No somos antidemocráticos ni contrarios a los valores reformistas de la Universidad. Al contrario. Queremos que la Universidad y las escuelas dependientes de ella tenga la calidad que venían teniendo y así como en 2018 se rebelaron contra el estatus quo que la sostenía, creo que todos (docentes, directivos, alumnos, no docentes y padres, en el caso de la escuela) deberíamos pensarla en este nuevo desafío que nos impone un virus que tal vez sirva para bien si es que aprovechamos la oportunidad. En 1968, en Francia se produjo aquel hermoso movimiento de “la imaginación al poder”, esa imaginación que 50 años después tendríamos que poner todos para sacar adelante nuestra educación pública. Qué lindo sería que en estos momentos pudiéramos estar mostrando al Politécnico (orgullo de esta ciudad) al frente del desafío, innovando y ayudando a aquellos que más lo necesitan, imaginando e implementando tecnología dentro y fuera de sus paredes para que más chicos puedan acceder a una educación de calidad y dando igualdad y equidad a aquellos que no pueden tenerla. Seguramente, los padres estaríamos ayudando en esa travesía y no discutiendo hoy como lo estamos haciendo. Las clases (presenciales y/o virtuales) no deben ser optativas para los docentes, realmente no existe argumento para el cual un docente decida o no dar clases según su parecer. Nos llenamos la boca hablando de que un país sale de su pobreza y desidia con educación, salud y comida, pero en este caso hacemos todo al revés. Si tienen reclamos para mejorar la educación háganlo y estaremos ayudando para que se solucionen, pero no empobrezcan más la ya decaída situación. Igualdad, equidad, dialogo, imaginación y educación pública siempre.