La inflación, tema histórico en nuestro país, volvió a tomar impulso a partir de 2007, erosionando el bolsillo de los argentinos y desalentando el ahorro en pesos, hecho que se agrava año tras año. La inflación obliga a emitir cada vez con mayor frecuencia billetes de mayor valor nominal, a fin de facilitar transacciones habituales. Como ejemplo, recordemos que el billete de 100 pesos, en 2001 equivalía a 100 dólares, en la actualidad, el de 1.000 equivale a 7 o 10 dólares, según el tipo de cambio que se tome. La situación se hace más difícil a raíz de que, a diferencia de países desarrollados y muy bancarizados, acá los negocios de importancia, como el inmobiliario, se concretan en efectivo o en moneda extranjera. Se comenta que en un mediano plazo, el Banco Central emitirá billetes de 2.000 y 5.000 pesos, reemplazando las figuras de animales que caracterizó a los impresos últimamente y a los nuevos de 100 pesos, que vemos por estos días. Hace un tiempo, hubo algunas discusiones sobre el diseño de los futuros billetes, respecto a qué imagen se incorporaría. Mi humilde opinión es que, sin lugar a dudas, deben llevar la imagen de nuestros dos próceres insignias: Don José de San Martín y Don Manuel Belgrano. El primero porque su figura une a los argentinos, por encima de cualquier mezquindad, por sus profundos valores morales y de austeridad y porque tenía muy claras sus metas, concentrándose en cumplirlas, dejando de lado cuestiones secundarias. Principios muy alejados de nuestra clase política de los últimos 70 u 80 años en nuestro país. Similares atributos para el otro Padre de la Patria, el general Belgrano, cuya obra, rectitud, desinterés personal y honradez lo colocan como uno de nuestros máximos prohombres. Aspirar a tener una moneda de valor constante, como Argentina la tuvo hacia fines del siglo XIX, con la imagen de estas dos figuras, debiera ser una tarea y un reconocimiento permanente, no supeditado a voluntades políticas-partidarias de los distintos gobiernos.