La persona que identifica el nombre del título es el general José María Paz, honroso grado militar por ser ganado como guerrero de la independencia. Nació en Córdoba en 1791 y haciendo honor a la docta alcanzó nivel universitario que lo abandonó en mayo de 1810 para incorporarse al ejército patrio que lo llevaron a decir que cambió la instituta por la espada. Esta arma de guerra sólo cayó de sus manos en el intervalo de los ocho años de prisión y en pocos últimos años de su vida que terminó el 22 de octubre de 1854 en Buenos Aires. Su historia militar tiene una etapa de guerra por la independencia y con Brasil por la Banda Oriental, y otra en las luchas civiles decididamente contra Rosas. Su abortada carrera universitaria fue factor de su conformación como hombre de actitudes racionales muy diferenciada de la mayoría sus camaradas militares, en gran parte razón suficiente de sus continuos ascensos. Mientras era oficial de grados intermedios, a las glorias de los triunfos de Tucumán y Salta siguieron las derrotas de Vilcapugio, Ayohuma, Venta y Media, donde fue herido y quedó manco. Al mes siguiente, Sipe Sipe en la que no participó, pero estuvo muy cerca y sufrió el último trago amargo que significó la pérdida del Alto Perú. Debe haber sido un doble dolor, por las derrotas continuas y que, de acuerdo con sus memorias, fueron en gran parte por la indisciplina reinante en el ejército, salvo en las jefaturas de Belgrano y fallas en las estrategias de los altos jefes, que en este aspecto incluye también al creador de la bandera. En la etapa de las luchas civiles, habiendo sido reconocido como jefe militar de la Liga del Norte, unión de varias provincias opuestas a Rosas, salió acompañado de pocos hombres a realizar observaciones de terrenos y una partida de los Reinafé lo sorprendió y lo capturó por un medio propio de la ortodoxia campestre, boleando su caballo. Este hecho es otra de las tantas situaciones, siempre vinculadas a su carrera militar y posibles efectos de la misma. Aquí, pudo haber sido baleado en lugar de boleado o fusilado en algún momento durante sus años de prisión a partir de 1831, cuatro en Santa Fe y luego en Lujan. Aprovechó la inactividad en comenzar a escribir sus memorias que las continuó en diferentes épocas. La descripción del viaje de varios días a Santa Fe es un verdadero manual de sociología del gauchaje venido a cuasi soldados de caballería montonera. En ellas también cuenta anécdotas que son respuestas al problema de la soledad. Practicó artesanía haciendo jaulas de pájaros y en algunas tenía ejemplares que eran su compañía. El buen trato que recibía y el alimento de los pájaros jamás pudieron, en él o cualquier hombre o pájaro, salvar el dolor de la falta de libertad. De todos modos, para Paz su soledad terminó cerca del final de su presidio en la Aduana de Santa Fe. Allí, en su calabozo sucedió el muy conocido fenómeno del casamiento con su sobrina y permiso de convivencia con su esposa. Pero poco conocido es que estuvo precedido de dos planes fallidos de fuga a Uruguay y posterior casamiento por poder con Margarita que residía en Buenos Aires con su abuela. Ésta, madre del ya general y su hermana Rosario, madre de Margarita.