Hace unos años, el gobierno mejicano alertó al gobierno argentino que los carteles de las drogas locales tenían intenciones de trasladarse a la Argentina, descuidos o sobornos mediante el aviso fue desoído. Casi de inmediato la DEA norteamérica, en extenso informe detalló los tipos de negocios con que dichas bandas lavaban las inmensas fortunas que recaudaban, un verdadero desfile inmobiliario, shopping, barrios cerrados, fideicomisos, altísimos edificios con vista al río. No hace falta ver con lupa el origen de tales inversiones. El inversor argentino no existe, prefiere invertir en paraísos fiscales o guardar en las medias. Nuestro intendente, exultante, impulsa el proyecto para poner coto a tales ilícitos, bien intencionado pero bastante tardío. La propuesta se debatirá próximamente en el Concejo, no va a ser fácil. No tanto por el delicado tema a tratar sino por el comportamiento de los ediles, siempre dispuestos a las chicanas, pases de facturas, entre otras cosas, y lo peor, que esta iniciativa termine durmiendo en un cajón, tal tarea requiere de coraje, unidad, honestidad y firmeza. Sin tales atributos, alegrémonos con que el Concejo Municipal apruebe sin riesgo una placita en la esquina de mi casa.