Mi madre es la conocida escritora y Ciudadana Ilustre de Rosario, Angélica Gorodischer. Ella cumplirá este año 94 años, y si bien evolucionó con el tiempo de la escritura literaria a mano a la computadora, no puede ni desea acostumbrarse al uso de la telefonía celular. Por lo tanto, su medio de comunicación desde siempre con su familia y con el mundo, sigue siendo el teléfono fijo, cuyo número conserva desde hace añares. Ahora bien, en el mes de noviembre de 2021, éste dejó de funcionar definitivamente. Obviamente se hicieron numerosos y constantes reclamos acreditados en la empresa Telecom. Las amables interlocutoras del call center de la empresa jamás propusieron solución alguna a los pedidos, dando siempre excusas falsas de que el problema era dentro del domicilio de Angélica, cosa inexacta y ya chequeada por nosotros al inicio del problema. La última noticia de esta calamitosa empresa (que le sigue cobrando por débito automático por un servicio que no presta) es que existe un problema en la zona sur donde ella vive desde siempre, en alrededor de 300 líneas y que recién a mediados de febrero se intentará reparar el problema. Mientras tanto, Angélica continúa incomunicada ya hace cuatro meses. Cuando relatamos este hecho a sus editores, amigos de la ciudad, el país y extranjeros, que ya no pueden comunicarse con ella, piensan que les estamos haciendo una mala broma, que esto no puede suceder en el año 2022, salvo en algún lugar remoto y perdido del planeta, cosa que no creo que sea Rosario. Por otra parte y dada su edad, la falta de teléfono constituye para ella un gran riesgo ante una emergencia médica o de seguridad. Nada de lo relatado parece conmover o movilizar a esta autollamada empresa de servicios, que permanece tan silenciosa e imperturbable como el ahora inútil aparato telefónico que adorna el escritorio de Angélica.