A un año y medio del inicio de una pandemia que dañó y sigue dañando de distintas maneras a todo el mundo, es bueno detenerse a pensar en el clamor de quienes defienden los valores morales y el medio ambiente. Tuvo que suceder esto para que nos detengamos y reflexionemos en la verdadera importancia que tiene la vida. ¡Ojalá sea así! Ojalá cambiemos nuestra visión de lo que nos rodea: que nos dispongamos a amarnos como hermanos, como Dios manda, y que cuidemos este maravilloso hábitat natural que compartimos, que es el mundo en el que vivimos. Vaya como apoyo a esta idea, la letra de la canción “un mundo maravilloso”, interpretada de manera magnífica por Louis Armstrong en la década de los años 60. La misma, dice: “Veo árboles verdes, también rosas rojas. Las veo florecer por mí y por ti. Y me digo a mi mismo, qué mundo tan maravilloso. Veo los cielos azules y las nubes blancas, el bendito día brillante y la sagrada noche oscura. Y me digo a mí mismo, qué mundo tan maravilloso. Los colores del arco iris tan bonitos en el cielo, están también en los rostros de la gente que pasa. Veo amigos dándose un apretón de manos, diciendo: “¿cómo estás?” En realidad están diciendo: “te amo”. Escucho a los bebés llorando, los veo crecer. Ellos aprenderán mucho más de lo que yo jamás sabré. Y me digo a mi mismo, qué mundo tan maravilloso. Sí, me digo a mi mismo, qué mundo tan maravilloso”.