Pretoria.- Llegaron a ser alrededor de 300, pero ahora sólo quedan 65. Se trata de los
barrabravas argentinos que viajaron a Sudáfrica con Hinchas Unidos Argentinos (una ONG vinculada al
gobierno nacional) y que todavía siguen alojados en la escuela pública Christian Progressive
College, en el corazón de Pretoria, sobre una popular avenida en la que menudean vendedores de
frutas con sus puestos callejeros.
De ese lugar ya se fueron muchos. Algunos por sus propios medios para evitar inconvenientes
mayores, pero otros en cambio fueron deportados hacia Argentina. Y otros ni siquiera pudieron
entrar a Sudáfrica. Entre ellos varios reconocidos jefes de las barras de Central (Pillín
Bracamonte), de Independiente (Bebote Alvarez) y hasta uno de San Martín de Tucumán (Sergio Roldán,
que tenía pedido de captura internacional de Interpol).
Pese a estar vinculados siempre con la violencia y a tener la mayoría de ellos un oscuro pasado
y un mucho menos claro presente, el lugar fue equipado íntegramente para recibirlos. Desde camas
nuevas hasta computadoras, pasando por televidores LCD y hasta una pantalla gigante colocada en un
amplio salón.
“Nos atienden como a reyes”, dijo uno de esos hinchas enfundado en una camiseta de
Platense, antes de que otro lo hicera callar, quizá más conocedor de la polvareda y las suspicacias
que despierta la presencia de ellos en ese lugar.
Así vivieron muchos de ellos, y así viven algunos otros todavía, de este grupo de hinchas
violentos de Argentina que se hospedan en una escuela pública convertida en su propio búnker en lo
que va del Mundial de Sudáfrica.
Antes de la llegada de los hinchas argentinos les colocaron camas nuevas para todos y las duchas
tienen un dispositivo de jabón y shampoo individuales. También están muy bien equipados
tecnológicamente, puesto que en los días previos al Mundial llegaron 52 computadoras nuevas y más
de 15 televisores LCD instalados en los patios, lo que se completa con una pantalla gigante en una
sala.
Las versiones indican que el dinero para semejante inversión fue tramitado a través de Hinchadas
Unidas Argentinas (HUA), la misma ONG que núclea a varios barras de muchos equipos, los que durante
la última temporada exhibieron en partidos de primera y del ascenso banderas a favor del gobierno
nacional.
El haceedor de este milagro fue Marcelo Mallo, quien además de ser el creador de esta ONG es
señalado como hombre muy cercano al jefe de Gabinete Aníbal Fernández.
En este sitio también se remarca que las entradas fueron entregadas a través de la AFA, y que el
costo de la estadía es gratuito, pese a que inicialmente se había mencionado que el alojamiento
costaría 11 dólares diarios.
Para hacer más confortable la estadía de estos buenos muchachos, en la escuela tienen a su
disposición una cocinera y seguridad privada las 24 horas.
Si bien algunos fueron deportados y a otros la policía sudafricana les ordenó que estén a más de
un kilómetro de los estadios los días de partido, muchos otros se fueron a distintos alojamientos
en Johannesburgo por temor a que les pase lo mismo que a sus colegas enviados de vuelta á la
Argentina.
Incluso algunas versiones señalan que un grupo de estos hinchas dejaría la escuela de Pretoria
el próximo domingo para retornar al país, luego del partido que Argentina disputará el próximo
sábado ante Alemania por los cuartos de final del Mundial.
Pese al seguimiento que le hizo la policía sudafricana y a los recaudos que se tomaron, los
dirigentes del fútbol argentino sufrieron aprietes por parte de este grupo, al no ceder en algunas
promesas que habían hecho en Argentina antes de partir hacia el continente africano. Uno de ellos
es Luis Segura, presidente de Argentino Juniors y miembro de AFA.
Hay que decir también que Mallo no es barrabrava y sus aspiraciones son crecer en la política de
la mano de ellos, según dijo en una reciente entrevista en Buenos Aires. Su objetivo sería
utilizarlos como “conductores sociales” y hasta fiscales en las próximas elecciones
presidenciales de 2011, en la que apoyaría la reelección del ex mandatario Néstor Kirchner, esposo
de la actual jefa de Estado Cristina Fernández.
Las barrabravas también ejercen un fuerte poder en sus clubes, donde suelen controlar bares,
restaurantes, zonas de estacionamiento y la venta ilegal de vestimenta y boletos para los partidos.