Después de la Guerra de la Independencia, la confrontación con Brasil, las batallas en los tiempos de la Confederación y la tristemente célebre Guerra de la Triple Alianza, Argentina vivió un período de paz sólo perturbado por el peligroso conflicto con Chile por el Canal de Beagle, resuelto en diciembre de 1980 por obra de la mediación del Papa Juan Pablo II, y la hábil gestión diplomática previa del cardenal italiano Antonio Samoré. Pero la página más triste de la historia militar argentina comenzó a escribirse el 2 de abril de 1982, cuando tropas argentinas retomaron el control de las Islas Malvinas en poder de los ingleses desde hacía 149 años. Ello dio lugar a un desigual enfrentamiento bélico cuyo corolario fue el trágico hundimiento del crucero ARA General Belgrano, la epopeya gloriosa de los pilotos argentinos de la Fuerza Aérea, como asimismo de los soldados del Ejército, la Armada, la Prefectura y todo el personal civil de distintas disciplinas; hombres y mujeres convocados para la contienda que tuvo su aciago final con la rendición de las fuerzas argentinas el 14 de junio de 1982. Allá, en las lejanas, neblinosas y frías islas Malvinas del Atlántico Sur, quedaron nuestros compatriotas caídos. Por su parte, los sobrevivientes iniciaron otra cruel batalla contra la indiferencia más injusta. A propósito de los 649 soldados que dieron su vida en las islas, 237 fueron sepultados en el cementerio militar de Darwin (isla Soledad) a dos kilómetros de Puerto Darwin. Un granjero lugareño donó una parcela de tierra para el cementerio que fue preparado por los ingleses, para dar sepultura a los soldados argentinos caídos en el enfrentamiento armado. Faltaba establecer la identidad de 123 cuerpos en cuyas tumbas una placa decía: "Soldado argentino solo reconocido por Dios". De ellos, según el informe entregado por la Cruz Roja Internacional el 1º de diciembre pasado al gobierno argentino, 88 fueron debidamente identificados. Como es sabido, el Equipo Argentino de Antropología Forense es uno de los más prestigiosos del mundo, y participó en el reconocimiento junto a otros destacados especialistas del Reino Unido, Australia, Chile, México y España. Ahora se espera que las familias de los soldados aún no identificados, entreguen ADN para iniciar otro proceso similar. Después de la rendición, expertos de Inglaterra intentando detectar minas fueron encontrando soldados argentinos enterrados. Por eso Margaret Thatcher designó al coronel Geodffrey Cardozo para construir un cementerio y dar sepultura a los soldados. El coronel, con especialistas en temas funerarios, construyó el "Cementerio de Darwin" y sepultó con respeto y honores a 123 cuerpos. El oficial británico se asombró por el hecho de que los soldados no llevaran colgada al cuello la placa identificatoria que todo combatiente debe llevar; de manera que en cada sepultura escribió la frase antes mencionada. El coronel Cardozo, que entendió la diferencia entre enemigo y adversario, fue invitado por la Cruz Roja Internacional para colaborar en la exhumación y reconocimiento de los 88 soldados argentinos que hoy, ya no son "sólo conocidos por Dios".
Edgardo Urraco
Cincuenta años de egresados
El jueves 7 de diciembre pasado, la Escuela Nº 465 "Gral. Manuel Belgrano" realizó el acto de egresados de la promoción 2017, lo que es algo común de cualquier centro educativo. Lo original fue la convocatoria y figuración en forma importante en el programa, de la promoción 1967, que cumplía 50 años del paso por dicha institución. Como egresados del grupo, los cuales nos reunimos en forma más que periódica desde el primer día, que realizamos más de un viaje, recordando el primero a Alta Gracia, pues en ese tiempo Bariloche "no figuraba en los mapas". Queremos agradecerles a las autoridades, egresados y familiares el hermoso recibimiento y el respetuoso silencio ante nuestras palabras, y el cerrado aplauso que hasta hoy nos sentimos extremadamente emocionados.
Ricardo Botallo
DNI 5.395.373
Con vocación de ser semilla
El 5 de diciembre fue el Día del Comunicador Rosarino. Las palabras, igual que la vida, tienen matices. No es lo mismo la cantidad de gestos que se movilizan cuando pronunciamos la palabra "alegría", que los que se movilizan cuando utilizamos la palabra "tristeza". Tampoco son los mismos tonos cuando hablamos de pasión, de amor, de belleza. La vida y las palabras tienen distintos matices. Deseo bucear en el profundo océano de las palabras y escoger entre ellas, las más bellas, las más dignas, las más correctas, las más simples, las más caras, con todos sus tonos, con todos sus colores, para desearles a cada uno de ustedes los mejores sentimientos cargados de afecto y de reconocimiento a este noble oficio de comunicar. Festejemos la alegría de ser comunicadores. No podemos dejar de mencionar a un querido colega, pionero de la radio y la televisión en Rosario, el querido Ercilio Pedro Gianserra, quien comenzó su último viaje. Es oportuno también recordar al querido Jack Benoliel, un enamorado respetuoso de las palabras. Al finalizar este año queremos renovar nuestro compromiso con el Círculo de Comunicadores de Rosario y la Región, y con la comunidad toda. Es bueno en este tiempo de balances y descanso, pensar qué hicimos o qué dejamos de hacer, para crecer como institución. Cuando alguien contempla la belleza de una rosa y percibe su perfume, no se detiene a pensar que primero hubo una semilla que se dejó enterrar, una semilla que renunció a sí misma, una semilla que se ocultó, se hizo nada, para poder dar fruto y ser luego esa rosa. Tenemos que tener vocación de semilla, trabajar sin individualismos. Sólo en la unidad podemos crecer. Que no nos interese tanto el brillo de nuestros nombres, como el brillo incandescente de nuestra institución. La rosa, por más bella que sea, está condenada a deshojarse. En cambio la semilla está llamada a producir, a dar vida. Pero primero es necesario mezclarse en el barro y desintegrarse para nacer en flor.
