Como médico veterinario perteneciente a la 2ª Circunscripción de la Provincia de Santa Fe me opongo a los dichos en la nota del diario La Capital del 2 de octubre por el Colegio de Veterinarios, no me representan. Mientras el Colegio de Veterinarios habla de “producción”, de dinero, de negocio, miles de animales que son los que supuestamente deberían ser sanados por nuestra profesión, mueren en agonía. Me declaro totalmente a favor de la prohibición de criaderos de perros y gatos. Después de tener ante mis propios ojos animales con sus vidas pendiendo de un hilo que han sufrido lo peor en manos de los “criadores responsables”, no puedo avalar esta locura. Ni pretender regularla. Después de haber visto con mis propios ojos lo que es un criadero desde adentro, no puedo avalar esta locura. Ni clandestino ni habilitado. Así como el Colegio se manifiesta en contra de la prohibición de criaderos, también históricamente se opuso a la instalación de servicios públicos de castración y salud animal. Somos de los únicos gremios que se opone al desarrollo de lo público, como si el gremio fuese exento de proteger el derecho constitucional a la salud y al ambiente sano que tenemos como argentinos. Olvidando también que allí habrá fuente laboral para los veterinarios, y un beneficio extraordinario para la salud pública. En el mundo hay sobrepoblación animal que afecta directamente a la salud humana y ambiental, y por ser médico no puedo avalar esta locura. La universidad nos prepara para la producción y comercialización, y esas bajadas de línea lamentablemente las conservamos muchos por algunos años. Yo me eduqué en la universidad pública para hoy devolverle a la comunidad algo. Y hacerle honor a mi profesión es manifestarme totalmente a favor de que se prohíban. El Colegio debería representarnos a todos. Y hay muchos que estamos en contra de esto. Yo decido hacerlo público por mis valores y porque se puede trabajar y vivir sin perjudicar la vida de los animales. Ellos no son clientes, son pacientes.