El pasado sábado a las 20, mi hermano circulaba en su Fiat Palio por avenida de Circunvalación en sentido norte-sur. Al llegar a la altura del puente de Centeno un adoquín apareció rodando de frente e impactó en la cubierta y llanta delantera, y posteriormente en la trasera. Como resultado de esto ambas quedaron desinfladas he inutilizadas para seguir transitando, lo cual lo obligó a frenar en la banquina. Detrás de él circulaban mis padres en una Ford Eco Sport. El adoquín tras ser despedido por el vehículo de mi hermano impactó en el paragolpes delantero y cubierta de la camioneta, generando también varios daños. Al detenerse, cuatro hombres, todos armados, los increpan y mediante amenazas de muerte les sustraen dinero, celulares, carteras, documentos, tarjetas de crédito y demás efectos personales. Se dieron a la fuga. MIs familiares llamaron inmediatamente al 911 en reiteradas ocasiones, sin obtener ningún tipo de respuesta. Casualmente un móvil de la patrulla vial paso por ahí y los asistió, llamaron al policía de la patrulla vial ya que ellos tampoco podían brindarle ninguna protección debido a que no portan armas. Transcurrida casi media hora aparece circulando en sentido sur-norte un móvil de la Comisaría 32 al cual se le hizo señas y dándose la vuelta se hace presente en el lugar (no era enviado por el 911). Los acompañaron hasta la comisaría y les tomaron la correspondiente denuncia y declaratoria. Un oficial de la misma nos declara que como estaba Gendarmería controlando habían desaparecido los delincuentes. Y como los fines de semana no estaban y a la policía no le correspondía, los mismos reaparecían. En conclusión la policía no vigila Circunvalación y no se hace cargo porque dicen que no les corresponde ya que es jurisdicción de Gendarmería el control de la misma, y Gendarmería no está, no aparece, no circula, no recorre, no controla, y cuando están se apostan en un lugar y incomodan a la circulación pidiendo el documento. La Circunvalación es nuevamente "tierra de nadie" y por suerte mis familiares están bien y están vivos para contarlo, aunque con la amargura de haber sido encañonados y amenazados de muerte y encima tener que reponer y arreglar lo que uno con sacrificio tiene.