Ielpi, también autor de un libro de cuentos y de voluminosas investigaciones como Prostitución y rufianismo —junto con Héctor Zinni— y El imperio de Pichincha, amén de periodista de la mítica revista Boom, abandona las historias ajenas para centrarse en su historia personal. No es algo que particularmente le guste, admite, pero “sin saberlo, algunas pérdidas de la infancia, algunas marcas que la vida deja en cada uno y se piensan (se creen) olvidadas por felicidades y alegrìas posteriores, reaparecen y nos demandan regresarlas”. Así lo expone en el prólogo de Fotos de familia, donde también habla de volver al programa literario que trazó en su primer libro. El retorno al origen, pues, es doble. Como dice Eduardo D’Anna en la contratapa, lo que queda detrás de las viejas fotos familiares, de los recuerdos, esas zonas que no se ven, obligan a meterse en el campo para explorar lo que la lente no abarcó. Un verdadero trabajo arqueológico donde la cuchara que escarba y descubre es la poesía.