Nos aturden millones de preguntas acerca de nuestra inexplicable realidad. Degradación moral, violencia a cada paso, derechos aplastados, muertos pisoteados por mercenarios. Presidente de una Nación vapuleado y al mismo tiempo burlón de los ciudadanos democráticos. Siempre atribuyendo los problemas a otros, recursos indignos. ¿Adónde estamos? Desconocemos esa Argentina que puede alimentar a gran parte del mundo. Sus habitantes, comiendo de los contenedores de basura. Impuestos y más impuestos, ¿para qué? Para mantener a los corruptos e inmorales. La impunidad es la condición apropiada para denominar a quienes tienen la mayor responsabilidad de este país. Un país dividido, lleno de grietas. ¿Saldremos alguna vez de los roles de aceptadores? Recordemos el pacifismo poderoso de Gandhi y la también poderosa democracia. Basta de sentirnos ciudadanos de segunda arrollados por torpes e inescrupulosos antipatrias. Vivimos en la jungla intrincada, escabrosa, enmarañada, irracional, sin reglas. Recordemos a un premio Nobel de Literatura, William Golding, y especialmente una frase de su obra “El señor de las moscas”, “El mundo, aquel mundo comprensible y racional, se escapaba sin sentir”. Cuando se olvidan las normas manda el horror y el otro no existe.