Quisiera compartir algunos conceptos acerca del nuevo "programa potenciar acompañamiento" lanzado por el gobierno nacional. La implementación, teniendo en cuenta las características complejas de la problemática de las adicciones, será engorrosa. Un proceso terapéutico tiene como base un contrato fundamentado en el compromiso del sujeto, el grupo de referentes y la institución tratante, allí en ese acuerdo trascendental no puede haber intereses propios ni ajenos, sólo orientar una existencia sombría hacia lugares saludables de armonía social. El hecho de que actividades específicas de la reinserción social sean remuneradas ocasionara diversas miradas que nos llevaran a complicaciones en el abordaje. Pues si conocemos la población con la que trabajamos hace más de 30 años tendríamos que saber que esto llevará a contradicciones, en la mayoría de los casos en abandonos intempestivos, alianzas oscuras, recriminaciones, y en los menos, algún alivio hacia una reinserción definitiva en la difícil vida social. Por qué no pensamos en mejorar el aporte a las instituciones para que éstas puedan tener los recursos para nivelar hacia arriba sus prestaciones. ¿Cuál sería el concepto de bancarizar con un aporte de 8.500 pesos a sujetos que están en la última instancia de un tratamiento terapéutico? Me parece una mirada sesgada acerca de lo que significa un abordaje integral y además una manera de estigmatizar. Muy distinto seria proyectar posibilidades laborales concretas y dignas de por fuera de la institución donde el sujeto una vez externado del programa terapéutico pueda insertarse laboralmente y desarrollar su proyecto de vida con la autoestima intacta. Allí tendría que aparecer, no la limosna gubernamental, sino más bien el aporte solidario del Estado y el sector privado para posibilitar la inserción de aquellos que alguna vez fueron, y quizás lo sean, una amenaza para sus vidas domesticadas socialmente.