no vacila en firmar esta frase: "Lo que sin duda podría hacer retroceder al posfascismo sería un populismo de izquierda, ni xenófobo ni regresivo; un populismo que defendiera el bien común contra los privilegios de una elite voraz que ha remodelado el mundo a su imagen; un populismo capaz de defender las culturas nacionales para integrarlas al vasto mundo en vez de levantar muros". Y para mayor sorpresa aún, agrega: "El primero en teorizar ese populismo de izquierda fue un pensador político argentino, Ernesto Laclau". Se trata, por supuesto, del filósofo ya fallecido cuyo pensamiento constituía el principal basamento teórico que sostenía el ideario de Néstor y Cristina Kirchner.
Más allá del estupor que pueda causar esta sugerencia en los lectores vernáculos, el libro que comentamos servirá de valiosa ayuda a quienes intenten pensar un mundo en el cual las categorías del pasado se han desvanecido. Traverso asegura incluso que estamos intentando explicarlo con palabras que ya no sirven. Y advierte, a la vez, que se avecinan grandes cambios, para los que debemos estar preparados.
Cuando la patria
queda en la infancia
Pizzería Vesubio, de Walter Riso.
Planeta, 248 páginas, $349.
En esta emotiva novela se narran los avatares de una humilde familia napolitana trasplantada a América a comienzos de los años 50. Una historia sencilla contada en primera persona por Andrea, el hijo de la familia, que tendrá la difícil tarea de conciliar los mundos en los que le tocará vivir: Buenos Aires, Nápoles, Barcelona…Tras infinitas peripecias, idilios, aciertos y errores, Andrea descubrirá que su patria sigue estando en la modesta Pizzería Vesubio en el corazón del barrio de su infancia.