Hace ya tiempo observo que quienes apoyan
Hace ya tiempo observo que quienes apoyan
Hace ya tiempo observo que quienes apoyan al actual gobierno (y que también apoyaron la gestión del mismo signo político autotitulada “la década ganada”) califican a quienes disentimos con diversos epítetos. Odiadores seriales (frase acuñada por el mismísimo presidente Alberto Fernández), intolerantes, cobardes, anticuarentena, contagiadores, fachos... la lista es interminable. Y nobleza obliga, lamentablemente conozco disidentes que pueden encajar en una o varias de esas categorías. Y aunque quizás mi percepción sea sesgada, o cuando menos imprecisa, entre quienes conozco son una minoría. Por otra parte, siempre tuve la convicción de que cada quien tiene derecho a sostener y expresar cualesquiera que sean sus convicciones políticas. Por eso creo necesario aclarar que muchos de quienes disentimos con la actual gestión lo hacemos con fundadas razones. No estamos motivados por un odio visceral ni somos instrumentos ciegos de los medios o la oposición. Es evidente que el actual gobierno ha errado el camino en lo que respecta a su política sanitaria: estamos entre los países peor posicionados del mundo en lo referente a la lucha contra el Covid-19, la cual para colmo ha provocado una grave crisis económica que, si bien era inevitable, podría haberse morigerado aplicando otras estrategias que dieron excelentes resultados en otros países. La situación institucional en nuestro país también es una preocupación genuina: ¿qué habrían pensado los que apoyan a Cristina y Alberto Fernández si Macri hubiera pergeñado una comisión para reformar la Justicia dominada por Cambiemos? ¿Qué hubieran dicho si un ministro de la gestión anterior hubiera negado incluso su condición de personas sólo por el hecho de oponerse a su gobierno, tal y como hizo Santiago Cafiero? Y esto sólo por mencionar algunos de los graves hechos que preocupan a una gran parte de la ciudadanía. No puedo hablar por todos los que critican a la actual gestión, pero a título personal puedo afirmar que si las cifras de contagios y decesos en nuestro país fueran similares a las de Uruguay por ejemplo; si el impacto en la economía no fuera tan pronunciado; si funcionarios y seguidores en vez de agredir a quienes disentimos trataran de persuadirnos con argumentos y cifras verificables (no como las de las filminas presidenciales); en fin, si en vez de las muy sospechosas estrategias para “mejorar” la Justicia dieran muestras de imparcialidad, decencia y compromiso con la verdad, mi opinión sería muy distinta. Porque personalmente no me importa quien gobierne, sino que lo haga bien. Y si lo hace mal, no me importa si su apellido es Menem, De la Rúa, Kirchner, Macri o Fernández. Lo que quiero es que corrijan el rumbo. Nada más.
Juan Pablo Zucco
“Mientras tú celebrabas la