La Argentina viene siendo saqueada desde hace muchos años atrás, pero ahora más que nunca, por el poder internacional que debido a esta flamante globalización ha cambiado de dueño. Y por el poder de puertas adentro, otorgado a una suma de corruptos, ineptos y ladrones, por su pueblo cada día más analfabeto e indigente, donde el ochenta por ciento de su población come a través de un cheque con miserables pesos que le otorga el Estado. Y donde, casualmente, esos funcionarios corruptos que ostentan el poder “en nuestro corso diario a contramano”, rapiñan fortunas mensualmente. Esta es la amarga síntesis de nuestra cruz que parece eterna, y una disgregación de acuerdo a lo que acontece, que no tardará en producirse en nuestro querido país. Y para todos aquellos que creen lo contrario, dejen de lado para siempre esa vieja frase de que “Dios es argentino” u otras similares, que como notamos sólo son creencias de las personas ingenuas.