Dario Maruco
DNI 20.536.263
El tradicional caos de fin de año
Como ha ocurrido desde el retorno a la democracia, vuelve el tradicional caos de fin de año. Sólo existen dos requisitos: que sea diciembre y que la Presidencia esté en manos de un no peronista. Un detalle sugerente que va más allá de lo anecdótico. Parece evidente que el sector kirchnerista del peronismo y sus aliados buscan, a través del uso de la violencia en las calles, lo que en las urnas fueron incapaces de obtener: el regreso al poder. Si bien todo parece desmentir que la modificación de la ley jubilatoria implique una caída en el poder adquisitivo de las mismas, no menos cierto es que el aumento con la nueva legislación será sensiblemente inferior al que se daría con el sistema actual. Sin embargo, es también indudable que el actual régimen es insostenible: mal que nos pese, el éxito de las políticas contributivas del actual gobierno implican un ajuste en las jubilaciones y pensiones que es insostenible a mediano plazo. Un problema que bien podría haberse suscitado durante la gestión anterior de no haber fracasado rotundamente los blanqueos y moratorias que, a pesar de sus características casi idénticas a las ofrecidas por la actual gestión, despertaron poco o nulo entusiasmo entre los contribuyentes. Otro aspecto sugestivo de las violentas protestas del 14 de diciembre es que quienes las protagonizaron tuvieron dos oportunidades que no supieron (o no quisieron) aprovechar para romper lanzas en favor de los pasivos: cuando por orden de Cristina Fernández se desviaron fondos millonarios desde la Ansés hacia la AFA, que gestiona un negocio que deja pingües ganancias en todo el mundo mientras que en nuestro país, futbolero por excelencia, requirió una subvención del Estado porque daba pérdida. Ya sabemos en qué terminó esto. O cuando la ex presidenta se negó a conceder el 82% móvil, un reclamo histórico de la clase pasiva. Sugestivo. Cabe desear que, por una vez, la razón prime por sobre la violencia y la intolerancia. Y asegurémonos que ni los violentos impongan por la fuerza sus premisas ni los poderosos abusen de los débiles, que es otra forma de ejercer violencia.
Juan Pablo Zucco
Tenerle miedo al mañana
Soy muy pesimista sobre el futuro, posiblemente como resultado de estar bien informado, o que las históricas y tristes repeticiones de hechos políticos, sin el debido aprovechamiento positivo, corroboran esta sensación. Estamos viviendo acontecimientos lamentablemente repetidos que predicen un innegable sabor a futura revancha, dando razón para mi angustia. Teniendo una cultura mediana y una lucidez mínima hay que ser pesimista sobre el futuro de nuestros hijos y nietos, lo que no quiere decir que tengamos que suicidarnos, pero sabido es lo que nos espera. Nuestra pendulante historia social y política no nos da tregua. Mientras el pueblo continúa con su humilde tarea de supervivencia, observa sin participación ni color partidario, pero sufriendo las consecuencias, una especie de lucha grecorromana que para beneplácito de quienes la usufructúan se desarrolla en medio de un espeso y contaminante escenario totalmente enlodado, que encierra sin miramientos ni escrúpulos a participantes y relatores. Recurriendo, como siempre ha sucedido con la gente común, a mecanismos defensivos y consolatorios que lamentablemente no van más allá de nuestras propias fuerzas y cada vez más limitadas esperanzas. Hoy intentan demostrarnos que no vale ser el mejor o saber más, hoy por hoy el mayor mérito es que "el otro" sea un delincuente. Todo para terminar comprendiendo que el peor mal que eternamente nos afecta no es la maldad. Crecimos creyendo que lo peor del mundo eran los malos, hoy sabemos que lo peor del mundo son los estúpidos. El peor daño a la humanidad se lo hacen los estúpidos y eso, realmente, no tiene solución. Un malo puede cambiar o se puede negociar con él, pero un estúpido lo será siempre, no cambia jamás, y evidentemente a ese genero social dominante y sin remedio, esta atado nuestro futuro.
Norberto Ivaldi