La bendición posible

Poemas breves, versos en algunos casos de una sola palabra, conforman la tenue escritura de Julieta Lopérgolo —rosarina residente en Montevideo, que publicara Para qué existe esta isla (2018) y obtuviera el tercer premio del concurso del Fondo Nacional de las artes en 2019—, quien, con aires de lírica oriental, esboza lo que sugiere la realidad, bucea en sus pliegues, y lo vuelve poesía. "Más allá,/ una luz/ salpicada de fuegos,/ de piedritas,/ de cosas muertas".

Y no sólo con el espacio se nutre esta poética, si no que se proyecta también hacia el tiempo —hacia la lentitud en concreto—, el tiempo como "belleza capaz de derrotar lo necesario" como dice Gabriel Pantoja en la contratapa. "Oigo gritar al viento./ Algo/ siempre/ llama./ Migra del sueño/ a la materia clara/ de los días./ Continúa la noche./ Despierta el tiempo".

Así como "el agua sacude esas briznas resplandecientes/ extraídas de lo que nunca/ pero nunca/ habla", pareciera salir esta poesía de la quietud que se posa en el río, que arrastran los pájaros con su vuelo o que se esconde en la lluvia, pero que a pesar de ello es consciente de los límites de la inocencia —"persevera ese líquido terrible/ como es que lo que no vuelve/ y vuelve/ a confesar/ que nunca tuvo un cuerpo/ que lo que las palabras dejan/ es silencio—". Tampoco rehúye lo terrible —"soñé con cadáveres de pájaros/ todavía calientes,/ raíces de árboles porfiados"— sin ocultar tampoco la posibilidad de la bendición, que puede venir de esa oscuridad que cae como piedra pesada.