Una empresa funciona cuando posee tres componentes: dinero, maquinarias y personal. Si falta alguno de estos se interrumpe el proceso. Acá tenemos maquinaria y personal pero nos falta dinero. De manera más realista, diríamos que ese metálico existe sobradamente pero faltan quienes deberían aportarlo. Esta gente duda sobre el pronto retorno a una normal actividad productiva, demuestra impaciencia por el resultado de las gestiones con nuestros acreedores. No soporta la abultada porción impositiva que el Estado retiene para sostenerse, desconoce el futuro accionar y las políticas de la justicia laboral. El tiempo es inexorable, se incrementan la capacidad ociosa y el número de desocupados, hay paciencias que se agotan. Felicitamos al gobierno por las medidas proteccionistas para con los connacionales que más sufren. Pero esto no alcanza: el pronóstico será penoso si no conseguimos separar al tuétano del hueso. Hay que concretar un consenso general y constructivo que no incluya maniobras políticas o quejas parciales. Se debe entender que sobre propias necesidades y compromisos sobrevuela el fantasma de un fracaso nacional. La representación gubernamental justificará exhaustivamente los planes oficiales de largo alcance, incluyendo un plan B. Los grandes empresarios, industriales y comerciantes deben aportar una significativa reducción de costos. La corporación bancaria ofrecerá planes crediticios que puedan tomarse sin riesgos. Tal como lo vemos, armar constructivamente este consenso general es la única herramienta disponible para variar el rumbo hacia destinos más seguros.
Matar lo que ya está muerto
Volvamos a mirar, no es uno son millones de cerdos cayendo desde lo alto, en esa otrora ovacionada ocasión de exportar carne porcina a China. Rotemos ángulo, cientos de miles de orejas disecadas aguardan ser el premio de alguna mascota en el pet shop más exclusivo, en el que toneladas de vísceras entremezcladas con colores vistosos se apilan entre eslóganes amigables y mascotas sonrientes. Giremos, ¿cuántos de nosotros nos interpusimos entre un animal y su muerte? Creo que esa ocasión no se olvidaría con facilidad; y a juzgar por la cobertura mediática y reacción social ante un lamentable hecho puntual en medio de tanta barbarie aplaudida, la que es aún más bárbara y cruel que la que tanto hoy nos asombra, debo inferir que muy pocos han salvado una vida. Volvamos a mirar la escena reconociendo previamente quiénes somos.
Karina Zerillo
DNI 21.653.863
¿Movilidad con suma fija?
Es tan confuso el mensaje con el que se pretende, desde el gobierno, llegar al ciudadano que no se entiende nada. Si hay algo que se pensó para evitar los achatamientos en las jubilaciones (caso Badaro) fue en la ley de movilidad. El ministro Cafiero dice que la movilidad sigue, sólo que con suma fija (si es móvil no es fija). ¿Cómo se entiende? Ante otra pregunta responde, muy suelto de cuerpo, que "justamente el achatamiento" es lo que están buscando para que haya una distribución más justa, solidaria, equitativa y "sarasa". Porque no puede ser que haya jubilados que cobran 300.000 mientras en el otro extremo otros cobran 16.000, y esto sí, se entendería, de no ser por otro error que llama a la confusión. La jubilación máxima es de 103.000, no 300.000, éstas son las de privilegio (que es lo que el gobierno debe solucionar). ¿Se entiende? El achatamiento debe buscarlo en estas últimas, no en aquellos que aportaron mucho dinero durante mucho tiempo, continuadamente, sin interrupciones ni moratorias. A estos habría que premiarlos, no castigarlos. Todos sabemos que la reforma previsional es condición indispensable para poder acordar con el Fondo en marzo, de acuerdo, pero sin dudas va a ser más creíble y confiable que la misma esté atada a la racionalidad. No reformas impagables que haya que modificarlas cada tres años o disposiciones que generen litigiosidad.
Otto Schmucler