No es novedad que la sociedad mundial, en general, y nuestra argentina en particular, está viviendo una situación atípica. Esta pandemia, que nos acompaña desde hace bastante tiempo, genera mucho miedo, muchas muertes y demasiada incertidumbre. Vemos también el esfuerzo, la dedicación de la ciencia médica, de la industria farmacéutica, transitando el día a día, aprendiendo y experimentando posibles soluciones para contener este virus que, por ser nuevo y muy agresivo, muchas veces descoloca y hace titubear al científico más experimentado. Es posible que el gobierno nacional, a través de las autoridades sanitarias, ya sea por cuestiones ideológicas o económicas, quisiera ser prudente en esta cuestión, de movida equivocan el camino para la obtención de cantidades suficientes de vacunas, que, evidentemente a juzgar por los hechos, hubieran evitado miles de muertos. Otro dato de la realidad nos dice que los países responsables tomaron el toro por las astas, vacunaron, transmitieron tranquilidad a su población, recuperaron su economía y pidieron paciencia a sus ciudadanos, en Argentina se sigue “jugando a la política”. En consecuencia, siguen muriendo personas, la inflación parece no tener techo, la pobreza y la indigencia crecen, la educación desaparece a niveles alarmantes, los derechos de los ciudadanos se restringen y nos caemos del mundo. Sin embargo, confieso que hay un hecho que me llama la atención, vastos sectores de la población, gremios, sindicatos, organizaciones sociales, en su gran mayoría, se mantienen en silencio, cuando años anteriores se mostraban muy combativos, con protestas muy ruidosas y en la calle. Un silencio que alarma, muy sumiso, tan pasivo como llamativo, que le otorga “carta blanca” al gobierno de turno, para hacerse más fuerte, tomando medidas que en nada favorecen a los argentinos. Ese silencio, seguramente por el miedo infundido, nos llevará lentamente hacia un autoritarismo cada vez más fuerte, del cual, si no se reacciona a tiempo, ya no se podrá salir. Ojalá despierte buena parte de la sociedad, sólo así transitaremos el camino en libertad, que nos colocará en la senda de un ansiado progreso institucional, económico y social.