El martes 25 de mayo en Rosario, la ciudad donde nací, crecí y vivo, se realizó en el Monumento Nacional a la Bandera una convocatoria por los autodenominados “Médicos por la Vida” que terminó siendo un despropósito. Los profesionales de la salud que la convocaron lo hicieron con el fin de contradecir las restricciones sanitarias dispuestas por las autoridades de gobierno, con el argumento de que coartan las libertades y son un despropósito sanitario. No sé si tienen razón con respecto a las terapias alternativas como el uso de invermectina o Ibuprofeno inhalado, pero me parece un acto temerario, irresponsable y delictivo ir en contra de lo dispuesto por los que administran el poder político, ya que no estamos bajo un gobierno de facto sino en un tiempo donde, más allá de no coincidir con la ley del aborto y otras avaladas por los que nos representan, el Ejecutivo y el Parlamento, estamos en un Estado de derecho bajo un orden constitucional. El límite de toda expresión pública es el respeto a la ley y el orden. Mucho más si los que cometen el despropósito son profesionales de la salud con todo lo que ello implica, una actitud irresponsable ante una ciudadanía que está padeciendo en muchos casos la pandemia en primera persona.